LOS TRES MAGOS Y LOS MASONES DE YORK.


Catedral de York

Las pequeñas dimensiones de la actual ciudad de York apenas puede ocultar su pasada grandeza. Durante más de 2000 años, esta ciudad fortaleza fue la clave para el dominio del norte de Inglaterra, y una de las urbes más emblemáticas del reino, al punto de que Ricardo II se planteó convertir a York en la capital de Inglaterra. Tras la Guerra de las Dos Rosas, York alojó al Consejo del Norte, siendo considerada la segunda capital de Inglaterra. No obstante, este privilegio únicamente duraría una década, la de 1660, pues el declive demográfico de la ciudad pronto comenzó a ser notorio, aunque durante la Revolución Industrial aumentó ligeramente su población gracias a la industria textil y al hecho de convertirse en nudo ferroviario. Actualmente cuenta con 200.000 habitantes y es sede de una de las dos provincias anglicanas, junto con Canterbury.


Representación de un auto en la ciudad de Chester.

Los autos de Corpus Christi (Mystery plays)

Durante la Edad Media comenzaron a representarse en las principales ciudades de Inglaterra (y de buena parte de Europa) unos representaciones teatrales que tradicionalmente organizaban las diócesis y se denominaban autos. Estos autos se dividían en Milagros, si se referían a los realizados por la Virgen o algún santo; Misterios, si eran escenificaciones de la vida de Cristo o de episodios de la Biblia y, en una etapa posterior, Moralidades, donde los personajes encarnaban virtudes, vicios, la muerte, etc. y donde el contenido no eran específicamente religioso. En la Inglaterra medieval era costumbre representar misterios con motivo de la festividad del Corpus Christi, de modo que que la puesta en escena tenía lugar en el interior de edificios eclesiásticos, con ropas especialmente diseñadas para la ocasión, y con los propios clérigos como actores.

A partir del Siglo XIV, la Iglesia de Inglaterra (entonces todavía católica) comenzó a encargar la puesta en escena de estos autos a los distintos gremios de las ciudades, que los aceptaron como un privilegio en el orden social a cambio de una compensación económica. Los autos pasaron a representarse sobre unas carretas que se iban desplazando por las calles de la ciudad, aprovechando las buenas condiciones meteorológicas de la época estival (todo lo buenas que pueden serlo en Inglaterra). La envergadura de estos Mystery Plays variaba según la importancia de la diócesis y del número de gremios con que contaba la ciudad. Los más espléndidos tenían lugar en York, donde el número de gremios ascendía a 48. Estas representaciones a cargo de los gremios de York se llevaron a cabo desde aproximadamente 1369 hasta 1570, aunque como consecuencia de la Reforma aquellos autos que tenían como eje central episodios de la vida de la Virgen María dejaron de representarse hacia 1550.


Representación moderna de Adán y Eva, en los
Mystery Plays 2008 de Gloucester.

Cada gremio representaba año tras año el mismo misterio. En la medida en que era posible, los gremios fueron escogiendo aquel que albergaba alguna semejanza con su oficio. Aunque los autos asignados varían según las ciudades, están especialmente bien documentados los Misterios de York. Los constructores de barcos (carpinteros de ribera es el término en español) comenzaron a representar El Arca de Noé. Los armeros, La Expulsión del Edén. El gremio de pescadores ponía en escena Noé y su esposa; los carniceros, La Mortificación de Cristo; los calceteros, La Partida de los Hebreos desde Egipto y el Cruce del Mar Rojo. Los herreros, La Huida a Egipto; los panaderos, La Última Cena. El gremio de alfareros, en un alarde griálico, ponía en escena El Descenso del Espíritu Santo. Los orfebres elegirían La Adoración de los Reyes para poder lucir su trabajo. Los cuchilleros, La Conspiración; los cardadores (esquiladores de ovejas), Cristo llevado al Calvario. El gremio de toneleros representaría La Caída del Hombre, mientras que alfombreros y literos llevarían a escena El Sueño de la Mujer de Pilatos. 

No obstante, el tema del auto no siempre estaba relacionado directamente con la función del gremio: los guarnicioneros (fabricantes de arreos para los caballos), llevaban al escenario Jesús ante los Doctores; los tejedores, La Aparición de María ante Tomás; y el gremio de arqueros y flecheros interpretaba La Negación de Pedro.

El caso es que el gremio de masones comenzó a representar un episodio que no tenía nada que ver con la construcción (y no será que no hay episodios de este tipo en la Biblia). El tema en cuestión era Los Magos Ante Herodes.


Los Magos ante Herodes, de un Libro de Horas de 1280 conservado en la Biblioteca Nacional de Escocia.

El episodio de los Tres Magos, reducido a la condición de fiesta comercial en la actualidad, es, como veremos, una advertencia para aquellos que buscando la luz, se extravían y, en lugar de buscarla en la Iniciación y la Fe, la buscan en la política y en el poder terrenal. Su emplazamiento en el Evangelio de Mateo nos indica la tremenda importancia que el autor del Evangelio otorgó a este tema. Hoy en día sabemos que Mateo no fue el autor del evangelio que lleva su nombre; pero durante mucho tiempo se consideró que este pasaje arrojaba luz sobre las circunstancias personales del apóstol, debido a la peculiaridad de la vocación de Mateo, publicano y poco menos que un colaboracionista con los romanos. Resulta también muy llamativo el lugar preponderante que el autor de este Evangelio le otorga a este pasaje tan perfectamente prescindible en términos históricos: justamente en su mismo inicio, únicamente precedido por la genealogía de Jesús. Quien quiera que escribió esto estaba poco menos que obsesionado por la batalla atemporal entre Iniciación y política que tendría lugar en el alma de aquellos que buscan la Luz en las distintas épocas.

Vamos a citar primero el pasaje de los Magos, para posteriormente adentrarnos en su simbolismo y ver cómo describe la relación entre poder terrenal y espiritualidad.
Jesús nació en Belén de Judea en los tiempos del rey Herodes. En aquel tiempo, unos sabios que venían desde el oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente, y venimos a adorarlo». Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guía que apacentará a mi pueblo Israel.” 
Luego, Herodes llamó en secreto a los sabios para saber de ellos el tiempo preciso en que había aparecido la estrella. Los envió a Belén, y les dijo: «Vayan y averigüen con sumo cuidado acerca del niño, y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a adorarlo». Después de escuchar al rey, los sabios se fueron. La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron mucho. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y, postrándose ante él, lo adoraron. Luego, abrieron sus tesoros y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Pero como en sueños se les advirtió que no volvieran a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después que partieron ellos, he aquí que un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo.
Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.
Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los Magos.


El viaje de los tres Magos a Belén, de Leonaert Bramer (1639)

Este grupo de iniciados (se han resumido en tres sencillamente porque ese número simboliza una multiplicidad), es originario de Oriente. Ya sabemos por el simbolismo masónico, heredado del hebreo, que el Oriente simboliza el estado primigenio de pureza, perdido en la Caída del Hombre. De hecho, este planteamiento es semejante al que plantea el Arco Real, donde  una terna de Sobrestantes (capataces), igualmente fuera de su patria, busca la Regeneración para regresar a su tierra natal.

