LA EVOLUCIÓN DE LOS RITUALES ANTIGUOS



Del mismo modo que los arqueólogos dividen la historia en unos períodos que permiten manejarla de forma práctica y que reflejan el desarrollo de conocimiento, tales como la Edad de Piedra, la Edad del Bronce, la Edad del Hierro, etc., vamos a contemplar la evolución de los rituales masónicos dividiendo su historia en una serie de etapas. Es evidente que estos períodos de tiempo tienen límites difusos y que, por lo general, se superponen en el tiempo; lo que no obsta para que esta división artificial nos facilite la tarea de aproximarnos a su desarrollo. Vamos a considerar las siguientes etapas: etapa operativa, etapa de la taberna, etapa moral, etapa de las lecturas y etapa de estandarización. A ello tenemos que añadir las aportaciones de los Modernos, y algunos detalles importados de las asociaciones esotéricas, tan en boga entre la aristocracia del Imperio Británico durante la época de formación de los rituales actuales.

La etapa operativa, como su nombre indica, hace referencia al período en que el ritual se hallaba en las manos de los masones operativos. Independientemente de cuál sea la teoría que se emplee para explicar el origen de la Masonería, resulta claro que los rituales masónicos tienen su origen remoto en las prácticas ritualizadas de las Logias operativas escocesas de finales del Siglo XVII y principios del XVIII, aunque estas también son el fruto de una lenta evolución cuyo origen se encuentra aún más atrás en el tiempo. La liturgia practicada entonces era mucho más sencilla que las actuales, pero ya contenía una serie de elementos que se perpetuarían, como son las palabras asociadas a los pilares, la obligación de mantener el secreto, la postura del juramento u obligación, los Cinco Puntos, y rudimentos de la forma de la Logia, así como de ciertos contenidos y simbolismo. Del mismo modo, nuestros antepasados operativos nos legaron todo un cuerpo de historias legendarias y de tradiciones no específicamente rituales que han ayudado mucho a configurar los usos actuales.

La etapa de la taberna hace referencia al período en que los masones especulativos se reunían en salas alquiladas en las tabernas para degustar un ágape, durante el cual trabajaban una serie de preguntas y respuestas que eran interrumpidas por elaborados brindis y, en ocasiones, canciones. En este sentido, los masones seguían la pauta de otras muchas organizaciones, bastante comunes en el entorno anglosajón durante el Siglo XVIII, que celebraban igualmente iniciaciones y ceremonias en torno a un banquete. En esta época se introducen otros elementos como son el trazado del suelo (que realizaban con una pasta caliza, borrando con una fregona los trazos al final) y buena parte de la imaginería y mobiliario actuales. Durante este período se producen también unos grandes adelantos conceptuales en la Masonería, pues aparecen en los rituales dos elementos fundamentales: el grado de Maestro, y el Santo Arco Real de Jerusalén, con lo que la estructura iniciática de la Masonería es por fin culminada. Las iniciaciones se llevaban a cabo, o bien en otro salón, o bien en el mismo lugar, dejando en el centro la mesa alargada. Cuando los hermanos se encontraban sentados en la mesa, el Venerable Maestro se sentaba en un extremo (la literatura irlandesa lo documenta con sombrero de copa y una capa de color morado sobre los hombros), mientras que en el otro extremo se encontraban los Vigilantes (de donde procede la costumbre, en algunos ritos, de que ambos Vigilantes se sitúen en el Occidente).

La etapa moral de mediados del Siglo XVIII contempla la introducción del simbolismo moral y la instrucción en las ceremonias. Se profundizó en muchos símbolos existentes para ofrecer lecciones científicas y morales, y el simbolismo del Templo de Salomón comenzó a invadir los Grados de Compañero y Aprendiz. Es un hecho curioso pero constatable que, conforme se iban introduciendo elementos moralizantes, se iba descristianizando paulatinamente la Masonería, lo que probablemente se debiese a los nuevos aires ilustrados, así como a la voluntad de evitar discrepancias religiosas entre los creyentes de distintos religiones en el interior de las Logias; lo que no fue óbice para que se aumentaran las referencias al Antiguo Testamento. Desde el punto de vista ritual, los dos elementos más importantes que subsisten de esta época son la Lección de Caridad y la explicación de las Herramientas de cada grado; el Volumen de la Ley Sagrada, la Escuadra y el Compás adquieren ya su significado actual.

La etapa de las lecturas vio como surgían en el contexto de habla inglesa una serie de nombres todavía hoy conocidos: Preston, Webb, Finch, etc. Estos preceptores de ritual desarrollaron sus versiones particulares del mismo, dándole a estas lecturas de contenido moral y simbólico una presencia y complejidad de la que hasta entonces habían carecido. Quizá convenga no confundir las lecturas con las planchas actuales: la palabra “lectura” se aplicó durante la primera mitad del Siglo XVIII al catecismo dialogado que se recitaba por turnos en la mesa, el cual fue sustituido paulatinamente por extensos textos que debían memorizarse y declamarse en Logia, que es a lo que llamamos “lectura” actualmente. Posteriormente, en el contexto continental, derivó en las planchas. El paso intermedio entre los preceptores lectores y la popularización de la plancha como herramienta de trabajo masónico fue el hecho de que el recitado de las lecturas se encomendase específicamente a los Stewards o Auxiliares, razón por la cual en Francia se les denominó Expertos, tras lo cual la plancha que conocemos hoy en día fue introduciéndose paulatinamente.

