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COMPARATIVA: EL RITO DE EMULACIÓN Y EL RITO ESCOCÉS RECTIFICADO




Efectuar una comparación entre el Rito de Emulación y el Rito Escocés Rectificado tiene la dificultad, o ventaja, añadida de que ambos ritos son de un origen totalmente distinto. Por ello hay que tener cuidado con diferenciar lo que son diferencias en la esencia del rito de lo que son sus diferencias meramente externas. Emulación y RER responden a dos formulaciones simbólicas sumamente distintas, de modo que deberemos hacer un pequeño esfuerzo para poder ver lo realmente semejante y lo realmente distinto a través de las diferencias ceremoniales.

Para comenzar, es preciso decir que quien desee adentrarse en el universo del RER dispone de suficiente material didáctico para hacerlo en profundidad. Me permito recomendar los siguientes textos y blogs (al clicar en cada imagen se abrirá el correspondiente enlace. La revista Cultura Masónica puede leerse en línea):


http://eduardocallaey.blogspot.com.es/


http://www.masoneriacristiana.net/







El Rito Escocés Rectificado es el único de los ritos creados en el continente al que la Constitución Inglesa reconoce como un rito de auténtica naturaleza iniciática, y ello se traduce en los peculiares privilegios que los miembros del RER tienen a la hora de acceder a sus Grados Caballerescos. Digo "el único" porque, a pesar de que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado es practicado por los anglosajones, se considera un Grado colateral, que no exime de la necesidad de ser exaltado al Arco Real, mientras que los Grados del Rito Escocés Rectificado forman un sistema perfectamente autónomo y cerrado per se.


El texto de Wikipedia referente al RER resulta bastante didáctico, y reza lo siguiente:

El Rito Escocés Rectificado es un rito masónico exclusivamente cristiano y más precisamente trinitario.Fue gestado en Francia entre 1774 y 1782, por dos grupos de masones de Lyon y Estrasburgo, entre los cuales podemos citar a Jean y Bernard de Turkheim y Rodolphe Saltzmann (Estrasburgo), y sobre todo por Jean-Baptiste Willermoz (Lyon 1730-1824), quien fue su alma pensante. La arquitectura del Régimen fue su obra, y a él se debe la forma de la doctrina que este Rito comporta. Desde el punto de vista formal, el Régimen Escocés Rectificado tiene tres orígenes; desde el punto de vista espiritual, tiene dos fuentes o inspiraciones.
Orígenes formales. En cuanto a la estructura y simbolismo tanto masónico como caballeresco, los tres orígenes del Régimen son:

1. La Masonería francesa de la época, con su proliferación de los grados más diversos (Willermoz los conocía todos y practicó muchos de ellos) y que una vez depurada, sería estructurada hacia 1786-1787 en un sistema que llevaría más tarde el nombre de Rito Francés, con sus tres grados y cuatro órdenes; sin olvidar los diversos grados cuya combinación constituye lo que se ha venido a llamar el "escocismo".


Willermoz
2. El Sistema propio de Martínez de Pasqually, personaje enigmático aunque inspirado, al que tanto Willermoz, como Louis Claude de Saint-Martin, reconocieron siempre como a su maestro. Este sistema fue denominado "la Orden de los Caballeros Masones Elegidos Coens del Universo".

3. La Estricta Observancia Templaria, también dicha "Masonería rectificada" o "Reformada de Dresde", sistema alemán en que el aspecto caballeresco primaba absolutamente sobre el aspecto masónico, y que pretendía ser, no ya la heredera, sino además restaurar la antigua Orden del Temple abolida en 1312.

Orígenes espirituales. Las dos fuentes espirituales son:
 
· La doctrina esotérica de Martínez de Pasqually cuyo contenido esencial versa sobre el origen primero, la condición actual y el destino último del hombre y del universo.

· La tradición cristiana indivisible, nutrida por las enseñanzas de los Padres de la Iglesia.

Desde el punto de vista del Régimen Escocés Rectificado, estas dos doctrinas, no sólo no se contradicen, sino que se corroboran mutuamente.


Un comentario acerca del vídeo de Jean François Var






Antes de comenzar con la comparación de los dos ritos creo conveniente hacer dos matizaciones. Una cosa que me sorprendió mucho al subtitular en castellano la explicación de Jean François Var acerca del RER (por lo demás excelente), fueron dos afirmaciones suyas que me parecen profundamente equivocadas. La primera es que presentaba a la Masonería inglesa como si únicamente fuese una escuela moral exenta de voluntad iniciática. La segunda es que presenta el hecho de que el RER incluya el destino del hombre y su reintegración al estado primigenio como una particularidad de este rito. Saco esto a colación porque creo que pueden ser dos ideas comunes a muchos Hermanos que practiquen el RER y que pueden creer sinceramente que la doctrina de la Reintegración es específica de su rito.

La Caída del Hombre y su reintegración al estado original, independientemente del nombre o símbolos bajo los que se presente, es necesariamente el núcleo común de cualquier doctrina iniciática, ya sea Masonería Antigua, Sufismo, Misterios Eleusinos, o cualquier otro sistema iniciático que haya existido a lo largo de la historia. La Iniciación existe porque se perdió aquel estado primigenio, y basta ver la propia estructura y contenido de los Grados de la Masonería para percatarse esto, tal y como veremos en esta comparación. Si bien es cierto que los ritos basados Modernos, basados en tres Grados únicamente, carecen de sentido iniciático, no es tal el caso del Rito de Emulación, creado según contenido tradicional y con esa corona necesaria que es el Arco Real.


Vamos a proceder a comparar los Grados de uno y otro rito.



EL PRIMER GRADO


Hay algo de engañoso en el hecho de pretender comparar directamente los Grados de Emulación y el RER porque, como hemos dicho al principio, se trata de ritos de un origen tan distinto que las diferencias de forma son muy notables. Tanto en un modelo como en otro el Primer Grado tiene el carácter común de promover en el recipiendario la necesidad de practicar las virtudes morales y pulir su piedra (de momento en las partes más exteriores) mientras en el Segundo Grado acometerá el trabajo propiamente espiritual).

Aunque el Rito Escocés Rectificado es de vocación totalmente iniciática y tradicional, sus diseñadores lo hicieron tomado los elementos rituales que existían en Francia en la segunda mitad del Siglo XVIII, lo que lo convierte formalmente en un rito Moderno. Por ello la mayor parte de las diferencias que percibimos entre Emulación y RER en los dos primeros Grados son las diferencias habituales que existen entre cualquier ritual Antiguo (actualmente sinónimo de anglosajón) y cualquier ritual Moderno (actualmente sinónimo de continental). La Cámara de Reflexión (que en Emulación aparece de forma vestigial en el ritual como la habitación conveniente, anexa a la Logia), las preguntas y respuestas por escrito (que son un hábito Moderno, de clase alta, que da por sentado que todos los Hermanos saben leer y escribir, cosa que no sucedía entre los menesterosos Antiguos), la ausencia de Diáconos (el RER se construye sobre el chasis del Rito Francés, que como todos los ritos Modernos rechazaba los Diáconos), el simbolismo nítido (fuego, agua, tierra) de los viajes en RER, que no se pone de manifiesto en Emulación, etc. Podríamos seguir citando todas las diferencias habituales entre rituales Antiguos y Modernos pero, como digo, ni las características Antiguas son patrimonio exclusivo de Emulación, ni las características Modernas lo son del Rectificado.