Los Magos siguen la estrella que les dirige al Salvador, aunque no saben cómo encontrarle, de modo que cometen el error de dirigirse en primer lugar a buscar la ayuda del poder político, encarnado en Herodes (aunque de un modo distinto, la posibilidad de extraviarse y no reconocer dónde está la Verdad queda plasmada en el Grado, previo al Arco Real, de la Marca, donde a los tres Sobrestantes les es presentada la Piedra Angular, pero al no ajustarse a la Escuadra y no llevar marca de cantero -es decir, no es de factura humana- no saben reconocerla y la juzgan inútil, de forma que la Piedra Angular es arrojada a la escombrera, siendo únicamente cuando el Maestro de Obras interviene cuando se percatan de que esa era la Clave que necesitaban para construir el Arco Real, tras lo cual buscan en la escombrera hasta recuperarla).

Cuando los Magos informan a Herodes de que están buscando al Rey de los Judíos, este se siente amenazado; pero el poder terrenal por sí solo tampoco sabe dónde encontrar al Redentor, del mismo modo que ignora las circunstancias en que nace esta necesidad del alma, y por ello convoca a los Iniciados a su presencia para que le expliquen el momento en que nace la estrella. Finalmente apela a la Fe (sacerdotes y escribas), quienes sí son capaces de ofrecer las respuestas buscadas acudiendo a los Textos Sagrados.

El poder terrenal, con engaños, intenta aprovecharse de la ayuda de los Magos para destruir al Niño. Los Iniciados le localizan siguiendo la Estrella, y le regalan oro, incienso y mirra, (símbolos de realeza, divinidad y humanidad).

Los Magos, una vez que han encontrado al Salvador, pueden por fin retornar a su tierra de origen, y vuelven a Oriente, pero teniendo cuidado de evitar al poder político (el ángel les avisa en sueños de que no regresen a donde está Herodes), el cual desea exterminar a toda costa lo que el Salvador representa.

Finalmente, el poder político, ante la imposibilidad de asesinar al Salvador, desata toda su furia y absoluta falta de escrúpulos con el fin de intentar destruir a un enemigo al que por su naturaleza nunca podrá controlar.

El Sueño de los Magos, de un capitel románico en la catedral de Autun (Francia)


Nunca podremos conocer las circunstancias que hicieron que los masones de York comenzasen a representar este misterio. Quizá fuese un tema impuesto por la propia diócesis, o quizá lo hubiesen elegido ellos voluntariamente desde el principio, o de entre las alternativas que quedaban disponibles una vez que el resto de gremios había escogido el suyo. Habida cuenta de que dejaron sin representar los episodios que hubiesen podido elegir de manera natural (como la construcción del Templo de Jerusalén o La Torre de Babel), quizá cupiera pensarse que los masones, que al fin y al cabo eran quienes construían la mayor muestra externa de poder civil y religioso, la catedral, hubiesen deseado hacer una crítica velada a la Iglesia por el enorme poder terrenal que ostentaba en la Edad Media. Un detalle que invita a pensar que efectivamente perseguían poner de manifiesto la incompatibilidad entre política y espiritualidad es el hecho de que un gremio tan relacionado con los masones como son los retejadores también escogieron para sus Misterios un tema que muestra el maltrato y la falta de protección de la fe por parte del poder político: Jesús ante Pilatos.


Jesús ante Pilatos, por Buoninsegna (Maestà dela Catedral de Siena, 1311)

De lo que no me cabe duda es de que eran perfectamente conscientes de lo que este episodio simbolizaba. Lo único que tenemos claro es el hecho histórico de que, durante más de 170 años, en la fiesta de Corpus Christi, los masones representaban por las calles de York este aviso a navegantes acerca de dónde debe buscarse la Luz, y cuál es el extravío principal en el que se puede incurrir. Y es que 170 años son muchos años.

En fin, os deseo que los Reyes Magos os traigan muchos regalos (si habéis sido buenos, claro), y espero que cuando comáis el roscón de reyes os salga la figurita del rey, o al menos que no os salga el haba.





DE NOÉ A HIRAM. LA GÉNESIS DEL TERCER GRADO.






El origen noaquita de la Masonería


Para el masón moderno, la figura de Hiram Abiff resulta tan familiar que parece que siempre haya estado ligada de forma indisoluble a la Masonería. Sin embargo, la realidad es que la presencia de Hiram Abiff como modelo a seguir por parte de los francmasones es un fenómeno relativamente nuevo, introducido por los fundadores de la Gran Logia de Inglaterra en 1717. Si hubiésemos preguntado a un masón de 1650 acerca de Hiram Abiff, apenas habría sabido que era el Maestro de Obras que envió Hiram, Rey de Tiro, y desde luego no habría tenido para él, ni remotamente, el significado que tiene para nosotros.

Desde la baja Edad Media los masones habían adoptado a distintos personajes bíblicos como modelos, aunque el que adquirió mayor preponderancia no era otro que el pío y abnegado Noé, capaz de obedecer con resignación al Señor, y a quien este permitió sobrevivir, junto con su familia, al Diluvio Universal.

Para comprender la relación que Noé puede tener con la Masonería conviente tener en cuenta, en primer lugar, que la labor de carpintero estaba muy unida a la de masón, pues eran los carpinteros quienes construían las estructuras de madera de las casas. En segundo lugar, en la tradición judeocristiana, Noé es una figura asimilable simbólicamente con Adán, el hombre caído, al que Dios concede una segunda oportunidad en su proceso de regeneración. Noé plasma un nuevo intento de redención del ser humano, del mismo modo que representa una vida escrupulosamente dedicada a cumplir las Siete Leyes Noaquitas. Debido posiblemente al hecho de que Inglaterra esté asentada sobre una isla, el protagonismo de Noé en la cultura inglesa es notablemente superior al protagonismo que le otorgamos en España, donde Noé no deja de resultar un personaje bíblico pintoresco, y esto se refleja en los distintos órdenes de la mentalidad inglesa. Desde en su teatro, donde son realmente abundantes las obras teatrales basadas en la vida de Noé, hasta en la Royal Navy, que desde 1937 siempre mantiene en activo a un portaaviones que lleve el nombre de Arca Real (Ark Royal). No obstante, quizá convenga mencionar que, mientras en español el término noaquita únicamente reviste un carácter bíblico e histórico, en inglés sigue siendo un término vivo, y tanto para hebreos como para protestantes el declararse noaquita tiene un tinte de radicalismo religioso. 


Reproducción a tamaño natural del Arca de Noé.

El primer documento masónico donde aparece mencionado Noé es el Manuscrito Regius, de en torno a 1390; aunque es en el Manuscrito Cooke, fechado en 1410, el que comienza a perfilar la familia  de Noé. O más concretamente la peculiar familia de su esposa, Naamá; pues mientras se cita a Noé como descendiente del linaje de Adán, a la familia de su esposa Naamá se le hace descender de Lamec. Lamec tuvo dos esposas, Ada y Zila (que casualmente son las dos hijas de Eva). Con Ada engendró dos hijos, Jabal (quien inventó la Geometría) y Jubal (quien inventó la Música). Posteriormente con Zila tuvo otros un hijo, Tubal-Caín (el primer artífice de metales) y una hija, Naamá (que inventó el arte de tejer, representación tradicional de la Iniciación femenina). Precisamente el Manuscrito Cooke es el primer documento masónico donde aparece la figura de Hiram Abiff, al que presentan como hijo de Hiram, Rey de Tiro.