El auge de las lecturas tuvo dos consecuencias: en primer lugar, hizo necesario el unificar los rituales; y en segundo lugar, dada la extensión de las mismas, que imposibilitaba el poder memorizarlas asistiendo únicamente a las Logias de Instrucción, se hizo imperativo imprimirlas. Hasta entonces, las dos únicas versiones impresas de los rituales se había debido a motivaciones espurias (Masonry Dissected y The Three Distinct Knocks). Ahora sería necesario imprimir los rituales debido a su extensión y publicar manuales.


Grabado inglés del Siglo XVIII en el que se representa la Iniciación
de un Candidato en casa de un noble.



UNA TENIDA DE FINALES DEL SIGLO XVIII

Para que nos hagamos una idea de cómo era la Masonería a finales del Siglo XVIII, conviene que conozcamos cómo transcurría una Tenida típica en esta época.

Los Hermanos se reunían en la habitación del banquete y abrían la Logia. Una vez que los Hermanos se habían sentado, el Venerable se sentaba en un extremo de la mesa con las Tres Grandes Luces dispuestas sobre la mesa ante él. Ambos Vigilantes se sentaban en el extremo opuesto de la mesa, con sus columnas, que representaban los dos pilares, dispuestos igualmente sobre la mesa. Junto a las Tres Grandes Luces se disponían sendas velas, o bien se ponía una junto al Venerable y otras dos junto a los Vigilantes. Sobre la mesa se disponían Herramientas de cantero. El resto de oficiales se sentaban alrededor de la mesa de modo semejante a las posiciones, hoy en día, del Rito de Emulación.

Si había algún candidato esa noche, era preparado en una habitación anexa, mientras se trazaba en el suelo la disposición de la Logia simbólica. La ceremonia podía tener lugar en otra sala, o bien en la misma sala del ágape, alrededor de la mesa; pero lo normal es que tuviese lugar en una sala distinta, con los oficiales de la Logia permaneciendo de pie. Dentro del trazado de la Logia simbólica se encontraban los oficiales principales, las velas, y una mesa sosteniendo la Biblia. Una vez que el Candidato era introducido, era presentado, realizaba las circunambulaciones, tomaba su Obligación, y era investido con el grado. El trazado del suelo era explicado al Candidato, tras lo cual era borrado con una fregona y la habitación era devuelta a su aspecto previo.

De vuelta a la sala del ágape, el Candidato era vuelto a vestir, y era sentado en el extremo NE de la mesa, donde el Venerable le pronunciaba una exhortación y le explicaba las herramientas de su grado, tras lo cual se servía la cena. Durante la cena se procedía a la serie de preguntas y respuestas, que los Hermanos respondían por turnos, mientras realizaban profusos brindis. Finalmente se cerraba la Tenida, quedándose los más irreductibles a beber con el resto de Hermanos y el tabernero. Así era una Tenida en la segunda mitad del Siglo XVIII.


LOS MODERNOS

Pero la segunda mitad del Siglo XVIII va a contemplar también cómo se desarrolla un nuevo tipo de Masonería que creará unos usos totalmente distintos: los Modernos.

Hasta ahora hemos visto tres maneras de trabajar en Masonería: en primer lugar, por medio de preguntas y respuestas que se memorizaban con la práctica oral, que es el sistema que empleaban los masones operativos. En segundo lugar, por medio del ritual, y en tercer lugar por medio de las lecturas declamadas. Actualmente podemos encontrar estos tres modelos en cualquier representación del Tercer Grado: las preguntas y respuestas para pasar del Segundo al Tercer Grado, y en la instrucción propia del grado; el ritual en la primera parte de la ceremonia, y finalmente la Historia Tradicional.

