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La ausencia de la mujer en la Masonería regular


En esta entrada del blog vamos a tratar uno de los puntos principales que marcan la diferencia entre las obediencias reconocidas por al Gran Logia Unida de Inglaterra (regulares), y las no reconocidas (irregulares, aunque realmente no es el reconocimiento de la UGLE lo que otorga la regularidad): la ausencia de mujeres en las logias. Quizá a algunos hermanos no les guste que me refiera a ellos como irregulares, pero estos dos términos, regular e irregular, son inmediatamente comprensibles y ahorran tiempo, perífrasis y explicaciones, por lo que os ruego que me disculpéis por el hecho de que los emplee.

He redactado esta entrada del blog porque la exclusión de la mujer es un tema que los masones regulares aceptamos, aun sin saber generalmente por qué debe ser así, del mismo modo que para los masones irregulares la exclusión de la mujer (al igual que la exigencia en la creencia en el G.A.D.U.) es percibida como una imposición gratuita e injustificada. Hace poco se puso en contacto conmigo un hermano chileno de una obediencia afín al G.O.D.F., quien me pedía información acerca de la presencia de mujeres en la masonería operativa, y pocos días después vi esta publicación de la Gran Logia Simbólica de España. Seguramente son también muchos los masones regulares que no entienden la razón de esta prohibición, de modo que me planteé escribir esta entrada tratando el tema ¿por qué no hay mujeres en Masonería regular?



Antes de entrar con la verdadera razón creo conveniente descartar dos argumentos a los que se suele apelar para justificarlo, para posteriormente llegar al quid de la cuestión.

Los landmarks. Uno de los argumentos más usados a este respecto es que los landmarks lo prohíben. Hay varias listas de landmarks o linderos de la Masonería. Cualquier masón conoce el landmark 18 de Mackey:
Los candidatos a la Francmasonería deberán reunir ciertos requisitos, a saber: ser de edad madura, no tullidos, y nacidos libres.
El hecho de que el masón deba ser hombre no se menciona porque no era verosímil que una mujer entrase en el gremio de masones. Hay versiones posteriores que sí excluyen por escrito a la mujer, pero la original no la cita. Sin embargo, este argumento no tiene sentido, pues de ser así las logias también impedirían que entrase un cojo o un ciego, lo que no sucede, obviamente. Del mismo modo que es muy raro que se reteje a un visitante (existen los diplomas masónicos impresos), e igualmente los modos de reconocimiento han sido alterados (en Inglaterra las Palabras de los dos primeros grados están invertidas). Los landmarks no son realmente la razón.

La tradición. Basar la exclusión de la mujer en la tradición tiene una curiosa ventaja, y es que discutir un uso practicado durante siglos resulta incómodo. De hecho, en cualquier discusión pública sobre este tema, poner sobre el tapete la tradición permite llevar el debate a un punto sin salida. Pero la tradición es solo consecuencia, no causa, y cuando la causa que la originaba cesa, la tradición cesa. No había mujeres en masonería operativa por una mera cuestión de fuerza física y porque el rol de la mujer estaba centrado en la maternidad. Pero ahora esa razón no es válida, y sí hay masonas operativas.

Es obligado decir que la tradición tiene un peso distinto en la mentalidad británica y en la española: los británicos son enormemente tradicionalistas, por lo para ellos la mera tradición de que no hubiese mujeres masonería sería seguramente suficiente, mientras que para la mentalidad española es un argumento más endeble. Pero en cualquier caso, la tradición tampoco es la razón.



¿Por qué no puede haber mujeres en Masonería regular?


La verdadera razón por la que no pueden entrar mujeres en masonería regular, del mismo modo que no deberían entrar hombres en una fraternidad iniciática femenina, se debe a que la presencia del otro sexo arruina el trabajo iniciático entendido como camino místico.

Con esto llegamos a otra cuestión, y es el hecho de que la masonería regular y la irregular no tienen la misma finalidad. A pesar de que los mandiles y el mobiliario de la logia provoquen la impresión de que somos lo mismo, el horizonte último es radicalmente distinto. 

En las obediencias regulares su fin último es, a pesar de las enormes deficiencias de sus miembros, la Iniciación con mayúscula, entendida como retorno al estado paradisíaco del cual una vez nuestra alma gozó, pero que por un acontecimiento infausto perdimos (en la cultura cristiana a este último hecho se le denomina "la Caída del Hombre").