Desde entonces, la figura de Noé aparece mencionada en todos los Antiguos Usos de la masonería, del mismo modo que sus distintas tradiciones forman parte de la tradición teatral y de misterios inglesa. No obstante, parece que el tiempo se detiene para las tradiciones esotéricas masónicas hasta que, en el Siglo XVII, los masones aceptados meramente especulativos comienzan a aprovechar el ingente acervo cultural masónico para transformar el gremio en lo que será una orden iniciática. Sin embargo, el hecho de vivir en un mundo donde apenas se escribía, unido al interés de los masones por mantener su labor en secreto, provoca que nos encontremos en una oscuridad casi total respecto a la labor desempeñada, de manera que de cuando en cuando aparecen como por arte de magia textos que demuestran un desarrollo simbólico sobresaliente, pero cuya génesis desconocemos. De entre estos documentos, uno de los mejores ejemplos es el Manuscrito Graham.


El Manuscrito Graham (1726)



El Manuscrito Graham, encontrado en York y datado en 1726, es especialmente interesante, pues desarrolla la leyenda del Tercer Grado noaquita, así como una leyenda caída en desuso casi por completo -casi, que no del todo- como es la Besabel, y por último cita la leyenda de Hiram.

El Tercer Grado noaquita
Los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet acudieron a la tumba de su padre con el fin de descubrir su valioso secreto. Ahora bien, estos tres hombres ya habían acordado que, si no encontraban lo que buscaban, lo primero que encontraran debería servirles de secreto. No dudaban, sino que creían muy firmemente que Dios tenía el poder, y también que manifestaría su voluntad por medio de su fe, su oración y su obediencia, de manera que lo que encontraran se mostraría ante ellos tan potente como si hubieran recibido el secreto de Dios mismo en su origen. Llegaron entonces a la tumba, donde no encontraron nada más que el cadáver casi enteramente descompuesto. Cuando cogieron un dedo, éste se desprendió falange por falange, y lo mismo ocurrió con el puño y con el codo. Entonces levantaron el cadáver y lo sostuvieron, poniendo un pie contra su pie, una rodilla contra su rodilla, el pecho contra su pecho, una mejilla contra su mejilla, y una mano en su espalda, y se pusieron a gritar: Ayuda, oh Padre, como si dijeran: Oh, Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque nuestro padre terrestre ya no puede hacerlo. Entonces, dejando de nuevo el cadáver, y no sabiendo qué hacer, uno de ellos dijo: "Pero hay tuétano en este hueso", y el segundo dijo: "el hueso está seco", y el tercero dijo: "hiede". Se pusieron de acuerdo entonces para darle un nombre que fuera conocido por la Masonería hasta este día. Después, se fueron a sus asuntos y a partir de ese momento sus obras fueron buenas.

Besabel
Cuando reinaba el rey Alboyne nació Besabel, que fue llamado así por Dios antes de su concepción. Este hombre santo sabía por inspiración que los títulos secretos y los símbolos primitivos del principio divino tenían el poder de proteger, y construyó de tal manera que ningún espíritu infernal de destrucción osó quebrantar la obra de sus manos. Así que sus obras se hicieron tan famosas que los dos hermanos más jóvenes del rey del que se acaba de hablar desearon ser instruidos por él en la noble ciencia que él dominaba. A ello consintió a condición de que no la revelaran (oralmente) sin unir (para ello) sus propias voces a la de un tercero. Prestaron juramento y él les enseñó la parte teórica y la parte práctica de la Masonería. Después hicieron su obra. En esta época, los salarios de los masones aumentaron en este reino; se veía entonces a los masones en compañía de reyes y príncipes. Pero cuando la hora de su muerte estaba cerca, Besabel deseó que se le enterrara en el valle de Josaphat, y que sobre (su tumba) se grabara una inscripción conforme a su mérito, lo cual realizaron ambos príncipes. Esta (inscripción) estaba (formulada) como sigue: «aquí yace la flor de la Masonería, que, superior a muchos otros, fue el compañero de un rey y el hermano de dos príncipes. Aquí yace el corazón que podía albergar todos los secretos. Aquí yace la lengua que jamás reveló ninguno».

Hiram
He aquí todo lo que se refiere a los días en que Salomón, su hijo, comenzó a construir la casa del Señor. Es mi deseo que todo el mundo convenga en que todo lo que era necesario aportar para esta santa construcción no provenía (únicamente) de este sabio rey. Todos debemos reconocer esto, so pena de acusar a Dios de una injusticia que ningún frágil mortal osaría reprocharle, y de la que su divina bondad no ha podido hacerse culpable. Leemos ahora en el versículo 13 del capítulo 7 del primer libro de los Reyes que Salomón envió a buscar a Hiram de Tiro. Éste era el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre era un hombre de Tiro. Era un artesano experto en bronce, lleno de sabiduría, hábil en la realización de todas las obras en bronce. Llegó ante el rey Salomón y construyó para él toda su obra. La explicación de estos versículos es la siguiente: la palabra hábil expresa la ingeniosidad; en cuanto a la sabiduría y la comprensión, cuando se encuentran reunidas en la misma persona, ésta ya nada tiene que desear. Así, con respecto a este pasaje de la Escritura, debemos convenir en que el hijo de la viuda cuyo nombre era Hiram estaba dotado de una inspiración sagrada comparable a la del sabio rey Salomón, o aún a la de San Besabel.
A pesar de ser encontrado en York, el estado de desgaste que presentan los fragmentos del Manuscrito Graham hace suponer que este documento fue pasado de Logia en Logia para su uso y lectura. Entre las distintas opciones que proponen los estudiosos ingleses como origen de este documento figuran York, Norteumbría, el sur de Escocia, y Lancashire. Posiblemente estas ubicaciones geográficas tengan que ver con los lugares en que comenzaron a desarrollarse las distintas leyendas. La opción de Lancashire es siempre cómoda porque Lancashire es sinónimo de «puerto de Liverpool», y conduce de forma refleja a buscar en la Masonería irlandesa. Un elemento que refuerza el carácter irlandés de esta leyenda es que, en el Arco Real antiguo, y hoy en día en Irlanda y Estados Unidos, la figura de Noé no solo forma parte del ritual del Arco Real, sino que en los brindis por las Tres Logias Originales, los norteamericanos los hacen por las Tres Arcas Originales. Por el contrario, en el Arco Real inglés y español se ignora la figura de Noé, y se brinda por las Tres Logias Originales, en la primera de las cuales aparece Besabel como uno de los presidentes.



Levantando al Maestro, por el pintor italiano Giovanni Francesco Barbieri (1591-1666) !!
 En posesión del Supremo Gran Arco Real de Escocia.