Hay un detalle del Primer Grado al que los miembros del RER dan una gran importancia, pero cuya trascendencia se aprecia, no al comparar el RER con Emulación, sino con el Rito Francés, del que procede. Se trata de la palabra del Grado de Aprendiz, que en RF es Tubalcaín, pero por adoptar una palabra más acorde al Grado, en RER se cambió por Faleg (puede encontrarse una explicación detallada al respecto en el artículo del R.H. Ramón Martí, en el número de Cultura Masónica mostrado anteriormente). Esto no es susceptible de compararse con Emulación porque, si bien la palabra original de Aprendiz era Jakin, se cambió por Boaz para evitar que se colasen intrusos tras la publicación de Masonry Dissected, y así pasaron a Emulación y las hemos mantenido hasta hoy en día. Otra particularidad que el RER debe al RF es el que los Tableros de Trazo de Primer y Segundo Grado sean virtualmente idénticos.

Pero también sucede algo que supone más que un mero detalle simbólico: tanto en uno como otro rito se entregan al recién iniciado los Estatutos de la Logia y de la Obediencia. Esto en sí no es más que un trámite de índole administrativa. Pero en el RER se le entrega también un ejemplar de la Regla Masónica Rectificada, y la Regla no supone un hecho administrativo, sino existencial, que cambia la perspectiva desde la que debe contemplarse y entenderse la vivencia masónica. La existencia de la Regla es algo inédito dentro de la Masonería, que le imprime un carácter distintivo independientemente del Grado en que se halle el Masón; y seguramente la experiencia resulte más vívida debido a que el Cristianismo entra en juego. Si bien la Masonería no tiene capacidad para articular la perspectiva vital del ser humano, pues no es una religion y le faltan numerosos elementos de esta, su vivencia dentro de la fe cristiana sí puede dotarle de ese carácter añadido.


EL SEGUNDO GRADO

El Primer Grado versa sobre la purificación exterior y el desarrollo de un comportamiento virtuoso. Sin embargo, en cualquier sistema iniciático real, y dentro de la simplificación que implica el hecho de ritualizar una realidad inefable, el Segundo Grado gira en torno a la necesidad de purificación espiritual y el trabajo interior. O dicho en palabras de la gran iniciada española, Santa Teresa de Jesús, "hay un momento en que el alma debe volverse sobre sí mismo y buscar en su interior". Este trabajo de perfeccionamiento y purificación espiritual es el que debe quedar reflejado en el ritual de Segundo Grado.

Tablero de 2º Grado
del Rito de Emulación
El Segundo Grado ofrece una especial peculiaridad desde el punto de vista ritual. Estamos acostumbrados a decir que la Masonería constaba de dos Grados (Aprendiz y Compañero) y que posteriormente se añadió el Grado de Maestro. Esto en realidad es un  equívoco habitual, pues el Grado de Compañero, que hoy llamamos de Maestro, era en el que se representaba el Levantamiento del Maestro, que es la esencia del Tercer Grado. Lo que sucedió en realidad es que, conforme se desarrolló la ritualización de la Iniciación, resultó necesario dividir en dos partes el Primer Grado, dedicando una parte a la purificación de la conducta y otra a la purificación interior del alma. De este modo, el Grado de Compañero se desgajó del de Aprendiz. Para que nos hagamos una idea, cuando las cuatro Logias fundadoras de la Gran Logia de Londres y Wesmister se reunieron en El Ganso y la Parrilla, únicamente existían dos Grados: 1) Aprendiz, y 2) Compañero y Maestro; y en el caso irlandés, en la misma época, los Grados eran: 1) Entrado y Pasado, 2) Maestro Masón, y 3) Arco Real.


Esteve March, Josué deteniendo el Sol, Ca. 1655
En las Islas Británicas se comenzaron a emplear por separado dos leyendas bíblicas que finalmente han coexistido: la de Josué ordenando al sol que se detenga hasta derrotar a todos los enemigos del Señor, y la de Jefté combatiendo a los galaaditas. El momento en que Josué ordena al sol que se detenga es lo que conmemoramos en el Segundo Grado cuando levantamos el brazo izquierdo en el Signo Penal (es el llamado Signo de Perseverancia). Tanto uno como otro conflicto tienen un denominador común: la lucha contra los falsos dioses del paganismo, a quien los hebreos consideraban como fuente de todo mal.

Sin embargo, estas leyendas no se implantaron en suelo francés. Tanto el Rito Francés como el Rito Escocés Antiguo y Aceptado las ignoran, con la única excepción de que el REAA sí incluye el Signo de Perseverancia. Y la ceremonia de Segundo Grado consiste en la realización de los Cinco Viajes. Los que hayáis realizado esta ceremonia en REAA o RF recordaréis su temática (cinco sentidos, cinco gobernantes, cinco artes liberales, etc.), cuyo origen se halla en las lecturas prestonianas. Sin embargo, se trata de una temática sin contenido iniciático real (seguramente es por ello por lo que todos los que hemos pasado por esa ceremonia, al terminar la misma, no entendíamos qué habíamos protagonizado).


Cuando Willermoz hubo de plantearse el Segundo Grado del RER empleó lo que era habitual en Francia en aquella época, de modo que construyó la escenografía del Grado en base a la serie de viajes. Pero en este caso cambió su temática para centrarla en el trabajo espiritual interior, de modo que durante los viajes se renuncia a la
plata; a continuación se desprecia la impureza del orgullo que se mezcla con las virtudes, representado por la aleación del bronce; y finalmente se muestra el peligro de abandonar el duro hierro al efecto de la herrumbre, representando así el riesgo de no cuidar el propio espíritu. En todos los casos el recipiendario debe rechazar estos metales arrojándolos al suelo, y de este modo la ceremonia adquiere un sentido de purificación espiritual, que es la razón de ser de este Grado. No en vano Tubalcaín fue el primer artífice de los metales, y su nombre significa "posesiones terrenales". Únicamente cuando se ha renunciado a estos metales puede accederse al Tercer Grado.



EL TERCER GRADO







El desarrollo del Tercer Grado es el más estandarizado de los Grados Masonicos, y por ello es también el que guarda mayores semejanzas entre el Rito de Emulación y el Rito Escocés Rectificado. Cualquier que lo conozca en Emulación o REAA podrá seguirlo perfectamente en RER.

La ceremonia comienza de manera más o menos semejante a Emulación, con una serie de viajes que recopilan lo aprendido en los Grados anteriores. Pero mientras que en Emulación el aprendizaje se demuestra diciendo el Candidato las Palabras de Paso y de Grado de los Grados anteriores, en RER se van introduciendo unas máximas que deberán hacer reflexionar al Candidato ("Aquel que viaja por una tierra extraña nunca está tan cerca de extraviarse como cuando prescinde de su guía, creyéndose conocedor del camino", "Feliz aquel que, habiéndose estudiado a sí mismo en profundidad", etc.).


