LA REBELIÓN DE LIVERPOOL





Puerto de Liverpool en 1825. Hasta 1807 fue el puerto más importante de Europa en el comercio de esclavos. Tras la prohibición de la esclavitud, y con el comienzo de la Revolución Industrial, se convirtió en el punto de entrada de tabaco y azúcar, pero sobre todo del algodón que emplearían los telares industriales. La presencia de la cuencas carboníferas cercanas proporcionó a los barcos un combustible barato que alimentó esta simbiosis económica.



La puesta en funcionamiento de la primera línea de ferrocarril del Reino Unido, de Liverpool a Manchester, probablemente influyó en el hecho de que la Gran Logia rebelde se estableciese en Wigan, justo a medio camino entre ambas urbes.


Aunque se suele pensar que la historia de los Antiguos termina en 1813, año en que se crea la UGLE, la realidad dista en cierta medida de ser así. Antiguos y Modernos habían sido unificados, sí, pero la desconfianza y las diferencias respecto al modelo de Masonería permanecían vigentes. Muestras de hostilidad como negar al Gran Maestro Provincial el mallete al entrar en la Logia, o la inspección de las actas, dependiendo del pasado de la Logia y del visitante, estaban a la orden del día. En otras ocasiones, se negaban los signos de reconocimiento alegando que ellos no trabajaban así.

En el noroeste de Inglaterra, la región más próspera durante la revolución Industrial, la Unión de 1813 no parecía haber dejado contento a nadie: las Logias de Liverpool, prioritariamente de Patente Moderna, estaban sumamente disgustadas ante el Ritual de Emulación impuesto por Londres. Para muchas Logias de patente Antigua, la herida era aún más profunda, pues consideraban que la Unión de 1813 había sido poco menos que una adulteración que había traicionado irremediablemente la pura y antigua Masonería.

La Logia donde germinó la rebelión fue la Logia nº 31 de Liverpool. Esta Logia rechazaba profundamente las modificaciones introducidas en el ritual por la Logia de Reconciliación. Entre los españoles de hoy en día, para los que el trabajo memorizado es algo minoritario, seguramente nos cueste comprender el grado de seriedad que implicaban las modificaciones en el ritual. Pero en el contexto inglés el ritual era y es la esencia del trabajo masónico. En opinión de estos Hermanos, se habían introducido demasiados elementos modernos, y para cohesionarlo todo se habían incorporado más innovaciones. Además, antes de la Unión de 1813 las Logias no estaban tan sujetas a la disciplina ritual como tras la Unión, y era común que cada una desarrollase sus particularidades, en ocasiones verdaderamente extravagantes. Todos estos caprichos rituales también habían sido eliminados de un plumazo.

Para los Hermanos de Lancashire, si había alguien que pudiese ejercer de malo de la película, y a quien tildaban de tirano, este era el primer Gran Maestro de la UGLE, el Duque de Sussex, quien ocupó el cargo durante 30 años.


Augusto Federico, Duque de Sussex (1773–1843)


El Duque de Sussex era un moderno vocacional, que unos días antes de la Unión de 1813 se hizo también miembro de los Antiguos para poder ocupar el cargo de primer Gran Maestro de la Gran Logia Unida, cargo que ocupó durante 30 años. Aun siendo notable la indiferencia que prestó a las quejas expresadas por los Hermanos descontentos de cualquier parte de su jurisdicción, más llamativo aún es el hecho de que, durante estos 30 años, no autorizase ningún Grado colateral en suelo inglés (los Grados colaterales eran un rasgo característico de la tradición Antigua, pero no existían en la tradición Moderna).

En 1823, diez años después de la unificación, los Antiguos se encontraban notablemente descontentos con el Duque de Sussex, de quien consideraban que estaba incumpliendo su obligación de proteger a ambas familias por igual, y en concreto desde la región industrial de Lancashire -entonces a una semana de viaje de Londres- no dejaba de verse a Freemason's Hall como una autoridad distante, discutida y discutible. Liverpool era además la segunda ciudad más importante y próspera de Inglaterra, y en cierto modo deseaba ponerse en un cierto plano de igualdad con Londres.

