La Palabra de Masón y el calvinismo

El manuscrito Regius (1390)

En esta entrada vamos a hablar de la Palabra de Masón, aunque mencionaremos también los Antiguos Deberes. Los masones operativos de la Edad Media y de la Edad Moderna no consideraban los Antiguos Deberes y la Palabra de Masón como rituales, sino como procedimientos para llevar a cabo la creación de los Compañeros. Sin embargo, tanto los Antiguos Deberes como la Palabra de Masón eran en realidad mucho más que meros usos profesionales. Cada uno implicaba una perspectiva religiosa muy definida (católica los Antiguos Deberes, calvinista la Palabra de Masón) y respondían a circunstancias históricas diferentes. Por ello, aunque no pueden considerarse rituales en el sentido moderno de la palabra, en aras de la claridad nos referiremos a ellos como el Rito de los Antiguos Deberes y el Rito de la Palabra de Masón.

La formulación ritual masónica más antigua que se conoce es la que ahora llamaremos el Rito de los Antiguos Deberes. Consistía en una ceremonia que tenía lugar sólo una vez al año, en el día del santo patrón de los gremios de albañiles, y en el transcurso de esta ceremonia uno o más Aprendices se convertían en Compañeros.

El manuscrito de los Antiguos Deberes incluía la historia de la masonería, un relato de las normas del oficio, unas prescripciones morales que todo cristiano debía seguir y una serie de leyendas que plasmaban la tradición religiosa y simbólica de los masones operativos. El momento culminante de la ceremonia tenía lugar cuando el Aprendiz se arrodillaba, colocaba ambas manos bajo el documento de los Antiguos Deberes, se le leían los Antiguos Deberes y luego juraba acatar su contenido, convirtiéndose así en Compañero. La primera vez que se describe esta ceremonia es en el manuscrito Gran Logia nº 1 (1583):

Tunc unus ex senioribus teneat librum, ut ille vel illi ponant manus sub librum et tunc praecepta debent legi.

Entonces uno de los Seniores sostiene el libro, de modo que él o ellos pongan sus manos debajo del libro, y se leerán los Deberes.

El Rito de los Antiguos Deberes era un ritual que un masón católico romano primero, y anglicano después, podía practicar sin encontrar en él nada contrario a su fe. Aunque el Rito de la Palabra de Masón, creado por los masones presbiterianos, aparecerá más tarde, los Antiguos Deberes tendrán una existencia muy dilatada en el tiempo. Mientras que el primer documento de los Antiguos Deberes, el manuscrito Regius, data de 1390, los documentos de los Antiguos Deberes se escribirán hasta bien entrado el siglo XVIII. Actualmente se conservan un centenar de estos manuscritos.


Juan Calvino (1509-1564)

A finales del siglo XVI tendrá lugar un acontecimiento histórico que provocará profundos cambios en la masonería: la Reforma Protestante, que tendrá una fuerte impronta calvinista en la isla de Gran Bretaña. El calvinismo se basaba, entre otras cosas, en la convicción de que el ser humano era perverso y que debía esperarse lo peor de él, así como en la predestinación. En otras palabras, el hombre no podía salvarse por medio de sus buenas obras, sino que ya estaba predestinado a salvarse o a condenarse independientemente de sus esfuerzos, siendo una vida ordenada y laboriosa la prueba de que Dios le había elegido a uno para salvarse (de ahí la sobrevaloración calvinista del éxito, y la consideración del perdedor como un culpable que ha sido desprovisto de la gracia por Dios). También ponía gran énfasis en la educación, con el fin de que los feligreses pudieran leer la Biblia por sí mismos, y mostraba un fuerte carácter teocrático, lo que hizo que la relación entre los calvinistas y la monarquía fuera siempre problemática.

Muy pronto, el Rito de los Antiguos Deberes resultaría inapropiado para los masones calvinistas de Escocia, ya que había en él elementos incompatibles con su fe. En primer lugar, este rito les obligaba a jurar sobre el manuscrito de los Antiguos Deberes, mientras que ellos sólo podían jurar sobre la Biblia o sobre un documento relativo a los Covenants. Además, los calvinistas eran iconoclastas, por lo que se negaban a trazar con tiza en el suelo, como era la costumbre masónica de la época, los símbolos que hoy exponemos en el Tablero de Trazo. También rechazaban los templos suntuosos y las catedrales, así como la Iglesia católica (ya fuese romana o anglicana) y el poder real, mientras que en los manuscritos de los Antiguos Deberes sí se celebraban estos elementos. El episcopado era una cadena de transmisión del poder real; de hecho, el rey era tan rey a través de sus nobles como de sus obispos. En las iglesias calvinistas, sin embargo, no existía una estructura de poder piramidal, sino que eran gobernadas por asambleas de presbíteros (de ahí el término presbiterianos).