En el Tercer Grado del Rito Escocés Rectificado encontramos d
os de los momentos más lúcidos, no ya del Rito Escocés Rectificado, sino de toda la Masonería, pues consiguen definir de manera impecable qué es la Iniciación. Estos momentos son el instante en que se recibe como Maestro Masón al Candidato, y la Circulación de las Letras del Sagrado Nombre.

Los grandes esoteristas que participaron en la creación de RER tenían perfectamente claro en qué consistía la Iniciación, y cuál era la naturaleza del Tercer Grado, que es lo que actualmente denominamos un desdoblamiento astral, liberándose así el Centro del primero de los cuerpos que le lastran y lo tienen apegado a este mundo. Por ello hicieron coincidir la constitución del Maestro Masón con el instante en que se experimenta ese desdoblamiento, representado por la muerte simbólica:

V∴M∴ En el nombre de la Orden (le da un golpe de mallete sobre el hombro derecho), con el consentimiento de esta Respetable Asamblea (le da un segundo golpe de mallete sobre el hombro izquierdo), y por el poder que de ellas he recibido, os recibo Maestro Francmasón.

Pronunciando estas últimas palabras, le da un tercer golpe de mallete en la frente. Los tres golpes de mallete forman un triángulo sobre la parte superior del cuerpo del candidato. Inmediatamente y a continuación del tercer golpe, los dos Vigilantes, colocando cada uno, uno de sus pies tras los talones del candidato, le hacen caer hacia atrás empujando con una mano sobre su pecho y sosteniéndole con la otra por la espalda.

El siguiente momento es el que hace referencia a los Secretos del Maestro Masón. En Emulación (y en Rito Escocés Antiguo y Aceptado) se hace referencia a estos Secretos en el Cierre:

V.M.— Hno. Segundo Vigilante, ¿de dónde venís?
S. V. — De Occidente, a donde fuimos en búsqueda de los genuinos Secretos del Maestro Masón.
V.M.— Hno. Primer Vigilante, ¿los habéis encontrado?
P. V. — No, Venerable Maestro, pero traemos ciertos Secretos sustitutivos que deseamos someter a vuestra aprobación.

De esta forma, al dejar pendiente el hallazgo de los Secretos del Maestro Masón se está imponiendo la necesidad de un Arco Real o Maestro Escocés donde sí se encuentren. El RER, no obstante, lo plantea de otra manera.


El RER parte del molde configurado por el Rito Francés, rito Moderno por excelencia que no incluye las anteriores palabras de engarce con el Arco Real. Suponemos que si el REAA las incluyó, igual podía hacer sucedido en el Rectificado. Sin embargo se optó por una solución notablemente más ambiciosa: en el RER se llevaría a cabo el Reconocimiento de los Maestro Masones por medio de la circulación de dos de las letras del Nombre Inefable:


La lámina de oro triangular con dos letras
del Nombre Inefable que aparece en el Grado
de Maestro en el RER anuncia la lámina de oro
 triangular que se descubre en los Grados
de Maestro Escocés y Arco Real.
...y forman los nueve juntos una cadena alrededor del féretro, cogiéndose por las manos, con los brazos cruzados.
En este estado, el Venerable Maestro hace circular las dos letras indicativas de la antigua palabra de Maestro, que están trazadas sobre la lámina de oro triangular.
Las da, separadas, al oído del Maestro que está a su derecha, de manera que le vuelvan a continuación por su izquierda. Después de esto, el Venerable Maestro dice:
V.M. - Hermanos míos, conservemos cuidadosamente el recuerdo de estas dos letras. Puede que un día nos ayuden a encontrar la Palabra Perdida.

Una reunión de Maestros no tiene lugar en el plano físico, sino -por definición, pues si no no serían Maestros- en el plano astral, y muy probablemente esta es la idea que tenían los artífices del ritual en el momento de crear esta escena. El hecho de transmitir entre ellos dos letras de la antigua palabra de Maestro no puede referirse a una práctica oral, sino a una convocatoria a la que los Maestros se hayan visto llamados por encontrarse al alcance de su soga, tal y como reza el Ritual de Emulación, pues el conocimiento de la Palabra Sagrada no puede adquirirse en la condición meramente terrenal. Esta situación no responde al desconocimiento de los Secretos que plantean Emulación y REAA, sino a un conocimiento imperfecto, aunque ya correspondiente a otra esfera. Por ello no se plantea el uso de unos secretos sustitutivos y la Logia baja a Segundo Grado sin más dilación.


Otra peculiaridad del Grado de Maestro en Rito Escocés Rectificado es la Palabra de Maestro misma: M.·.B.·. En la tradición yorquina se empleaba M.·., mientras que en la tradición Moderna era M.·.B.·. Tanto en uno como en otro caso eran derivaciones fonéticas de los términos empleados en el antiguo ritual noaquita: marrow in the bone, tuétano en el hueso. Con la Unión de 1813 se comenzaron a usar en Emulación (y posteriormente en REAA) las dos palabras juntas (M.·.M.·.B.·.), pero tanto en Rito Francés como en RER se sigue empleado M.·.B.·., las dos palabras correspondientes a los Modernos.



EL ARCO REAL
Y EL 
MAESTRO ESCOCÉS
DE SAN ANDRÉS




La vistosidad de los primeros Grados del RER, y el minimalismo de los primeros Grados de Emulación, parecen invertirse cuando se entra en los Grados que versan sobre las enseñanzas del Segundo Templo, que en los Grados de origen Moderno giran en torno al Libro de Esdras. Tanto el Grado de Maestro Escocés de San Andrés como el Arco Real desarrollan el Libro de Esdras, pero de maneras sumamente distintas, pues mientras el Arco Real representan los acontecimientos narrados por Esdras de una forma casi cinematográfica, en el Grado de Maestro Escocés se narran de una forma tímida, que exige un cierto trabajo extra de comprensión si la compararmos con el modelo inglés.

En el RER se considera al Grado de Maestro Escocés como el último de los Grados propiamente masónicos, aunque se confiere en una Logia de San Andrés. En esto sigue el modelo Moderno; a diferencia del sistema Antiguo, que considera el Arco Real como el 7º Grado, el sistema Moderno plantea el Arco Real como la compleción del Grado de Maestro, y y esta perspectiva se extiende también al Maestro Escocés.


El Libro de Esdras (que hoy en día se nos presenta dividido en Libro de Esdras y Libro de Nehemías) ofrece una representación simbólica de los procesos de Regeneración humana basado en los cuatro elementos o cuatro potencias básicas del ser humano. Se puede describir a cualquier alma evaluando su majestad (fuego), su inteligencia (aire), su voluntad (tierra) y su perfidia (agua). El iniciado que escribió este libro presenta la secuencia en que estos elementos van actuando en el ser humano en un relato en el que la fuerza motriz es siempre Dios (representado por el soberano: Ciro, Darío, etc.), y van entrando sucesivamente en juego la parte regia del ser humano (o Zorobabel, que significa "príncipe del pueblo"), posteriormente Esdras (que es un personaje ficticio, pues Esdras, Ezra, Azurías, etc. es en realidad Osiris), el cual se presenta como legislador (un hábito copto: los egipcios creían que sus leyes provenían de Osiris) y es el que dicta qué normas debe seguir el hombre en su Regeneración (la autoimposición de estas normas viene plasmada por la lucha legal de Esdras por impedir que los hijos de los hebreos se casen con las hijas de gentiles y paganos). Finalmente entra en juego Nehemías, o la fuerza de voluntad para consolidar la purificación alcanzada (Nehemías se consagra a la construcción de las murallas de Jerusalén). Todo ello entre numerosos ataques y subterfugios por parte de los paganos (samaritanos), que intentarán a toda costa echar a perder la construcción del Segundo Templo. El Libro de Esdras condensa las enseñanzas fundamentales del Segundo Templo, y es el núcleo tanto del Arco Real como del Maestro Escocés, aunque, como decíamos, de manera más osada en el caso del Arco Real, el cual configura su Oficialidad y ritual plenamente en base al Libro de Esdras.