El tiempo demostró que el nuevo ritual introducido estaba llamado a ser una solución duradera, pues con excepción de algunos cambios menores, ha llegado a 2014 prácticamente intacto desde su estreno en 1816. Sin embargo, tuvo sus detractores tanto por parte de los Antiguos como por parte de los Modernos.


Tablero de trazo con simbolismo del Rito de York.

Las causas de la rebelión

En líneas generales, los Modernos hubieron de ver cómo el nuevo ritual de Reconciliación echaba atrás todas las modificaciones que ellos habían introducido, del mismo modo que su contenido había adquirido un sesgo más antiguo. Además, el nuevo ritual otorgaba a los Diáconos una importancia que les disgustaba. Esta cuestión se vería agravada por la decisión tomada por la UGLE en 1818 que exigía un mínimo de siete miembros, imponiendo de facto siete Oficiales en la Logia.

Por parte de los Antiguos, el nuevo ritual contaba igualmente con muchos detractores. El nuevo ritual de Emulación respetaba la filosofía masónica antigua, pero también había introducido un universo simbólico muy distinto. Basta con leer cualquier ritual estadounidense en internet (allí se sigue trabajando según la tradición yorkina) para poder apreciar la diferencia de simbolismo que había. Elementos tales como el Arca de la Alianza, la Guadaña, el Reloj de Arena, el Ancla, la Llave, las referencias noaquitas y un amplio conjunto de frases simbólicas desaparecieron de un día para otro.


Mandil del Arco Real de la Gran Logia de Wigan, que se portaba también en las logias simbólicas.


En 1818 la UGLE presentó una propuesta para subir de 5 a 7 el número mínimo de miembros para que una Logia pudiese seguir conservando su Patente. Esto, que en principio no parece tener más importancia, provocó irritación tanto en las Logias de vocación antigua como en las modernas. A diferencia de las populosas Logias londinenses, las Logias de Lancashire contaban con una membresía menguada, en ocasiones de diez o menos Hermanos inscritos. De hecho la doble filiación era común con el fin de poder garantizar la apertura de trabajos, lo que también provocaba una fuerte sensación de interdependencia. Subir a 7 el número mínimo de miembros suponía que algunas Logias se quedasen al borde de tener que entregar su Carta Patente. No obstante, es justo decir que este tema también fue exagerado y hábilmente manejado por Michael Alexander Gage para sembrar la discordia.

Pero se daba una segunda circunstancia: había Logias de tradición moderna que seguían trabajando sin Diáconos. Los Diáconos son unos Oficiales de particular contenido simbólico (su joya entre los Antiguos era el Hermes, mientras que entre los Modernos era la paloma), a los que los Modernos siempre habían tenido cierta tirria, al punto de que en el momento de la Unión las Logias inglesas Modernas ya solían prescindir de ellos. Trabajar sin Diáconos era posible mientras se pudiesen abrir trabajos con cinco oficiales; pero si se hacía necesario abrir trabajos con siete, entonces no quedaba más remedio que incorporarlos. Esto, unido al descontento generalizado de muchas Logias modernas en lo referente al ritual, provocó que más de la mitad de las Logias involucradas en la rebelión fuesen de patente moderna.


Joya de Diácono antiguo
(Hermes) y moderno
(paloma).
Además, Freemasons' Hall estaba siempre en obras, y ello suponía la imposición de derramas a las Logias. El Freemasons' Hall que conocemos hoy en día fue terminado en 1933, y es el tercero de los edificios construidos en el mismo solar. La imposición de derramas no se hacía según el número de miembros, sino que era igual para todas las Logias, que eran mucho menos populosas en Lancashire que en Londres, y por ello suponían una carga mayor para sus componentes.

Y para acabar de escandalizar a los Antiguos, en Bath (próximo a Bristol, zona tradicional de Modernos) se acabaron de encender los ánimos: unos hermanos presentaron su solicitud para la creación de un Capítulo de Arco Real, pero la Provincia de Bristol denegó la autorización argumentando que "no era conveniente que hubiese el mismo número de Capítulos que de Logias". Si tenemos en cuenta que en la jurisdicción de la Gran Logia Unida de Inglaterra el Arco Real se trabajaba como parte del Tercer Grado, en realidad esto era un atentado contra la misma esencia de la Masonería Antigua, pues impediría a las Logias culminar los grados fundamentales. 