Por todas estas razones, los masones calvinistas escoceses crearon un nuevo ritual, diferente de los Antiguos Deberes, y que ya se parece un poco más a los rituales que practicamos hoy. Este ritual se llamaba la Palabra de Masón (the Mason Word), y consistía esencialmente en la transmisión de un toque y dos palabras de reconocimiento, que son los nombres de las columnas Jakin y Boaz.

El uso de este modo de reconocimiento tiene su origen en Gálatas 2:9[1]

... y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo (Santiago), Cefas (Pedro) y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.

 

Pablo encuentra a Pedro en Antioquía (y le da la mano derecha en señal de reconocimiento)
por Duccio di Buoninsegna (c.1310)


La razón por la que habían elegido representar este pasaje de Gálatas se debe a una circunstancia especial de las iglesias protestantes: la Iglesia anglicana, a pesar de haberse separado de Roma, había conservado obispos en sus filas en el momento del cisma. Por lo tanto, la transmisión del Orden Sacerdotal, y en consecuencia la transmisión de la gracia, estaban garantizados. Sin embargo, ningún obispo se unió a la Reforma Protestante. De ahí que la acusación natural de romanos y anglicanos contra los protestantes fuese la siguiente: "Como no tenéis obispos que puedan continuar el sacramento del Orden Sacerdotal, y por tanto la transmisión de la gracia, vuestra vida religiosa es falsa y estáis desprovistos de la gracia". Por eso los calvinistas estaban tan interesados en demostrar que la gracia no necesitaba de la continuidad del Orden Sacerdotal, y el mejor ejemplo posible para demostrarlo era Pablo de Tarso, apóstol a quien, a pesar de no haber visto y oído personalmente a Jesús, la gracia le había sido concedida, y al que se consideraba un apóstol de pleno derecho. Esto significaba que, al igual que Pablo no había tenido que recibir la gracia a través del contacto directo con Jesús, tampoco los reformadores (Lutero, Calvino, Knox, etc.) necesitaban de la Iglesia católica, que se llama a sí misma heredera de los apóstoles. Esta ceremonia de la Palabra de Masón es el origen de los toques que se practican actualmente en los diferentes grados.

Este debate teológico es también la razón por la que, en los catecismos del Palabra de Masón, se exige que estén presentes doce masones para abrir la logia, en lugar de los cinco o siete que requieren los masones católicos. Esto se debe, de nuevo, al problema de la transmisión de la gracia y a la ausencia de obispos. Junto con el citado pasaje de Gálatas 2:9, el otro gran momento del Nuevo Testamento en el que se demuestra que el Espíritu Santo puede venir directamente a los fieles es Pentecostés, momento en que se reunieron los doce apóstoles, siendo esta la razón por la que los masones calvinistas exigían doce miembros para abrir la logia.


Pentecostés, por Angelo di Giovanni (1506)

También es plausible que los Cinco Puntos de la Fraternidad fueran originalmente una alusión a los Cinco Puntos del Calvinismo (o Cinco Puntos de Dordrecht), donde se sentaron las bases teológicas del calvinismo. Los Cinco Puntos del Calvinismo son: Depravación total, Elección incondicional, Expiación limitada, Gracia irresistible, Perseverancia de los santos. En esta época era común concentrar las enseñanzas teológicas en cinco puntos. Por ello aparecieron también los Cinco Artículos de Perth, que intentaban imponer las prácticas anglicanas en la Iglesia escocesa, y los Cinco Artículos del Arminianismo.


El Sínodo de Dordrecht, por Pouwels Weyts de Jonge (1621)


En el caso de la creación de la Palabra de Masón ocurre algo muy peculiar: probablemente sepamos dónde, cuándo y quizás incluso por quién fue creado. Durante el siglo XVII aparecen numerosas referencias escritas a la Palabra de Masón. La primera se encuentra en 1638 en un poema referido a los rosacruces (The Muses Threnodie, de Henry Adamson). También aparece constantemente en los documentos de los masones operativos, ya que estar en posesión de la Palabra de Masón implicaba ser un Compañero. El epicentro de este rito es muy probablemente la logia Kilwinning, de la que todas las logias presbiterianas se declaran subsidiarias. Y para la creación del rito, los masones de Kilwinning pudieron haber contado con la ayuda de un personaje de envergadura: el teólogo Robert Baillie. Baillie fue uno de los principales teólogos del calvinismo escocés, y entre 1631 y 1638, cuando la Palabra de Masón tomó forma, él se hallaba destinado precisamente en la parroquia de Kilwinning. Más tarde, en 1643, sería uno de los cinco clérigos escoceses enviados a la Asamblea de Westminster, donde se imprimiría un sesgo más calvinista a la Iglesia anglicana.