Agnus Dei, por Zurbarán.
El Grado de Maestro Escocés de San Andrés fue concebido como un solo Grado por sus creadores. Sin embargo, al asomarse a su ritual es evidente que contiene dos partes distintas, una veterotestamentaria, basada en el Libro de Esdras, y otra neotestamentaria, basada en el simbolismo joánico. Las enseñanzas del Grado están comprendidas en cuatro Discursos (dos basados en Esdras y unos basado en Hiram Abiff), y finalmente un cuarto Discurso de contenido plenamente cristiano. Esto ha provocado que, en el contexto anglosajón, este Grado se mantenga por lo común dividido en dos: Maestro Escocés, semejante al Arco Real, y Maestro Escocés de San Andrés, de impronta propiamente cristiana.

Para ver las semejanzas vamos a comparar pequeños fragmentos del ritual de uno y otro Grado.


Primer Discurso de la ceremonia de Maestro Escocés de San Andrés 


La destrucción del Primer Templo,
por Francesco Hayez (1867).
El primer Discurso de la ceremonia, y su texto homólogo en el Arco Real, hacen una metáfora de la Caída del Hombre, comparándola con el exilio del pueblo de Israel en Babilonia.

Nabucodonosor, Rey de Asiria, mientras creía no satisfacer más que su propia ambición y codicia, se convirtió en ministro secreto de la Justicia Divina, irritada contra una nación ingrata y pervertida. Dio orden a sus generales de asediar Jerusalén y su Templo. La ciudad fue tomada y saqueada; el Templo fue destruido. La Palabra Sagrada, que había sido hasta entonces toda la fuerza de la nación, se perdió. Los tesoros del Templo, que habían sido el objeto de deseo de Nabucodonosor, fueron llevados a Babilonia y profanados. El Rey, los Sacerdotes y el pueblo fueron cargados de cadenas y llevados cautivos a la nación del vencedor.

En el caso del Arco Real aparece dramatizado, de modo que el Morador Principal (en España denominado Sobrestante Principal) lo relata en primera persona:

¡Despreciaríamos descender de aquellos que huyeron de manera infame cuando la ciudad y el Sagrado Templo fueron cruelmente devastados, ni tampoco somos de aquellos que dejó atrás el general babilonio con el propósito de trabajar la tierra! (...) Muy Excelente, somos del linaje de David, y de la tribu principesca de Judá, quienes, por sus pecados y los de su pueblo, fueron puestos en cautividad junto con su Rey, Joaquín, por Nabucodonosor, Rey de Babilonia, durante un período de setenta años, tal y como predijo el profeta Jeremías.



Segundo Discurso de la ceremonia de Maestro Escocés de San Andrés 

Zorobabel reconstruye el Templo de...
Entre el Primer Discurso y el Segundo discurso ha tenido lugar el Juramento del Candidato, que en el Grado de Maestro Escocés supone el punto de inflexión entre la Caída y la Regeneración. El pueblo regresa a Israel para reconstruir el Templo destruido.

La Bondad Divina, que velaba sobre el pueblo de Israel, le había permitido conservar sus sacerdotes iluminados y los profetas, quienes instaron al pueblo a ser merecedores del fin de sus males gracias a un sincero arrepentimiento. La Bondad Divina adoptó una voluntad benigna para su porvenir y, tras setenta años de esclavitud, el pueblo recobró su libertad. Zorobabel, de la estirpe de los Príncipes de la nación, tuvo el valor de ponerse a la cabeza del pueblo para regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo destruido por los asirios.

En el relato del Arco Real narra el Sobrestante Principal:

Nuestro período de cautiverio finalizó en el primer año del reinado de Ciro, Rey de Persia, cuando el Señor Todopoderoso tuvo a bien inspirar a tan noble príncipe para que emitiese la siguiente proclmación: "Así habló Ciro, Rey de los Persas: el Señor, Dios de los Cielos, me ha dado todos los pueblos de la tierra, y Él me ha encomendado que Le construya una casa en Jerusalén, que está en Judea. ¿Quién de entre los de su pueblo se encuentra aquí? Que el Señor, su Dios, sea con él, y le permita acudir a Jerusalén".


Tercer Discurso de la ceremonia de Maestro Escocés de San Andrés 

El Tercer Discurso trata numerosos temas acerca de la Orden, de la historia de Hiram Abiff y de otros aspectos simbólicos, pero en él hay un elemento crucial: el hallazgo de la Palabra Sagrada:

Por fin, el Templo ha sido reconstruido; la Palabra Sagrada ha sido encontrada y la Masonería ha tomado un nuevo brillo que no se perderá mientras los Masones no pierdan de vista los principios sobre los cuales la Masonería ha sido fundada.


En el Arco Real, la Palabra Perdida es encontrada al descender a la Bóveda:

Aproximándome con un respeto reverencial, levanté el velo y contemplé, sobre una placa de oro, lo que humildemente me pareció ser el Nombre Sagrado y Misterioso del Dios Altísimo. Cuidadosamente repuse el velo con todo respeto y reverencia, di entonces la señal acordada y fui izado de nuevo. Con la ayuda de mis Compañeros. cerré la abertura, y nos hemos apresurado a venir aquí para comunicar a Vuestras Excelencias el descubrimiento que hemos hecho y las circunstancias que nos condujeron a él.


...y hasta aquí llega el Arco Real y, en la tradición anglosajona, el Grado de Maestro Escocés. En la tradición continental, y en la anglosajona bajo el mismo nombre de Maestro Escocés de San Andrés, el Grado añade un Cuarto Discurso que se adentra en el simbolismo cristiano.



Cuarto Discurso de la ceremonia de Maestro Escocés de San Andrés

La tradición del Arco Real Moderno dice que el hecho que estimula a los Moradores (Sobrestantes en España) a adentrarse en la Cripta donde encuentran el Sagrado Nombre es la conciencia de haber encontrado parte de la Ley Sagrada promulgada por Moisés al pie del Monte Horeb. Este cuarto párrafo del Maestro Escocés de San Andrés lo que nos enseña es que la Ley Antigua ha sido sustituido por la Ley Nueva, y que el descubrimiento del Nombre Sagrado tiene lugar en una realidad teológica nueva y cristiana.