El hecho de que se propongan como opciones el sur de Escocia, o una comarca inglesa fronteriza con Escocia, como es Norteumbría, nos adentra en un contexto aún más falto de documentación que en el caso irlandés. En Edimburgo los masones aceptados habían rechazado en varias ocasiones las propuestas de Tercer Grado de Elías Ashmole, unos documentos que sin duda resultarían interesantísimos de poderlos consultar hoy en día. ¿Acaso pudiese ser la leyenda de Hiram Abiff el proyecto de Tercer Grado que Elías Ashmole, a la sazón rosacruz, creó en Edimbugo, pero que fue rechazado? Obviamente solo se puede especular a este respecto. El Manuscrito de la Casa de Registro de Edinburgo, de 1696, presenta los Cinco Puntos de la Maestría, pero probablemente el relacionar los Cinco Puntos con el Grado de Maestro se deba más a una modificación posterior por parte de los aceptados especulativos que no a la intención de los operativos, dado que en inglés los Cinco Puntos no lo son de la Maestría, sino del Compañerazgo (Five Points of Fellowship). Por otra parte el manuscrito no hace referencia a la muerte simbólica y se refiere al Maestro no como grado masónico, sino como oficial de la Logia. Sin embargo, el Manuscrito del Trinity College de Dublín, datado en 1711, hace referencia al Grado de Maestro como categoría masónica en sí, proporcionando los modos de reconocimiento del Maestro Masón y encargando a este de dar los Cinco Puntos. Lo que realmente era lógico y casi necesario, si tenemos en cuenta que para finales de los 1730 ya se trabajaba en Irlanda el Arco Real.


El Tercer Grado hiramita


Cuando los Modernos fundaron en 1717 la Gran Logia de Inglaterra, dentro de su vasto proyecto de revisión de la Masonería estaba incluida la desjudeocristianización del incipiente Grado de Maestro, de modo que intentaron plantear un modelo de Tercer Grado alternativo. La creación de un Tercer Grado -que es como crear un sistema mistérico entero- requiere un período de tiempo extensísimo, durante el que se depura la leyenda y se fusiona con otras leyendas semejantes. De hecho, la pobreza del Tercer Grado noaquita se debe a que no había experimentado este proceso.

En el momento de implantar su Tercer Grado, los Modernos intentaron implantar el el mito de Osiris.

Tras la leyenda de cualquier sistema mistérico antiguo suelen esconderse fenómenos astronómicos. A veces hay que rascar más en la superficie, y a veces hay que rascar menos. En la leyenda de Osiris apenas es preciso rascar para que aparezca la astronomía, de modo que, al aceptar el modelo osiríaco, el Tercer Grado de la Masonería, bajo la apariencia de la leyenda de Hiram, se pobló de acontecimientos astronómicos.

Vamos a dar por sentado que el lector de estas líneas conoce el Tercer Grado masónico y, siendo mucho más optimistas, vamos a considerar que lo conoce en su modalidad inglesa.

Y vamos a advertir también de un fenómeno que puede llevar a confusión: debido al fenómeno conocido como precesión de los equinoccios, el Zodíaco se desplaza paulatinamente con respecto al eje de la tierra, y por ello, con el paso de los siglos, los sucesos astronómicos acontecen en signos distintos. Por poner un ejemplo, la unión del Sol y la Luna (Osiris e Isis), que marcaba el renacer de Osiris, en la época del Antiguo Testamento tenía lugar en Tauro, mientras que durante el Nuevo Testamento tiene lugar en Aries. Por ello en el Antiguo Testamento se representa al dios como un toro joven (el Becerro de Oro), mientras que en el Nuevo Testamento aparece como un carnero joven (el Cordero de Dios). Otro elemento que puede llevar a confusión es que el número de estrellas que componen una constelación puede variar según la magnitud a la que dejemos de contarlas (hoy las Pléyades las contamos como siete, pero los egipcios las contaban como nueve).

Los doce Compañeros que se decidieron a arrancar a Hiram los secretos por la fuerza no son otros que los doce signos del Zodíaco. Nueve de ellos se echaron atrás, pero tres llegaron hasta el final (que entonces eran Acuario, Piscis y Aries, los signos del invierno). El Sol (Hiram, Osiris), era asesinado en Piscis, donde se encuentra, en la boca del pez, el ángel caído Fomalhaut, portador de violencia, el cual asesta a Osiris / Sol / Hiram el golpe mortal (solsticio de invierno). Tras su muerte, Hiram permanece varios días en la tumba (son los cinco días en que la longitud del día, tras el solsticio, no se incrementa). 



Los nombres de los asesinos de Hiram, Jubelo, Jubela y Jubelum, son igualmente de raigambre astronómica. Mientras el Sol alcanza su solsticio de verano en Libra, en la parte oculta del Zodíaco se encuentra un triángulo de estrellas que materializan la conspiración contra el Sol y que a partir de ese momento comenzarán a elevarse hasta llegar a su mayor altura en el momento del solsticio de invierno, muerte de Hiram: Zuben-hak-Rabi, cuya deformación fonética dará Jubelum Abiram, Zuben-el-Gubi, que deribará en Jubelo Gibbs, y Zuben-Es-Chamali, que se deformará en Jubela Gravelot (la deformación fonética en el contexto ágrafo de la Masonería es habitual: Pitágoras suele aparecer como Peter Gower).


Originalmente las estrellas de Libra formaban parte de Escorpio.


Con el fin de encontrar el cuerpo del Maestro se envían a doce Compañeros a buscarle. Estos doce Compañeros son ahora las Híades y las Pléyades, estrellas entre las que se encuentra el Sol cuando empezaba a renacer en Tauro. El perro que en la tradición antigua guía a nueve de ellos a la tumba no es más que Sirio, la Estrella Perro que se encuentra al sur de las Pléyades. Los grados del R.E.A.A. Elegido de los Nueve y Elegido de los Quince deben también su nombre a estas constelaciones.






Esta es también la razón de que los Modernos introdujesen en su Arco Real un personaje que no existe en el Arco Real escocés o en el irlandés: Esdras. Esdras (Ezra en inglés), es Osiris. Los hebreos lo tienen como un legislador, aunque realmente nunca existió. Pero los egipcios sí creían que sus leyes eran un regalo de Osiris, y de ahí se filtró a la tradición hebrea. Tanto Esdras como su complementario simbólico, Nehemías, acabaron también en el Arco Real que hoy día se practica en Inglaterra y España, pero siguen resultando ajenos para el Arco Real irlandés, escocés o norteamericano, de tradición Antigua.

Lo dejamos aquí. Los egipcios tuvieron miles de años para detallar su teogonía, y al trasladar el simbolismo osiríaco a la Masonería, la leyenda de Hiram resultaba virtualmente inagotable en sus ramificaciones y enseñanzas, lo que sin duda tiene mucho que ver con el éxito que experimentó.

LA MEMORIZACIÓN DEL RITUAL MASÓNICO.


Uno de los elementos más característicos de los Ritos de origen Antiguo que se practican en el entorno anglosajón y, de forma minoritaria, en otros países, es el hecho de que el ritual sea representado de manera memorizada y sin la ayuda de manuales impresos.

Este hecho, además, modifica totalmente toda la rutina y la vida de la Logia, que se ve obligada a convocar semanalmente Logias de Instrucción en las que ensayar y perfeccionar la puesta en escena del ritual.


Anuncio publicitario de la editorial de textos masónicos
Lewis Masonic, donde se ofrece el manual para la
memorización de rituales "Ritual in Mind" ("Ritual en mente").