Sin embargo, otras obediencias permiten que sus miembros sean ateos y sus logias tengan un componente político. En realidad ambos elementos van de la mano, pues cuando la espiritualidad desaparece, el hueco que deja tiende a ser rellenado por la política. Si uno no cree que exista una realidad espiritual al margen de la material, la Iniciación deja de tener sentido y solo queda la política.


Entiendo que habrá lectores que dirán que se puede ser ateo y al mismo tiempo espiritual, o que la Iniciación no tiene por qué ser necesariamente planteada en términos místicos. Eso es algo que entra dentro del libre albedrío de cada uno, pero en mi opinión en cuanto la política entra en una obediencia esta se convierte, en mayor o menor medida, en un lobby político.

Pero volvamos a la cuestión de por qué no puede haber mujeres en Masonería regular.

Nosotros, iniciados de salón con nuestra regalía y oropel, tendemos a contemplar el camino iniciático como algo plácido y feliz, cuando la verdadera Iniciación no lo es. La realidad de la Iniciación, con mayúscula, es políticamente incorrecta: es un proceso duro y destructivo para el que la experimenta, y si hay algo que presida la vivencia iniciática real es el sufrimiento. La purificación solo se consigue a través del dolor de corazón y el remordimiento, y la evolución espiritual del Iniciado suele provocar que aquel que alcanza unos niveles más altos de espiritualidad se aleje de sus seres queridos y de su círculo de amistades anteriores, que ahora le lastran en su progreso. La incomprensión por parte de quienes le rodean será la tónica para él, como también lo puede ser el rechazo de estos, e incluso puede sufrir pobreza material. Este sufrimiento es lo que plasma el Ritual de Emulación cuando afirma que el candidato a Maestro recibe su salario, que consiste en medio shekel de plata (es decir, los odiosos metales), y lo hace "sin escrúpulo ni retraimiento" (without scrupple or diffidence). Es decir, el obrero recibe su salario con la misma actitud que un empleado que ha hecho algo malo va a recibir una reprimenda de su empleador, pues el salario masónico es fundamentalmente padecimiento. En Masonería, cobrar el salario es algo desagradable y, como decimos, la recompensa durante el desarrollo por los distintos planos espirituales es mucho más ingrata de lo que parece.

Cuando las personas están sumidas en un proceso de destrucción de la propia personalidad, sencillamente no se les puede poner en compañía del otro sexo porque de manera refleja se refugiarían en él. Ante situaciones de angustia, presión o peligro, los seres humanos reaccionamos así. Un ejemplo arquetípico es lo que sucede entre hombres y mujeres cuando comparten un frente de batalla. Algo semejante sucedería entre aquellos que se encuentran en las distintas fases de este proceso. Esta regla vale tanto para hombres como para mujeres. Pero ni siquiera hace falta irse a un estadio tan avanzado. Desde las primeras etapas, la presencia de personas del otro sexo es siempre una rémora para el trabajo espiritual, pues estamos sujetos a la servidumbre de tener un cuerpo físico y a sus pulsiones. Por todo esto las grandes tradiciones espirituales siempre han segregado los dos sexos. Quizá también convendría tener en cuenta que el sociograma de un grupo compuesto únicamente por hombres es muy distintos del de un grupo mixto, donde la mera presencia de mujeres provoca que la máscara freudiana aparezca en los hombres aún más de lo habitual, aunque esta pueda ser una cuestión meramente anecdótica.

Naturalmente, y me limito a constatar el hecho, las Grandes Logias regulares no son obediencias donde sus miembros sean masivamente místicos buscando experimentar el Paraíso, Nirvana, Samadhi, o como lo llame cada uno según su denominación religiosa. La mayoría de los británicos la viven como un respetable club de caballeros. Entre los masones regulares españoles hay muchos que la viven como una escuela espiritual, pero son muchos igualmente los que la consideran un ateneo o incluso desearían introducir la política en la obediencia. Del mismo modo que el Ritual de Emulación o el Rito York tienen un carácter muy distinto al del Rito Francés o su primo hermano (en los tres grados simbólicos), el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

En una asociación profana sería un atentado al sentido común discriminar por sexo u opción sexual. Esto, como dirían los estadounidenses, es self-evident. Sin embargo, en Masonería, el debate acerca de trabajar de manera junta o segregada es el debate sobre el fin último de la obediencia. O se juega con las reglas de la espiritualidad, o se juega con las reglas de la política. 