Mas aquí veis una fortificación de murallas, abierta por doce puertas, tal y como la nueva Jerusalén es descrita por San Juan Evangelista. En el centro de esta fortificación contempláis la colina de la nueva Sión, y sobre su cima el Cordero de Dios triunfante, con el estandarte de su omnipotencia, adquirida por su inmolación voluntaria y redentora. Este cuadro alegórico, cuya explicación es tan sencilla, significa para los Masones la Antigua Ley que ha cesado, dejando su lugar a la Nueva Ley entregada a los hombres por Cristo y sellada con su sangre, convirtiéndola en imborrable y universal. La cruz de San Andrés que contempláis en la parte inferior del cuadro representa igualmente el paso de la Masonería del Antiguo al Nuevo Testamento, confirmado por el Apóstol San Andrés, que siendo al principio discípulo de San Juan Bautista, nacido para predicar la Antigua Ley y preparar el camino de la Nueva, abandonó a su primer maestro para seguir a Jesucristo, certificando con su sangre su amor y fe en el verdadero Maestro.



San Andrés conducido a la Cruz del Martirio, por Carlo Maratta (1656)


EL MAESTRO ESCOCÉS DE SAN ANDRÉS, EL CABALLERO BENEFACTOR DE LA CIUDAD SANTA  Y  SU RELACIÓN CON EL TEMPLARISMO MASÓNICO


Dice Jean François Var en su libro Jean-Baptiste Willermoz, su obra que la instrucción de Escudero Novicio y C.B.C.S. no conlleva nada que no sea una ampliación de lo enseñado anteriormente. Esto es algo lógico, ya que, en términos puramente iniciáticos, no existe nada más allá de la Regeneración que se supone culminada con el hallazgo del Sagrado Nombre tanto en el Arco Real como en el Grado de Maestro Escocés de San Andrés.

Lo mismo exactamente sucede con el Templarismo masónico, el cual introduce el tema caballeresco en la Masonería, pero que doctrinalmente no puede ir más allá de ese non plus ultra que es el Arco Real. Por ello, aparte de hacer hincapié en las virtudes caballerescas, el Templarismo masónico se dedica a reelaborar y profundizar en temas ya tratados en el Arco Real. Esta fue la razón por la que, tras la Unión de 1813 entre Antiguos y Modernos, el Templarismo se vio relegado en Inglaterra durante más de treinta años, pues si bien los Modernos se habían visto obligados a pasar por el aro de los Antiguos, aún mantenían el control administrativo, y no fue hasta la muerte del Duque de Sussex, en 1844, cuando el Templarismo masónico pudo establecerse en Inglaterra.


Caballeros Masones Templarios
La similitud de contenidos entre el Arco Real y el Maestro Escocés de San Andrés conlleva, por pura lógica, cierto reconocimiento a través de los Grados de la Constitución inglesa. Los Capítulos de Maestro Escocés y Arco Real no se reconocen entre sí, ya sea por las diferencias de contenido (especialmente la referente a la introducción del simbolismo cristiano) o por el hecho, un poco surrealista, de que supondría tener a Hermanos declaradamente cristianos participando en un Sanedrín hebreo, que es la fórmula bajo la que se reúne un Capítulo del Arco Real. Sin embargo, en los Grados Caballerescos, que también son cristianos, si se establecen esas relaciones, que se plasman en dos párrafos de las Constituciones del Temple (o por hablar con propiedad, de las Órdenes Unidas Religiosas, Militares y Masónicas del Temple, San Juan de Jerusalén, Palestina, Rodas y Malta):

Art. 53.34 Ningún candidato se Armará como Caballero hasta que haya firmado el siguiente impreso:
Yo, ………………… siendo mayor de 21 años, Maestro Masón y Compañero de un Capítulo del Santo Arco Real de Jerusalén y/o Maestro Escocés de San Andrés, declaro solemne y sinceramente que profeso la doctrina de la Santa e Indivisible Trinidad, por lo que ruego ser admitido como Caballero de las Ordenes Unidas, Religiosa, Militar y Masónica, como de Caballero Templario (...)

Art. 53.16 Ningún visitante será admitido en una Preceptoría, salvo:
(...) Que ofrezca debido testimonio de que ha sido Armado en una Preceptoría regular y reconocida de las Ordenes Unidas Religiosas, Militares y Masónicas del Temple, de San Juan de Jerusalén, Palestina, Rodas y Malta, o bien de ser un Caballero Benefactor de la Ciudad Santa de un Priorato Rectificado reconocido.





No obstante, y a pesar de la semejanza de nivel en la pirámide de Grados, los C.B.C.S. tienen una importancia muy superior dentro de un Gran Priorato a la que pueden tener los Templarios en una Gran Logia. Esto se debe a que la Orden Rectificada tiene una estructura de gobierno aristocrática, siendo los C.B.C.S. sus gobernantes y su cabeza, mientras que, dentro de la estructura de Gran Logia, los Templarios no son sino un Grado colateral (y además, si se me permite decirlo, poco menos que prescindible, a pesar de todo su boato).



Masones de la GLE votando
al Gran Maestro en 2014.
Esto no supone que una Gran Logia regular sea democrática. Ninguna estructura que desee mantener unos valores espirituales nítidos puede permitirse serlo, pues el inferior conocimiento, así como la dinámica de una masa social cuyo grado de compromiso es naturalmente discutible, sometería al conjunto de las estructura a su desnaturalización y a constantes vaivenes que acabarían con ella.


El Gran Maestro de la Gran Logia
Unida de Inglaterra, con el collarín
y la joya de Primer Gran Principal
del Arco Real.
En el caso de la Gran Logia de Inglaterra (y lo mismo sucede con la Gran Logia de España), suceden dos cosas: en primer lugar, no todos tienen derecho a votar en la elección del Gran Maestro, sino únicamente los Maestros Instalados, es decir, aquellos que han jurado no alterar los presupuestos de la regularidad masónica. Y en segundo lugar sucede algo que la mayoría de los Hermanos suelen desconocer, y es que la elección del Gran Maestro implica al mismo tiempo la del Primer Gran Principal del Santo Arco Real. Es decir, si el nuevo Gran Maestro es Pasado Primer Principal de un Capítulo, se convierte automáticamente en Primer Gran Principal del Supremo Gran Capítulo. Este hecho, así como el que la joya del Arco Real sea la única de un Grado no simbólico que puede llevarse en Logia abierta, representa la unidad orgánica de la Masonería Simbólica y el Arco Real. En una Obediencia regular, el centro de gravedad está en su Arco Real; los requisitos de la regularidad tienen su razón de ser en este Grado, y solo entendiendo correctamente el Arco Real se entiende la regularidad masónica.





LA MASONERÍA JACOBITA


La Batalla de Culloden, por David Morier. El 16 de abril de 1746 tenía lugar la Batalla de Culloden,
en Escocia, la cual supondría el revés definitivo para las pretensiones jacobitas.

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El final del Siglo XVII y comienzo del Siglo XVIII en Europa occidental quedó marcado para la historia por el éxodo de los hugonotes franceses hacia las naciones protestantes provocado por el Edicto de Nantes promulgado por Luis XIV en 1685 en Francia. Unos 200.000 protestantes se vieron obligados a emigrar so pena de acabar en galeras o en prisión. Sin embargo, esa misma época histórica vio otra diáspora a la que se suele prestar mucha menor atención, en parte por su menor envergadura (en torno a 25.000 expatriados) y quizá también por el hecho de que tenía un fuerte componente nobiliario. Se trata de la diáspora jacobita.