La razón por la que los rituales masónicos son en su origen exclusivamente memorizados es obvia: los protorrituales de las Logias surgen en una época en la que la habilidad de escribir era algo excepcional (pensemos que las representaciones esculturales de las catedrales y templos que los masones construían buscaban representar las lecciones del Antiguo y Nuevo Testamentos por medio de un cómic visual, al igual que los retablos). En la época en que la Masonería comienza a parecerse a la que practicamos hoy en día, el índice de alfabetización en las islas británicas apenas alcanza el 50%, aunque si bien este nivel nos da una idea válida para la masonería de corte antiguo, de composición más popular, entre los Modernos, de una extracción social más elevada, se da por sentado que todo el mundo sabe leer y escribir con soltura, al punto de que se permiten el lujo de hacer que sus miembros tengan que responder a unas preguntas escritas de manera previa a su Iniciación, tal y como hoy en día se hace con el testamento filosófico.

Hasta el momento en que los rituales masónicos comienzan a imprimirse, las Tenidas necesariamente tenían que realizarse de memoria, convocando Logias de Instrucción para su ensayo bajo la supervisión del Director de Ceremonias. El punto de inflexión para la memorización o no del ritual fue la impresión voluntaria, por parte de las Grandes Logias, de sus rituales, pues obviamente ofrecía una alternativa con la que antes no se había contado. Realmente, el elemento que, sin proponérselo, cambia las reglas del juego es la introducción de las lecturas en el ritual (textos escritos por reputados Maestros lectores que debían ser memorizados y declamados en Logia), pues debido a la extensión de las mismas se hizo imperativo tener que copiar primero a mano, y posteriormente imprimir los rituales. La posterior evolución  en Francia de las lecturas escritas por Maestros lectores hacia planchas redactadas por los miembros de la Logia hubo necesariamente de modificar también la naturaleza del trabajo de la Logia.


Portada de Masonry Dissected. Aunque publicado en 1730 con la intención
de desvelar los secretos masónicos, el tremendo éxito de este libro se debió
a su compra masiva por parte de los propios Masones, que por fin disponían
de un manual gracias al cual aprender el ritual, al margen de las Logias de Instrucción.

No creo que sea tan inmediato como parece definir las causas que provocan que en una Logia se siga representando el ritual de memoria y llevando a cabo Logias de Instrucción, o se opte por leerlo. En el entorno anglosajón, tanto en el Rito de Emulación inglés como en el Rito de York americano, el ritual constituye el eje del aprendizaje masónico, primando en el caso de Emulación el ritual sobre las lecturas y, en el caso de York, concentrando las lecturas declamadas la enseñanza masónica en detrimento del ritual propiamente dicho. Tanto en uno como en otro caso la misma dinámica de aprendizaje empuja a memorizarlo. Y a primera vista puede parecer que el método de trabajo continental basado en planchas minusvalora el ritual, provocando que no se memorice. Incluso la actitud inestable de la Masonería de corte moderno respecto a los rituales, que le empujó a introducir alteraciones sustanciales en todos los Grados, invita a pensar así. Sin embargo, creo sinceramente que, aunque todo lo anterior deba ser tenido en cuenta, hay otras razones que son mucho menos definibles y delimitables, pero que también tienen que ver con el modelo de trabajo escogido en cada cultura. Como digo, son difícilmente delimitables, e implican sumirse en juicios de valor, pero voy a entrar en el tema.

Tras pasar años en una Logia de ingleses, tengo el convencimiento de que, de existir hoy en día los ingleses Modernos, seguirían memorizando minuciosamente el ritual, independientemente de la consideración que tuviesen del mismo o de que también redactasen planchas; del mismo modo que es posible ver a Hermanos españoles cometiendo sin pudor el abyecto sacrilegio representar el Arco Real leyendo. Y ello me lleva a pensar en otros dos elementos que pueden marcar la diferencia entre la manera de trabajar de ingleses y franceses / españoles, y que hacen de la Masonería británica lo que era antes y es hoy en día a nivel social. El primero de estos elementos es el tradicionalismo. El otro es el gregarismo (palabra que para el español tiene un tinte negativo, de modo que ruego que se entienda de manera aséptica).


Desartollo de una Logia de Instrucción (ensayo de Tenida)

El inglés ama sus tradiciones mucho más que el francés, se encuentra cómodo con ellas, no tiene problema alguno con su pasado histórico (más bien al contrario) y las percibe como algo positivo, de modo que no tiene reparo en mantenerlas y de entrada no las pone en tela de juicio. Sin embargo, en el inconsciente colectivo francés o español estas tienen un peso mucho más secundario, del mismo modo que el español o el francés contempla su propio pasado histórico desde una perspectiva mucho más conflictiva. No obstante, creo que un factor que tiene mucho más que ver con la manera de trabajar basada en Logias de Instrucción es el gregarismo casi genético de los ingleses (cuando eres español y convives en entorno inglés te llama muchísimo la atención). El anglosajón es naturalmente feliz reuniéndose con sus pares, y esto vale tanto para las despedidas de soltero que se organizan en Benidorm, donde no tienen reparo en ir todos vestidos con la misma camiseta de mal gusto, hasta para el Club Bilderberg (que seguramente responde mucho más a razones gregarias que no conspirativas), pasando por las asociaciones de fellows universitarios y materializándose en una institución tan típica de Inglaterra, y tan coetánea de la Masonería, como son los Clubes de Caballeros. Si a esto añadimos que la Logia de Instrucción ofrece una forma de reunión totalmente normalizada y que por ello respeta el carácter reservado del inglés estándar (si es que esto existe), el éxito está asegurado. Sin embargo, el español o el francés no es gregario, es menos dado a trabajar en grupo, y tiene una mayor tendencia a expresar su pensamiento. Y si bien en un contexto británico el hecho de reunirse un día a la semana a ensayar es percibido como un buen rato, para un francés, un alemán o un español sospecho que más bien sería una obligación molesta. Y quizá esto también haya tenido mucho que ver en el abandono del sistema de aprendizaje masónico basado en la memorización y posterior ensayo en Logias de Instrucción, una vez que la Masonería salió de su contexto cultural original y en el momento en que los rituales pasaron a imprimirse.


Manuales mnemotécnicos para la memorización del ritual


Tras haber trabajado personalmente según ambos modelos, el de planchas y el de memorización, mi opinión a título particular es que el trabajo masónico debería consistir prioritariamente en la memorización del ritual, para posteriormente llevar a cabo la redacción de planchas.

¿Cuáles son los beneficios del sistema basado en la memorización del ritual y en la Logia de Instrucción? Quizá podríamos plantearlo desde diferentes puntos de vista.

El simbolismo de los rituales de corte antiguo constituye una cartografía básica del proceso iniciático desde el comienzo del camino hasta que se alcanza el último estadio de la Iniciación. El ritual es un entramado simbólico de distintos niveles y capas que únicamente a través de su profundo conocimiento y constante trabajo y reflexión se va revelando a la mente del Masón, según va desmenuzando el contenido de las palabras, signos, toques, emblemas y leyendas, y también con la distinta perspectiva que estos ofrecen conforme el Masón va evolucionando en su vivencia masónica, pues para aquel que se halla en camino los objetos que percibe cambian también progresivamente de apariencia. De este modo la memorización del ritual lo convierte de forma natural en objeto de reflexión y punto focal para la mente, un hecho que las doctrinas orientales suelen tener muy en cuenta, y que en occidente solemos infravalorar. La memorización y el trabajo mantenido durante años lleva a una auténtica interiorización e identificación personal con el ritual. La impronta que deja la memorización de un texto de calidad en la personalidad del aprendiz es bien conocida desde la antigüedad, y por ello ha sido normal, desde la época clásica hasta el presente, que los niños memoricen textos de poetas o escritores insignes (en el caso de los niños griegos, estos memorizaban textos de su gran obra iniciática, La Odisea, trabajo gracias al cual podía decirse en propiedad que aprendían a ser griegos). 