Sin embargo, la particular idiosincrasia de la Masonería Moderna iba a introducir ex novo unos procedimientos hasta ahora desconocidos. En el Ritual de Bristol, el primer ritual moderno que se conserva (excepción hecha de Masonry Dissected), y que por el desarrollo del Tercer Grado podemos datar hacia 1760, en las notas preliminares aparecen dos líneas a las que rara vez se presta atención, pero que marcan una diferencia fundamental con el modo de trabajar antiguo: “Debe procurarse que el Candidato piense por sí mismo, y los Diáconos no deben apuntarle las respuestas. En caso de duda consúltese al Director de Ceremonias”. Los que hemos podido trabajar en ritos de ambas tradiciones sabemos que este es un rasgo específico de la Masonería moderna, mientras que en Emulación, York, Escocés Estándar e Irlandés, es siempre el Diácono el que apunta al Candidato las respuestas, al punto de que el único momento de la Tenida en que el Candidato dispone de libertad para responder por sí mismo es en el instante en que debe aceptar si toma o no la Obligación, permitiéndosele así echarse atrás si tal fuese su deseo. Otros detalles sumamente importantes que aparecen por primera vez en este ritual son las preguntas escritas previas a la admisión del Candidato (origen del Testamento Filosófico), la Copa de la Amargura, el Círculo de Espadas y algunas originalidades que no han perdurado, tales como dar un golpe de gong en el momento en que el Candidato ve la luz, o el florido texto que se decía con motivo del citado Círculo de Espadas: “El Círculo de Espadas que os rodea representa también la universalidad de la Masonería, pues donde quiera que la voluntad de la Providencia os envíe, ya residáis en la civilizada Europa, visitéis el hielo de las regiones del norte, languidezcáis bajo la arena sin caminos del desierto africano, atraveséis los bancos del Nilo, el Ganges, el Eúfrates o el Mississippi, o moréis en los inconmensurables páramos habitados por tribus indias, allende el Atlántico, o entre los árabes errantes, o los nómadas tártaros, o entre los lejanos chinos; o incluso, sí, en el mismo campo de batalla, en todas partes encontraréis un Hermano, el cual os saludará en el lenguaje universal de la Masonería”. Preston, que pertenecía a los Modernos, introdujo también las alusiones del Segundo Grado a los sentidos, las artes liberales y los órdenes arquitectónicos.

No obstante, el particular universo de los Modernos es demasiado complejo como para extenderse en estas notas que no pretenden sino ofrecer unas líneas generales del desarrollo de los rituales.




En este grabado de William Hogarth se muestra al Venerable de su Logia, Sir  Thomas de Veil, siendo conducido ebrio a su casa por el Retejador. A la izquierda, a un diácono se le ha roto la fregona con que borra los trazos del suelo. El nombre de la taberna, "La Jarra y las Uvas", es el lugar de encuentro, en Westminster, de la Logia nº 4 desde 1717 a 1723.




La etapa de estandarización estuvo marcada principalmente por los esfuerzos por crear un ritual uniforme. Antiguos y Modernos fueron unificados, y con el abandono de muchos procedimientos antiguos es cuando la Masonería empieza definitivamente a parecerse a lo que practicamos hoy en día.

Si hasta ahora la Masonería había sido una actividad sin marchamo de élite social, durante la etapa moralizante se subió notablemente el nivel de honorabilidad. El abuso de alcohol que tenía lugar en las Logias resultaba ya intolerable para la encorsetada y abstemia sociedad previctoriana del Imperio Británico, de modo que el alcohol fue abandonando las Logias, y con ello la relación de las Logias con las tabernas dejó de tener sentido. A partir de este momento comenzaron a alquilarse otra clase de locales, haciéndose todo tipo de probaturas con la disposición de la Logia, siguiendo supuestas tradiciones o respondiendo a determinados contenidos simbólicos.

Eliminar la mesa de las Logias tenía la innegable ventaja de que solucionaba el problema del alcohol, pero planteaba otra cuestión nueva en la que no se había reparado previamente: el catecismo de preguntas y respuestas que se repetía de manera salmodiante en cada ágape ya no tendría lugar, y ello implicaba un notorio menoscabo de información para los nuevos miembros. En Estados Unidos, donde se trabajaba en Rito de York, se optó por reforzar las lecturas; pero la Inglaterra posterior a 1813 siguió el patrón de los Modernos, enriqueciendo el ritual. El trazado de la Logia se concentró en los Tableros de Trazo, y las lecturas fueron cada vez menos empleadas. Poco después de la unión de Antiguos y Modernos se prohibió por completo la ingesta de alcohol en cualquier actividad masónica a cubierto, lo que hizo que en Inglaterra hubiese que optar por convertir el ágape en una actividad social con brindis, o bien en una lectura abstemia. Se optó por los brindis, aunque en realidad, en Rito de Emulación, el Ágape se sigue considerando como parte del ritual, siendo destinada a la discusión de temas diversos.

No es posible terminar de considerar la génesis de los rituales masónicos sin hacer referencia a otra fuente que ejerció una notable influencia en el desarrollo de la liturgia masónica. Se trata de los clubes esotéricos y espiritistas, tan populares durante los siglos XVIII y XIX en Inglaterra. La influencia de estos clubes llegó a través de los Modernos, más abiertos a los hábitos sociales de la capital del Imperio, de modo que cuando en la unificación de 1813 cobraron preeminencia los rituales antiguos, muchas de estas prácticas desaparecieron de Gran Bretaña, aunque sí se mantuvieron en el continente. Ejemplo de estas influencias son la Cadena de Unión, la circulación de palabras, la Tenida Fúnebre, o incluso un cierto temor reverencial que se plasmaba en la preocupación por ubicar de manera correcta el mobiliario o mantener en secreto todas las palabras clave. Hoy en día procuramos que los Hermanos no conozcan las palabras secretas sencillamente por evitar lo que sería una fractura en el método masónico. Pero aquellos masones ingleses eran hijos de su tiempo, y en esta época se atribuían propiedades mágicas a las palabras, por lo que se temía que una palabra mal empleada no solo provocase un anticlímax mágico, sino que quizá incluso pudiese desencadenar algún tipo de fuerza no controlada.