El Jacobismo fue esencialmente una reacción ante la discriminación sufrida en Escocia, Irlanda y el norte de Inglaterra por parte de católicos y, en menor parte, episcopalianos. El Jacobismo promovía la monarquía absoluta y hereditaria, con un rey coronado por la Gracia de Dios y únicamente responsable ante él. Además, el Jacobismo tenía un cierto tiente de obediencia pasiva ante la voluntad divina que emanaba de su interpretación de la Biblia. Realmente, la forma más sencilla de explicar el Jacobismo a un español -discúlpenme los amigos del otro lado del Atlántico que lean este blog- es evocar un movimiento español muy semejante: el Carlismo. De hecho, durante la Tercera Guerra Carlista, los jacobitas financiaron la compra de artillería para las tropas carlistas, e incluso durante la dictadura franquista era habitual que acudiesen gaiteros escoceses jacobitas a las celebraciones carlistas con el fin de compartir en fraternidad sus respectivos anacronismos históricos.

Sin embargo, había una diferencia importante entre la situación de los jacobitas del Siglo XVII y la de los carlistas que surgirían casi un siglo después: mientras que España el catolicismo era la religión hegemónica, en Gran Bretaña los católicos eran sistemáticamente discriminados. En Irlanda, en los 1640, los católicos habían organizado una Irlanda C0nfederada y se habían levantado contra el Parlamento inglés, lo que provocó que finalmente los terratenientes católicos fuesen expropiados y la Iglesia Católica sufriese una durísima represión. En Escocia, el apoyo jacobita anidó en la clase alta. Tras la Reforma de John Knox, católicos y episcopalianos se habían visto igualmente marginados. Los episcopalianos eran relativamente semejantes a los anglicanos, quienes, con ciertas modificaciones filoprotestantes, seguían siendo teóricamente católicos.


La Catedral de San Andrés de Escocia, en Saint Andrew, junto con su abadía, se convirtieron en símbolo de lo que supuso la reforma de John Knox, pues tanto catedrales como abadías hubieron de ser abandonadas. Esta catedral era la más grande de Escocia (120 metros de largo) y era la Primada de la Iglesa Católica en Escocia. En 1559 John Knox pronunció en la iglesia parroquial de Saint Andrews un sermón incendiario que provocó que los protestantes asaltasen la catedral, destruyendo altares e imágenes. Dos años después, en 1561, los agustinos que la regentaban fueron obligados a abandonar la catedral, la cual quedó vacía. Quizá en otro paraje hubiese aguantado mejor, pero en plena costa del Mar del Norte, las fortísimas tormentas primero abrieron huecos en el techo, dejando la estructura a la intemperie, con lo cual la catedral se fue paulatinamente derrumbando. Nadie se planteó prestarle cuidado alguno hasta 1826, pero para entonces ya era demasiado tarde.



Tras casi dos siglos de discriminación, los escoceses tanto católicos como episcopalianos habían desarrollado un resentimiento sumamente agresivo que hizo de los jacobitas escoceses los más irreductibles de todos. Por último, en Inglaterra, los católicos eran igualmente discriminados en función de lo que el Gobierno denominaba recusación. Los recusantes eran aquellos que se habían negado a adoptar la religión estatal, la Iglesia de Inglaterra, lo que les supuso encontrarse sometidos a sanciones tanto administrativas como penales hasta 1830, siendo en su mayoría católicos. Aunque los católicos eran muy minoritarios, en las áreas rurales de Lancashire y York suponían el 20% de la población, siendo por ello el norte de Inglaterra de donde surgiría el apoyo inglés a la causa jacobita.


Jacobo II de Inglaterra, retrato de 1686.
Jacobo II de Inglaterra era el primer monarca católico de Inglaterra en casi un siglo, lo cual alimentó las esperanzas de los católicos de que el Catolicismo fuese restablecido como religión oficial de Inglaterra. Jacobo II asumió el trono en 1685, a la muerte de su padre, Carlos II, quien había abrazado el Catolicismo en su lecho de muerte. Dos años tras su coronación, Jacobo II promulgó la Declaración para la Libertad de Conciencia, la cual otorgaba a sus súbditos total libertad para profesar sus cultos. Esto, unido a la promesa hecha al Parlamento irlandés de concederles la autodeterminación, y al detalle tan real como propagandístico de ser un rey de origen gaélico, convirtió a Jacobo II en el adalid de los católicos.

Tres años tras el comienzo de su reinado tuvo lugar la incruenta Revolución de 1688 (hoy más bien se diría un golpe de estado), en la cual el monarca fue depuesto y sustituido por su hija, María II de Inglaterra, Escocia e Irlanda, que profesaba la fe protestante. María II reinaría hasta 1694 y le sucedería su marido (y primo carnal) Guillermo, perteneciente a la Casa Orange-Nassau. El rey derrocado se vio obligado a huir a Francia, donde fue gustosamente acogido por su primo Luis XIV, el cual veía en él un posible Rey de Inglaterra que no solo no fuese su enemigo, sino que además fuese su aliado. Desde suelo francés Jacobo II dedicó a organizar las operaciones militares que deberían devolverle al trono.

Un año después de su partida Jacobo II regresaba a Irlanda con un ejército compuesto por franceses, escoceses e irlandeses. No obstante, la excelente caballería irlandesa fue incapaz de hacer frente a la artillería de los ingleses, y las tropas jacobitas fueron derrotadas en la batalla de Boyne.

En 1701 fallecía Jacobo II, al que sucedía su hijo Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, el cual sí abrazaba la causa estuardista y fue reconocido como Jacobo III de Inglaterra y VII de Escocia por las cortes de Francia, España, Módena y el Papado.

Jacobo III, el viejo pretendiente,
por Alexis Simon Belle.
En 1715 Jacobo III intentó aprovechar la inestabilidad política producida por la hambruna que estaba padeciendo Escocia para intentar retomar el trono, de modo que el Conde de Mar estableció contacto con los clanes de las Tierras Altas y los terratenientes del norte de las Tierras Bajas para que apoyasen a Jacobo III. A ello se unió otro levantamiento jacobita en el norte de Inglaterra, pero finalmente los jacobitas fueron nuevamente derrotados en la batalla de Preston.

Carlos Eduardo Estuardo,
el joven pretendiente,
por Antonio David.
La derrota definitiva de los jacobitas aconteció en las Tierras Altas de Escocia, en la batalla de Culloden, el 16 de Abril de 1746, donde los estuardistas estuvieron capitaneados por el príncipe Carlos Eduardo Estuardo. Las tropas de la Casa de Hanóver fueron especialmente crueles, y tras la derrota mataron a todos los heridos que aún quedaban en el campo de batalla, peinando el área en busca de jacobitas huidos que fueron igualmente ejecutados. Únicamente se tuvo piedad con las tropas francesas, a quienes por ser tropas de un rey extranjero sí se les consideró sujetas a las reglas de la guerra, siendo repatriadas. Las consecuencias para los clanes escoceses fueron desastrosas, pues fueron puestos fuera de la ley, y hasta las gaitas y la vestimenta típica escocesa fue prohibida. Únicamente a finales del Siglo XVIII la cultura escocesa comenzó a ser paulatinamente rehabilitada.