Otro elemento en el que la memorización juega un papel fundamental es en la aportación moral del ritual de Emulación, de un carácter distinto con respecto al R.E.A.A., y también notablemente más abundante. Mientras que en R.E.A.A. se hace reflexionar al Candidato a la Iniciación sobre los conceptos que ya conocemos, Emulación hace muchísimo más énfasis en las obligaciones que contraemos en las distintas esferas de nuestra existencia, y su constante memorización y repetición transforman estas enseñanzas en un bagage personal que tiende a guiar a la persona en las situaciones críticas, y a convertirse en un manual de instrucciones que aflora automáticamente a la mente en caso de duda. En general, las enseñanzas morales y filosóficas quedan únicamente en un plano superficial cuando se trabaja someramente con el ritual. Sin embargo, la memorización del ritual y el catecismo masónico plantan en nuestra psique unas semillas mucho más profundas que dotan a esas pautas morales que se procura implantar de una fuerza superior al del mero hecho de reconocerlas como correctas. La mente es semejante a los músculos, que cuanto más se ejercitan mejor funcionan, y el uso de nuestra mente, guiada por el ritual masónico, la memorización y la reflexión, es una importante herramienta para mejorarnos a nosotros mismos en primer lugar, y el entorno en que nos encontramos a continuación.

Creo que un último beneficio de este sistema tanto para el individuo como para la Logia es la cohesión y armonía que imprime a la Logia el hecho de desarrollar semejante cantidad de esfuerzo y trabajo en común de forma mantenida en el tiempo. Esto hace que la dinámica de la Logia sea mucho más previsible y estable, no sólo al instaurar por pura necesidad la "escalera de oficios", sino por cimentar el afecto de los Hermanos en el trabajo conjunto. La relación entre Hermanos que se han esforzado estudiando el ritual en casa y ensayando juntos semana tras semana durante años tiene siempre un marchamo distinto al de aquellos que únicamente se reúnen una vez al mes. Y en última instancia, la Masonería da siempre más cuanto más esfuerzo se invierte en ella. 

EL SANTO ARCO REAL DE JERUSALÉN




El Paraíso Perdido

No deja de ser un hecho llamativo el desconocimiento generalizado que existe entre los Masones respecto a la naturaleza de la Iniciación. Es muy común que cada uno considere la Iniciación según su propia opinión y que apliquemos el término Iniciación a cualquier cosa, desde el conocimiento de una técnica comercial hasta ciertas experiencias de la vida, pasando por cosas tan alejadas de la Iniciación en sí como adoptar una cierta actitud política. Sin duda la palabra «iniciación» goza de diferentes acepciones en el diccionario de la Real Academia Española, pero la Masonería, como el resto de órdenes iniciáticas, no fue establecida para mantener unas enseñanzas insípidas que, aun siendo necesarias, no necesitan en absoluto de una orden iniciática. La razón de ser de una orden iniciática es infinitamente más ambiciosa y estremecedora.

La Iniciación existe porque el alma disfrutó una vez de una existencia dichosa en el Paraíso; pero, por algún acontecimiento infausto, fue expulsada de él, viéndose precipitada a este mundo de oscuridad y materia. Desde entonces, el alma deplora su estado caído y anhela recuperar la felicidad perdida. En el contexto judeocristiano este suceso lo conocemos como «La Caída del Hombre».

Sin embargo, la tradición hebrea no fue capaz de desarrollar lo suficientemente la naturaleza de esa caída. No describió cómo aconteció, ni en qué consistió. El resultado más evidente de esto es que, en la tradición occidental, hemos desarrollado una extensa y minuciosa teología respecto a lo que acontece tras la muerte, pero nunca se ha planteado de manera realmente seria qué es lo que acontece antes del nacimiento.

La expulsión del Paraíso, por Miguel Ángel (Capilla Sixtina)


No obstante, lo habitual en las doctrinas mistéricas es que sí ofreciesen una descripción simbólica del proceso. En una etapa del desarrollo humano en que el hombre miraba al cielo intentando hallar una explicación al mundo en que se encontraba, las distintas culturas occidentales crearon su metáfora de la Caída del Hombre en base a elementos astronómicos. Por pura analogía con sus concepciones astronómicas, se asumió que, en el momento de precipitarse desde el cielo a la tierra, el alma atravesaba las esferas de los distintos planetas, y mientras atravesaba cada una de dichas esferas, se le adhería un cuerpo. A su paso por Saturno adquiría un cuerpo con capacidad de razonar, pero también de engañar e intrigar. Al pasar por la esfera de Marte, adquiría un cuerpo capaz de emplear la violencia. Al atravesar la esfera de Venus, se le adhería un cuerpo con tendencia a la concupiscencia. Al pasar por el dominio de Júpiter adquiere la capacidad del poder. Al atravesar la esfera de la Luna adquiría la capacidad de crecer y generar, y así sucesivamente. Independientemente de cómo se consideren estas adherencias o cuerpos, el factor común es que el alma humana, como fruto de su caída, queda tan irreconocible como la estatua de Glauco que mencionaba Platón, que tras su caída en el mar estaba tan desfigurada por las algas y conchas adheridas que parecía más un monstruo que no la estatua original. No deja de ser una ironía el que los hombres se pregunten si tienen alma: son alma, lo que tienen accidentalmente es un cuerpo. Alma creada a imagen y semejanza de Dios (creer que el texto del Génesis plantea la posibilidad de un Dios antropomorfo, hecho a imagen y semejanza del hombre caído, es no saber distinguir un diamante de la caja de plástico que lo contiene).

El momento en que el alma se da cuenta de su estado de exilio en este mundo, en el que rige la materia y la esclavitud que esta impone, es el punto de partida del proceso de regeneración del hombre. Y es aquí donde comienza la experiencia de la Iniciación, plasmada en la Masonería Tradicional.


Grados Iniciáticos


A lo largo del tiempo la Masonería ha visto cómo se han multiplicado los grados que se trabajaban. Los grados creados son de interés diverso, y transmiten enseñanzas muy variadas, ya sea de índole existencial, moral o filosófica.

Sin embargo en 1813 la Gran Logia Unida de Inglaterra declaró que «la Masonería Antigua y pura está compuesta de tres grados y nada más, a saber: Aprendiz Entrado, Compañero, y Maestro Masón, incluyendo este último la Orden Suprema del Santo Arco Real».