Sin embargo, no era habitual que una logia masónica estuviera formada exclusivamente por calvinistas o católicos anglicanos (episcopalianos en Escocia). Normalmente, en la logia convivían miembros de ambas confesiones, lo que provocaba que los manuscritos masónicos tuvieran un carácter mixto, y por ello en catecismos como el manuscrito Sloane o el manuscrito Dumfries nº 4 podemos encontrar que se empleaban usos de los Antiguos Deberes junto con otros de la Palabra de Masón. Si en la logia había mayoría de calvinistas, además de la transmisión de la Palabra de Masón, encontraríamos los Cinco Puntos de la Fraternidad, el juramento sobre la Biblia, una ausencia significativa de signos trazados en el suelo, referencias a la Logia Kilwinning, los nombres de las columnas Jakin y Boaz, críticas al apóstol Pedro (como primer papa, fundador de la cadena episcopal) y la necesidad de que estuvieran presentes doce masones para abrir la logia. Por el contrario, cuando la logia contaba con mayoría de anglicanos o episcopalianos, encontramos referencias a las logias de San Juan, referencias a la Torre de Babel (que en los Antiguos Deberes representaban catedrales), signos de lealtad al monarca, menciones a los cinco órdenes arquitectónicos (que van de la mano del aprecio por los grandes templos), la exigencia de sólo cinco o siete masones para abrir trabajos, o incluso referencias literales a la Iglesia católica (el manuscrito de Dumfries la menciona, aunque sin especificar si se refiere a la Iglesia romana o a la anglicana, probablemente porque en aquella época no se percibía la diferencia).


ERA LA PALABRA DE MASÓN UNA FORMA PRESBITERIANA DE RECONOCIMIENTO?

A pesar de todo lo anterior, es posible que la Palabra de Masón no fuera creada ex novo por los masones, sino que fuera una antigua forma de reconocimiento empleada entre los presbiterianos. Lo sabemos porque en 1652 tuvo lugar un llamativo debate: se supo que un candidato a ministro en la parroquia de Jedburg (Escocia), de nombre James Ainslie, estaba en posesión de la Palabra de Masón. Esto dio lugar a una amplia correspondencia con las parroquias cercanas para ver si un candidato en posesión de la Palabra de Masón podía ser ministro (nótese la desconfianza por el hecho de que los rituales masónicos contuviesen un contenido no cristiano). La parroquia de Kelso respondió por escrito el 24 de febrero de 1652 acerca de si un joven en posesión de la Palabra de Masón puede ser admitido al ministerio “anent a young mans having the maison word whither he myt (might) be admitted to the ministrie”:

(…) En nuestra opinión no hay pecado ni escándalo en esa palabra, pues en los tiempos más puros de esta iglesia masones en posesión de dicha palabra han sido ministros, y tanto masones como hombres en posesión de esa palabra han sido y son actualmente ancianos (elders) en sus reuniones, y muchos profesores en posesión de esa palabra siguen siendo hasta la fecha admitidos para la ordenación.[2].

Es decir, la parroquia de Kelso afirmaba que, tiempo atrás, ministros presbiterianos y "profesores en posesión de esa palabra" (es decir, no masones) estaban en posesión de un modo de reconocimiento que ahora se conocía como la Palabra de Masón. El autor de la carta situaba el origen de esta forma de reconocimiento "en los tiempos más puros de esta Iglesia". Ahora bien, ¿qué puede significar "en los tiempos más puros de esta Iglesia" para un ministro presbiteriano escocés en 1652? Quizá, el primer Covenant de la Iglesia de Escocia (1581); pero lo más probable es que se refiriese el período de la Iglesia anterior al restablecimiento del episcopado en 1610 por deseo real de Jacobo VI. Si damos crédito a las líneas escritas por los presbíteros de Kelso (y la única razón que tendríamos para dudar de ello es la falta de otras pruebas documentales que respalden esta afirmación), es plausible que los masones presbiterianos (probablemente de Kilwinning, y tal vez ayudados por Robert Baillie) hubieran incorporado una antigua forma de reconocimiento calvinista en el ritual masónico.


Jacobo VI



[1] Négrier, Patrick (2005). La Tulip - Histoire du rite du Mot de macon de 1637 à 1730, p.33. Éditions Ivoire-Claire.

[2] NLS, Adv. Ms 34.5.12, p.49. Cita impresa en D. Laing (ed.), A relation of proceedings concerning the affairs of the kirk of Scotland, from August 1637 to July 1638 (Bannatyne Club, Edinburgh, 1830). Citado en Stevenson, David (1988). The origins of Freemasonry, p.29. Cambridge University Press.


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