Tropas inglesas buscando jacobitas huidos tras la batalla de Culloden,
óleo por John Seymour Lucas (1884).




LAS LOGIAS JACOBITAS EN FRANCIA

A partir de 1688 en Inglaterra, de 1691 en Irlanda, y durante toda la primera mitad del Siglo XVIII en Escocia se produjo una incesante diáspora jacobita, protagonizada esencialmente por antiguos miembros del ejército, que llevó a entre 20.000 y 25.000 personas a buscar refugio en la vecina Francia. Se estima que se exiliaron uno 12.000 soldados escoceses, acompañados de otros 4.000 civiles escoceses, junto con 6.000 soldados irlandeses y una cantidad indeterminada de ingleses.


El castillo de Saint-Germain-en-Laye fue la primera sede de la corte jacobita en Francia, aunque en 1673 Jacobo III prefirió cambiar su residencia a Versalles. En 1670, el registro parroquial de Saint-Germain-en-Laye dejaba constancia de la presencia en la localidad de 1729 nombres jacobitas.

Los exiliados estuardistas pasaron de la desesperación a integrarse paulatinamente en su nueva patria de acogida. La mayor parte de ellos se enrolaron en el ejército francés, aunque algunos católicos acabaron entrando en el clero francés, opción que obviamente no era posible para los episcopalianos. Unos pocos elegidos fueron destinados por la Corona francesa a servirla como diplomáticos. Fueron muchos los jacobitas exiliados en Francia que dependieron del dinero enviado por sus parientes en las islas para poder subsistir.


Regalía típica escocesa.
La primera Logia documentada en Francia data de 1721. El noble católico inglés Lord Derwentwater y el armador irlandés O'Hegarty fundaron en Dunquerque la Logia (no militar) Amistad y Fraternidad. Posteriormente, en 1725, Barnabé Hute fundaba la primera Logia parisina, y en 1732 martin Kelly fundaba la primera Logia en Burdeos. No obstante, resulta impensable creer que con semejante aluvión estuardista no hubiese Logias anteriormente, aunque fuesen de naturaleza militar, adscrita a los diferentes regimientos. 

Según una tradición que se remonta a 1777, el Regimiento de Irlandeses Reales habría fundado la primera Logia, denominada La Perfecta Igualdad, en 1688, tras llegar a Saint-Germain-en-Laye acompañando a Jacobo II. Esta idea se ve reforzada por la presencia de numerosos aristócratas masónicos entre su séquito.


EL CABALLERO RAMSAY


Andrew Michael Ramsay
No obstante, el momento más célebre de la Masonería jacobita en Francia fue cuando Andrew Michael Ramsay, el Caballero Ramsey, leyó en 1737 la Asamblea de la Gran Logia Provincial de París su Oración Apología a los Masones Libres y Aceptados. Ramsay había nacido en Ayr, próximo a Kilwinning, y era un creyente de marcado misticismo. Educado como calvinista, tras pasar por distintos grupos religiosos se había convertido al Catolicismo Romano. Era un hombre sumamente instruido, Doctor en Derecho Civil por la Universidad de Oxford y miembro de la Royal Society, y en 1724 fue escogido por Jacobo III como preceptor de sus hijos. 

Ramsay es recordado en la Masonería principalmente por dos cosas: la primera, por haber inventado el Oficio de Orador, que entonces tenía un carácter más religioso que en la actualidad. En calidad de Gran Orador, Ramsay escribió al Primer Ministro de Francia, el Cardenal De Fleury, para que la Iglesia pusiese bajo su tutela la Masonería cristiana que practicaban los jacobitas, aunque el Cardenal rechazó la petición anotando al margen de la petición "El Rey no lo desea".


El cardenal Fleury.

La segunda razón por la que es recordado es porque en 1737 pronunció en la Asamblea de la Gran Logia de Francia su famosa Oración Discurso para pronunciar en la recepción de Francmasones, en la que reivindicaba el pasado cruzado de la Masonería, presentándola como herederos de los Hospitalarios. Quizá el incipiente sistema de tres Grados era suficiente para Inglaterra; pero a la nobleza y clase alta francesa era preciso ofrecerles algo que presentase a la Masonería como un digno objeto de trabajo para caballeros de la alta sociedad, y Ramsay tocó la tecla adecuada. 


En su Oración, Ramsay presentaba a los cruzados no solo como guerreros, sino como masones que habían buscado los secretos en Tierra Santa con la espada en una mano y la paleta en la otra. De hecho, presentaba como hecho fundamental de la Masonería (y en los Grados escoceses originales esta era uno de sus principales temas) el descubrimiento de la Palabra Perdida por parte de los cruzados al descender a una bóveda (tal y como se hace actualmente en el Arco Real). Esto fue el detonante para que empezasen a crearse en Francia Grados caballerescos de manera poco menos que incontrolada, Grados que posteriormente se irían reagrupando en los distintos ritos, o bien irían desapareciendo con el tiempo.





LOS GRADOS MASÓNICOS JACOBITAS

Aunque el discurso de Ramsay fue el pistoletazo que provocó la creación de centenares de Grados masónicos caballerescos en Francia, cabe preguntarse si no se habría creado antes el embrión de algunos Grados. Acerca de esto únicamente podemos especular. Otro elemento a tener en cuenta es que, si bien hay Grados de creación puramente jacobita, otros tan sólo muestran influencias o comparten temas comunes. Una línea ritual que está especialmente documentada como creación jacobita es la correspondiente al Capítulo de Clermont, cuya fundación suele atribuirse al Caballero de Bonneville en 1754, pero que es en realidad una continuación de la Orden Templaria en la que el Barón Von Hund fue recibido en 1743, y de la que sí se tiene constancia de haber sido creada por jacobitas todavía residentes en Saint-Germain junto con otros del Colegio de Clermont. Según Claude Antoine Thory, este Capítulo trabajaba los tres Grados Simbólicos, el Grado de Maestro Escocés de San Andrés, y tres Grados superiores: 5º Caballero del Águila o Maestro Selecto, 6º Ilustre Caballero Templario, y 7º Sublime Caballero Ilustre.


John Robinson y una edición
moderna de Proofs of a Conspiracy.
Antes de pasar a relatar una serie de Grados de indudable pedigrí jacobita creo conveniente citar, aun con todas las reservas que merecen, dos libros. El primero es Proofs of a Conspiracy de John Robinson, porque es el primer libro que trata este tema. Este libro está escrito en 1798 con unos criterios historiográficos más que dudosos, pues habla de Masonería de tres Grados mucho antes que se introdujese la leyenda hiramita, e incurre en constantes anacronismos. No obstante incluye algunos párrafos que dan que pensar, por ejemplo:



Fue en la Logia establecia en Saint-Germain donde el Grado de Caballero Masón Escocés fue añadido a los tres Grados Simbólicos de la Masonería. (...) Este Rango de Caballero Escocés fue considerado como el primer Grado del Perfecto Masón.