La razón para esto es que estos Grados representan un fenómeno totalmente distinto de lo que puedan transmitir los demás. Estos Grados plasman de forma dramatizada una experiencia que acompaña al hombre desde que puede considerarse como tal: la Iniciación. Ya sea en la España de 2013, o en la China del año 3500 a.C., en el Antiguo Egipto, o entre los nativos americanos, este proceso extraordinario se desarrolla a grandes rasgos en una serie de etapas comunes: una primera etapa de purificación y perfeccionamiento, una segunda etapa en la que el alma debe buscar en su interior (esto queda patente en los ritos antiguos como York o Emulación, pero no en los ritos modernos como REAA o Francés, donde se introdujeron las modificaciones filosóficas de Preston), y una tercera etapa —que en realidad es el punto de partida de todo— en la que se produce la gran ordalía, tras lo cual comienza realmente el proceso iniciático. Para el profano puede resultar sorprendente descubrir que la Iniciación que se confiere al ser aceptado en una Logia no supone iniciación real alguna. La Iniciación real es la del Tercer Grado, y desde luego no acontece en la Logia, donde únicamente se representa una alegoría de la misma, sino en otro contexto privado e íntimo, y en el caso de que realmente llegue a experimentarse. Los antiguos órficos denominaban a esta primera Iniciación «teleté», y los eleusinos «epopteia», aunque coloquialmente los griegos se referían a ella como «ser Apolo». El latino Apuleyo se refiere a ello como «ver el sol a medianoche».


Las cuatro etapas de la Iniciación, tal y como son descritas por el antiguo libro chino El Secreto de la Flor de Oro: recolección de la luz, nacimiento del nuevo ser en el entorno de la fuerza, separación del cuerpo-espíritu para la existencia independiente y consolidación de la iluminación.

Como ilustración de este proceso nos basta referirnos al diagrama de la sección de la Gran Pirámide de Egipto, que fue construida así, no ya para ser templo de iniciación, sino para registrar de forma permanente los principios que rigen el proceso de regeneración. Su pasaje de entrada discurre durante alguna distancia hacia el interior del edificio como un estrecho canal ascendente a través del cual el postulante que desea alcanzar el centro debe arrastrarse en no poca incomodidad y dificultad. Esto era para representar la disciplina y el trabajo, cuesta arriba, de purificación, que se requiere en el Grado de Aprendiz. En un punto concreto este pasaje estrecho se abre a una galería larga y elevada, todavía muy empinada, por la que el postulante debe pasar, pero en libertad y comodidad. Esto simboliza la condición de iluminación y libertad intelectual asociada al Grado de Compañero. Terminaba en un lugar donde el candidato debía esforzarse de nuevo con sus manos y rodillas a través de la menor apertura de todas, en la que se hallaba, y todavía se halla, el gran sarcófago en el que era colocado para afrontar la última y suprema ordalía, y de donde era levantado de entre los muertos, iniciado y perfeccionado.
Walter L. Wilmshurst
El Significado de la Masonería


Conforme la Masonería operativa se fue transformando en especulativa, y con ello en la orden iniciática que conocemos hoy en día, la primera etapa se fue identificando con el Grado de Aprendiz Entrado, y la segunda con el de Compañero. No obstante, quedaba todavía pendiente uno de los grandes problemas de la Masonería especulativa: el Tercer Grado o muerte en vida. 

Ese Tercer Grado que comenzó a perfilarse en las Logias especulativas escocesas y por la Masonería Antigua en general era notablemente distinto al que empleamos hoy en día, y no estaba basado en la figura de Hiram Abiff, sino en la de Noé, continuando la tradición noaquita de la Masonería, de impronta cristiana. Fue hacia 1720 cuando los Modernos comenzaron a poner en escena, en Londres, el Tercer Grado basado en la figura de Hiram Abiff, que tanto aceptación tuvo en la Masonería de todos los países. Del mismo modo comenzó a desarrollarse el Arco Real para mostrar los acontecimientos que suceden tras el Tercer Grado. Los irlandeses lo tenían ya diseñado hacia 1725, y en breve les seguirían escoceses e ingleses yorkinos, aunque es preciso dejar claro que el Arco Real sufrió con el paso del tiempo modificaciones tanto en lo referente a su estructura simbólica y los textos bíblicos que lo sustentaban, como a la organización de otros grados, en principio autónomos, pero que progresivamente se introdujeron como parte de la progresión hacia el Arco Real (Marca, Pasado Maestro Virtual, Muy Excelente Maestro, etc.).


Babilonia


Junto a los ríos de Babilonia,
nos sentábamos y llorábamos,
al acordarnos de Sión.
                                                    Salmo 137


En el simbolismo hebreo, la expresión «junto a los ríos de Babilonia» del Salmo 137 (¿alguien recuerda la canción de Boney M. «By the rivers of Babylon»?) siempre ha representado el estado de exilio en que se encuentra el alma en este mundo. Como decíamos, es en el momento en que el alma deplora su estado caído en este mundo cuando comienza la experiencia de la Iniciación, y este es el punto en que comienza la peripecia del Arco Real.

A diferencia de los Grados Simbólicos de la Masonería, que están protagonizados por un único Candidato, en el Arco Real los protagonistas son tres, aunque por lo general esta terna la componga el Candidato y dos Oficiales (dos de los Sobrestantes). Estos tres personajes no son tres, sino una multiplicidad: la multiplicidad de cuerpos que revisten el Alma y acuden para ser sublimados. Al ser recibidos estos obreros narran su historia: lloraban junto a los ríos de Babilonia (deploraban su estado caído) y soñaban con Sión (anhelaban con regresar al Paraíso). El Rey Ciro (Kiros, el Señor) les concede permiso para que regresen a su tierra original a construir el Segundo Templo a la gloria del Señor, y han acudido sin demorarse al Sanedrín (el Capítulo de Arco Real se reúne bajo la forma de un Sanedrín) para solicitar ser empleados en la construcción de dicho templo. El Maestro (los Principales), a la vista del deplorable estado que ofrece el Alma caída, duda del recién llegado, pero el Alma es consciente de su origen celestial, de modo que el Candidato y los Sobrestantes esgrimen su linaje regio y su pertenencia a la Tribu de Judá para reclamar el derecho a participar en la construcción del Templo.

En el Occidente se sitúan los Sobrestantes y el Candidato, mientras en el Oriente se sitúan sus contrapartidas regeneradas, encarnadas por los tres Principales, que pese a ser igualmente una multiplicidad, deben ser considerados como un único Maestro. El ritual gira en torno al proceso que transcurre entre un estado y otro.

El camino que lleva de nuevo al Paraíso no es instantáneo, sino que es progresivo. Este hecho es tan tan importante que los masones lo plasmaron de manera redundante en el ritual: no sólo aparece en la sucesión de bóvedas de la leyenda de Enoc, sino que hay una ceremonia específica del Arco Real antiguo, que en Inglaterra y España no se realiza (con excepción de algunos capítulos del norte de Inglaterra), que se denomina Ceremonia de los Velos. En esta ceremonia el candidato atraviesa tres velos por medio de palabras de paso, con lo que se representa la sucesión de estadios iniciáticos del proceso. En el caso del Arco Real inglés, que es el que practicamos en España, se nos recuerda que pasamos bajo una galería formada por siete arcos.