Sencillamente, pedir a una obediencia regular que admita mujeres significa en realidad decirle "renuncia a la espiritualidad y entra en el juego político". 

Y esa es la cuestión. En un asociación profana no hay razón alguna para separar hombres y mujeres. Pero en una obediencia cuyo fin último sea la Iniciación, no queda más remedio.

Y lo que yo pensaba mientras escribía las líneas anteriores: ¿cómo se consigue que un ateo positivista pueda tener en cuenta la naturaleza mística de la Iniciación y lo que ello implica?



Para concluir, quisiera mencionar dos cuestiones.

En primer lugar, creo que conviene mencionar que las mujeres siempre han tenido su propia tradición iniciática, que es milenaria y mucho más antigua que la Masonería: el telar. Desde el mito de Aracne, pasando por Penélope (que tejía de día y destejía de noche), hasta La Bella Durmiente (un relato que avisa a las mujeres de los peligros de la Iniciación), la tradición iniciática femenina ha girado en torno al telar y a la mujer que tejía la vida de quienes le rodeaban. Quizá la emancipación de la mujer de su papel de madre a partir del siglo XX haya provocado que se alejen del universo simbólico del telar, aunque algunas órdenes iniciáticas femeninas lo sigan manteniendo. Por cierto, para el que no lo sepa, actualmente se emplea mucho una aplicación informática cuyo nombre es una elegante alusión a la Iniciación femenina. Me refiero a la aplicación Dreamweaver, que sirve para crear páginas web. El nombre se lo pusieron sus creadores al asimilar el universo paralelo de internet con el plano astral. Dreamweaver significa "tejedora de sueños".







Y en segundo y último lugar, comentar que en ocasiones he leído diversos escritos que aparecen de cuando en cuando en internet y pretenden defender la tesis de que había mujeres en las logias operativas, con el fin de justificar que deba haber mujeres en las logias especulativas actuales.

Creo que intentar defender ese punto de vista implica tener un enorme desconocimiento histórico. A este respecto creo que procede comentar las siguientes cuestiones históricas:

1) Hasta el siglo XVIII, la única ceremonia que se celebraba era para crear Fellowcrafts (Compañeros) que entonces eran lo que hoy llamamos Maestros. Un Aprendiz Indenturado (Indentured Apprentice) se convertía en Aprendiz Entrado (Entered Apprentice) al pagar la cuota que le liberaba de los Lazos de Indentura (Bonds of Indenture) que le ataban al Maestro que le había formado, pero no se hacía una ceremonia de iniciación. La parte de Aprendiz Entrado no aparece ritualizada hasta comienzos del siglo XVIII. Obviamente, no aparecen nombres de mujeres en los documentos de Antiguos Deberes.

2) Es una creencia muy extendida que las logias operativas eran entornos donde se podían mantener discusiones semiilustradas en un ambiente de cierta libertad. Desengañémonos: las logias medievales eran férreamente católico romanas (en Inglaterra también), y las logias calvinistas que inventaron la Palabra de Masón eran de un fanatismo religioso que hoy nos sorprendería (hablamos de la época de los covenanters, calvinistas escoceses que derramaron su sangre por no acatar el culto católico anglicano).

3) A finales de la Edad Media, la esperanza de vida media era de 35 años los hombres y de 33 años las mujeres. Esta diferencia se debe a la mortalidad por los partos. Aproximadamente la mitad de los niños fallecían antes de llegar a los 12 años.

4) El índice de alfabetización en Gran Bretaña a finales de la Edad Media era del 15%. El criterio historiográfico para establecer si alguien estaba alfabetizado era comprobar si había podido firmar con su nombre completo su partida eclesiástica de matrimonio. En tal caso se le consideraba alfabetizado. La alfabetización en Gran Bretaña aumentó considerablemente tras la aparición de las Biblias impresas. Para los calvinistas, así como para unos anglicanos cada vez más protestantizados, la Biblia era el eje de su fe, por lo que lo habitual a finales del siglo XVII era que en cada casa hubiese un solo libro, y ese libro fuese la Biblia. En el siglo XVIII se diversificaron los libros impresos, obviamente.

3 comentarios:

  1. Muy buen análisis. Creo que en la actualidad, en la Masonería Femenina, mas que buscar la regularidad se busca el reconocimiento como Orden Iniciática. Pero hasta esto último ahora ya no es de tanta importancia para las mujeres Iniciadas. Saludos

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