J.M. Ragon, en su Orthodoxie Maçonnique, afirma que 
...la decapitación del rey Carlos I produjo grandes modificaciones en el último Grado, el cual había adquirido carácter bíblico. La misma época vio nacer los Grados de Maestro Secreto, Maestro Perfecto y Maestro Irlandés, de los cuales Carlos I sería el héroe, bajo el nombre de Hiram.

Afirmación que difícilmente puede sostenerse si tenemos en cuenta que la figura de Hiram Abiff no aparece en la Masonería hasta 70 años más tarde. No obstante insistimos en que ambos libros difícilmente pueden considerarse como fuentes fiables según los criterios historiográficos modernos.


Pasando ya a algunos de los Grados masónicos de más clara impronta jacobita, podríamos citar, entre otros:

Maestro Irlandés, Perfecto Maestro Irlandés, Poderoso Maestro Irlandés. Según afirma J. M. Ragon en su Thuileur Général, estos tres Grados fueron creados en 1747 en París por los favoritos de Carlos Eduardo Estuardo, siendo vendidos a los partidarios jacobitas. El Grado de Maestro Irlandés aparece en el Rito Escocés Primitivo como Maestro Irlandés o Preboste y Juez, siendo actualmente el 7º Grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El Grado de Perfecto Maestro Irlandés pasó a ser el 7º del Rito de Misraim, y el de Poderoso Maestro Irlandés se convirtió en el 8º de la Université.


El Castillo de Mongenan mantiene el único
templo masónico francés del Siglo XVIII.
Maestro Escocés de la Bóveda de Jacobo VI. (El cardinal se debe a que Jacobo II era también Jacobo VI de Escocia). Este Grado que narra el descenso a la Bóveda donde se encuentran los Secretos del Maestro Masón fue posteriormente despojado de sus pretensiones políticas, y es presentado actualmente como el Grado 13º del R.E.A.A.: Real Arco de Salomón. En realidad este Grado forma parte de una tradición más amplia también atribuida a los planteamientos de Ramsay: los Grados Crípticos, que actualmente se practican en Estados Unidos, y que versan sobre los acontecimientos anteriores a la Leyenda Hirámica.

Maestro Escocés. Si hay algo que se parezca a una élite nobiliaria dentro de la Masonería, esto fue el Grado de Maestro Escocés, siéndoles sus privilegios reconocidos por la Gran Logia de Francia en 1755. Los Maestros Escoceses portaban una vestimenta distintiva, tenían el privilegio de permanecer cubiertos en Cónclave de Maestros, podían conferir Grados por medio de ceremonia o a la vista, y nombraban al Venerable Maestro de la Logia a la cual estaban adscritos sin que mediase votación en la Logia. Posteriormente la Gran Logia de Francia les permitió incluso emitir Cartas Patentes. La Logia Escocesa Madre de Marsella elaboró una serie de Grados que posteriormente no se incluyeron en el R.E.A.A., sino en el Rito de Menfis, de 96 Grados. Obviamente, si bien en la Masonería Simbólica podía ingresar una membresía más o menos ecuménica, el Grado de Maestro Escocés, así como el de Elegido (Élu), estaban reservados a la élite jacobita.

Ayuntamiento de Arras
(Artois, Francia)
Elegido (Élu). El Grado de Elegido, Electo o Élu es seguramente el Grado jacobita creado con mayor vocación elitista, e inicialmente se confería a contados personajes de la corte jacobita. No obstante enseguida se convirtió en uno de los más populares.

Escocés Jacobita. En 1747, un año después del desastre de Culloden, Carlos Eduardo Estuardo emitió una Patente para la formación, en la ciudad de Arras, de un "Soberano Capítulo Primordial de la Rosa Cruz, bajo el título distintivo de Escocés Jacobita". El mismo nombre no deja lugar a dudas. El documento original fue  descubierto en 1853 por el Conde Hamel en los archivos del Departamento de Artois, circunscripción donde se encuentra Arras. En este documento el Joven Pretendiente cita sus títulos masónicos:


Nos, Carlos Eduardo, Rey de Inglaterra, Francia, Escocia e Irlanda, y como tal Gran Maestro del Capítulo de Heredom, conocido bajo el título de Caballero del Águila y el Pelícano, y tras nuestros pesares e infortunios como Caballero Rosacruz (...) creamos y erigimos, por la presente Bula, un Soberano Capítulo Primordial de la Rosa Cruz, bajo el título distintivo de Escocés Jacobita.

El modo de organización que se dispuso para estos Capítulos parecía más bien destinado a alistar a otros Masones bajo su enseña política: los miembros del Capítulo estaban autorizados "no solo a armar Caballeros, sino a fundar Capítulos en cualquier ciudad que considerasen conveniente".

Joya de pecho de la Real Orden de Escocia.

La enumeración de sus títulos contiene uno que quizá nos pase percibido pero que para cualquier escocés tiene una considerable carga afectiva: Gran Maestro del Capítulo de Heredom. El Capítulo de Heredom es el segundo Grado de la Real Orden de Escocia (el primero es Caballero de la Rosa Cruz), y este Capítulo se reúne dejando vacante el Sitial del Gran Maestro, pues tal honor corresponde al Rey de Escocia. Al declarase Gran Maestro del Capítulo de Heredom se ha especulado con la posibilidad de que fuese instalado como Gran Maestro en Escocia durante la campaña militar del año anterior, pero bien pudiera ser que, reconociéndose como Rey de Escocia, solo estuviese proclamando que esa Gran Maestría le corresponde.

Leal Masón Escocés. En 1747, supuestamente en agradecimiento por el buen recibimiento ofrecido en Toulouse a Sir Samuel Lockart, Edecán de Jacobo III, se creó el Capítulo de Leales Masones Escoceses o Rito de Veille Bru. En realidad este rito sirvió principalmente para que aristócratas jacobitas exiliados pudiesen tener unos ingresos, pues siguiendo la costumbre habitual en la época, las Patentes se vendieron sistemáticamente.

Escocés Trinitario. Este Grado data de 1756. Aunque hoy en día se confiere por comunicación, en su momento tenía un ritual extensísimo, seguramente porque surgió como compendio de una serie de Grados anteriores denominados Orden de los Escoceses Trinitarios. Se trataba de un Grado especialmente místico, cuyo ritual de apertura rezaba: "La armonía reina, la naturaleza espera, el Tercer Cielo ha sido abierto".

Por último, citar que hay algunas palabras del Rito Escocés Antiguo y Aceptado que apenas pueden ocultar su origen jacobita. Entre ellas destacan dos: Romvell, una clara alusión a Cromwell, quien ejecutó a Carlos I, abuelo de Jacobo II; y Jackson, cuyo origen probablemente tenga que ver con Jacques (Jacobo en Francés), de modo que Jackson sería una palabra híbrida del inglés y el francés: Jacques-son, hijo de Jacobo.




Charles-Bertrand Jumeux diserta
sobre las Logias jacobitas en Francia.




Tropas jacobitas en una recreación moderna de la batalla de Culloden.


"La Batalla de Culloden fue librada en este páramo el 16 de Abril de 1746.
Las tumbas de los galantes highlanders que lucharon por Escocia y por
el Príncipe Carlos aparecen marcadas según los nombres de sus clanes".



Vídeo que muestra una reconstrucción generada
por ordenador de la Catedral de San Andrés,
en Saint Andrew (Escocia).