El hallazgo de la Palabra Sagrada acontece finalmente, y no podría ser de otro modo, en el momento del Mediodía. Solo entonces puede el candidato descubrir tanto las inscripciones realizadas sobre el pedestal como el Nombre que figura sobre la plancha de oro. El candidato realiza un primer descenso a la bóveda, pero apenas puede ver el fragmento de la Ley Sagrada y los demás objetos que hay en su interior:
Al llegar al fondo percibí algo semejante a la base o pedestal de una columna con ciertos caracteres grabados sobre ella, pero debido a la falta de luz fui incapaz de descifrar su significado (…) Al seguir explorando la bóveda encontré este rollo de pergamino o vitela, pero por la misma razón fui incapaz de leer su contenido.
Sin embargo, al llegar el Mediodía, y tal como reza el ritual, el sol ya puede iluminar la bóveda, permitiendo al candidato contemplar los objetos presentes en la cámara:
(…) y descendí como antes. A esta hora, el sol había alcanzado su máxima amplitud y proyectaba sus rayos con el esplendor del Mediodía en el interior de la bóveda, dejándome distinguir claramente esos objetos que antes había descubierto de manera imperfecta.

Puede verse más acerca del simbolismo del Mediodía en:


Tras la contemplación del Nombre de Dios, el candidato pasa a formar parte de la Comunión de los Santos, representada por el sanedrín, momento en que se le pone en la mano derecha el asta con el estandarte de la tribu de Judá, pues, como habíamos visto en el ritual, la pertenencia al linaje de David y a la tribu principesca de Judá simbolizan el origen divino del alma humana, y de este modo se culmina el retorno al paraíso primigenio.





El Grado del Arco Real es de una complejidad simbólica inusitada, y de una dificultad de comprensión notablemente superior a los Grados Simbólicos por los elevados conceptos que maneja y por lo variado de su simbolismo, inabarcable en una sencilla entrada de un blog. Las diferencias entre los distintos ritos estriban en los textos bíblicos escogidos, así como en los Oficiales que representan el ritual, y en otros elementos simbólicos. Vamos a ver someramente tres posibles planteamientos del Arco Real:
  1. El modelo de la Masonería Antigua (escocés y yorkino)
  2. El modelo de la Masonería Moderna (que es el que se emplea actualmente en Inglaterra y España)
  3. El modelo irlandés.


EL MODELO ESCOCÉS Y YORKINO






Toda la Masonería Antigua, ya sea escocesa, yorkina o irlandesa, incorpora un elemento característico que es la Ceremonia de los Velos. La razón de ser de la Ceremonia de los Velos es ofrecer una representación simbólica de la serie de Iniciaciones que es preciso acometer una vez que ha acontecido el Tercer Grado, o primera de las Iniciaciones. Para ello, los tres Candidatos (o el Candidato y los dos Sobrestantes que le acompañan), deben pasar simbólicamente por una serie de velos, cada uno de los cuales representa una Iniciación, tras lo cual alcanzan el Oriente, y con ello la visión beatífica. A estos hay que añadir las correspondientes lecturas y la escenificación del descenso de los Candidatos a la bóveda donde se encuentran los Secretos Perdidos del Maestro Masón. El Templo representa el Tabernáculo, que era un templo iniciático móvil cuyo Kadosh Kadoshim o Sancta Sanctorum tenía una función iniciática semejante a la del hades de los templos griegos.

La diferencia entre el modelo propiamente yorkino y el escocés es que este último convierte la Ceremonia de los Velos en un Grado previo al Arco Real, el Grado de Maestro Super-Excelente, mientras que en la Masonería yorkina la Ceremonia de los Velos forma parte de la Exaltación al Grado.


EL MODELO INGLÉS




El modelo que se emplea actualmente en Inglaterra (y en España) es el que crearon los Modernos cuando, tras medio siglo de rechazo hacia este Grado, en 1766, aceptaron finalmente crear sus propios Capítulos de Arco Real. Este modelo es notablemente distinto del sistema antiguo. Una diferencia fundamental con el sistema antiguo radica en la ausencia de la Ceremonia de los Velos. De este modo, el Arco Real pasa a trabajarse como la culminación del Grado de Maestro, y sus enseñanzas tienen como eje central el descenso a la bóveda donde se encuentran los Secretos Perdidos del Maestro Masón. El planteamiento simbólico es también muy distinto, pues desaparecen otros elementos importantes como el Arca de la Alianza. Sin embargo, incorpora con un papel importante a dos profetas de Israel, Esdras y Nehemías, configurando junto con Principales y Sobrestantes un escenario de complejo contenido simbólico.

Mientras que escoceses e irlandeses se reconocen mutuamente el Grado del Arco Real, no sucede así con el Arco Real inglés, que no es reconocido ni en estos dos países ni en Norteamérica, donde se practica el Rito de York. Por ello, un Compañero del Arco Real inglés o español puede contar con que se le reconocerá su Grado de Maestro Masón en Escocia o Irlanda, y lo mismo sucede con el Grado de la Marca; pero no se le permitirá acceder a sus Capítulos de Arco Real salvo que ellos mismos le exalten (en el caso de Irlanda), o le confieran el Grado de Super-Excelente Maestro (Ceremonia de los Velos) y posteriormente le exalten (en Escocia).


EL MODELO IRLANDÉS





Si hay una Masonería que haya estado volcada sobremanera con el Arco Real, esa es la irlandesa. No sólo fueron los primeros en darle forma, de manera que en Irlanda ya se trabajaba el Arco Real cuando en Escocia apenas se había implantado el Tercer Grado hiramita, sino que la historia de su Masonería gira en torno a este Grado Supremo. La Masonería irlandesa constaba originalmente de tres Grados: Aprendiz y Compañero, Maestro Masón, y Arco Real, y si bien durante el Siglo XVIII y comienzos del XIX en la isla de Gran Bretaña la gran diatriba fue la protagonizada por Antiguos y Modernos (plasmada en buena parte en la aceptación o rechazo del Arco Real como cúspide de la Masonería), en la isla de Irlanda el Arco Real no solo no fue nunca cuestionado, sino que todas las turbulencias de la Masonería irlandesa giraron en torno a las leyendas que deberían componer este Grado, discutiendo si una parte de ellas se incorporaban a los Grados Caballerescos, o qué textos bíblicos deberían darle apoyo literario. El desplazamiento de algunas de las leyendas que tanto escoceses, como yorkinos, como ingleses modernos desarrollan todavía en el Capítulo de Arco Real, hacia el Campamento de la Orden Templaria, provocó unos conflictos internos y administrativos realmente curiosos y muy distintos a los acontecidos en Inglaterra. En cualquier caso, es un detalle muy significativo de lo que supone el Arco Real para los masones irlandeses el hecho de que, por encima de cuestiones políticas, y a pesar de que tanto la República de Irlanda como Irlanda del Norte tengan sus propias Grandes Logias, únicamente existe un Gran Capítulo del Arco Real conjunto para ambas irlandas, cuyo Primer Gran Principal es denominado Gran Rey de Irlanda.

Después de muchas variaciones a lo largo de los Siglos XVIII y XIX, el Arco Real irlandés ha quedado configurado en torno a la restauración del Primer Templo por parte del Rey Josué, mientras que la leyenda de la construcción del Segundo Templo ha pasado al Grado caballeresco de la Cruz Roja, aunque con la particularidad de que en Irlanda no se exige ser cristiano para ser armado. Y, fieles a la tradición antigua, siguen llevando a cabo la Ceremonia de los Velos.