La Gran Logia de Liverpool

Por todo lo anterior surgió entre los Masones de Lancashire la idea de resucitar la Gran Logia de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra Conforme a las Antiguas Constituciones otorgadas por Su Alteza Real el Príncipe Edwin en York, anno domini 926. O dicho de otro modo: la Gran Logia de los Antiguos. Y quería resucitarla totius Angliae, en toda Inglaterra.

Después de casi un siglo de conflicto entre Antiguos y Modernos llama la atención que Antiguos y Modernos estuviesen dispuestos a hacer ahora frente común contra la UGLE con semejante espíritu fraternal. Esto se entiende más fácilmente si tenemos en cuenta dos factores. En primer lugar, que la Masonería del Siglo XIX era necesariamente más heterogénea que hoy en día, y que la división entre Antiguos y Modernos que podemos hacer sobre el papel, en ocasiones podía ser más difusa. Si comparamos una Logia Antigua de Yorkshire con una Logia Moderna londinense, las diferencias son evidentes. Pero en un área anegada de irlandeses como era Liverpool, incluso la Masonería de Patente Moderna estaba plagada de símbolos y usos yorkinos, de modo que lo que un Masón del puerto de Liverpool podía concebir como Antigua Masonería era algo más bien a caballo entre ambas tradiciones. Por otra parte es de remarcar la diferencia de espíritu administrativo que regía a los Antiguos si lo comparamos con la Gran Logia Unida de Inglaterra. La UGLE constituía una estructura masónica tan eficaz como las actuales: sus rituales debían ser representados, sus Estatutos respetados, y se podía hacer lo que estaba reglamentado, habiendo escaso sitio para caprichos y originalidades. Sin embargo, los Antiguos constituían un grupo mucho más heterogéneo, donde se mezclaban usos propiamente yorkinos, con irlandeses, junto con particularidades locales que en ocasiones resultaban realmente peculiares. En realidad, probablemente tanto unos como otros creían estar defendiendo la Antigua y Pura Masonería y, en última instancia, compartían un objetivo común: poder trabajar al margen de las imposiciones de la UGLE; o dicho de otro modo, como antes de la Unión de 1813. No obstante, las diferencias conceptuales sí resultaron visibles en el distinto modo de asumir la derrota una vez que se hizo evidente que sería imposible hacer resucitar la Gran Logia Antigua. Las Logias y líderes de extracción Moderna se reconciliaron en mayor o menor medida con la UGLE, lo que facilitó también que Londres concediese finalmente a las Logias potestad para modificar los rituales a su gusto. Sin embargo, las Logias Antiguas mantuvieron una actitud mucho más radical e irreconciliable hasta finales del Siglo XIX o incluso comienzos del Siglo XX.



Diploma de Maestro Masón de James Miller (Logia  de Sinceridad nº 1), el último Masón inglés iniciado como Antiguo, en 1908. Fue emitido por la Gran Logia de Wigan.

El encuentro fundacional tuvo lugar en la Taberna del Castillo, al norte de Liverpool, en Noviembre de 1821. Se hallaban presentes miembros de la Logia nº 31, la Logia Integridad nº 74, Logia Sinceridad nº 486, Logia de Marineros nº 466, Logia Unión Antigua nº 348 y la Logia Capitanes del Mar nº 140, y se redactó el Manifiesto Masónico, que detallaba las quejas y aspiraciones de los rebeldes y fue firmado por 34 Hermanos, entre ellos los líderes rebeldes Michael Alexander Gage y James Broadhurst. El Manifiesto Masónico fue impreso y enviado por correo a todas las Logias activas.

Los 34 Hermanos firmantes del Manifiesto fueron suspendidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Cuando los rebeldes se volvieron a reunir el 31 de Diciembre del mismo año, ya eran conscientes de su suspensión, y redactaron y firmaron la Determinación Inalterable, que en este caso contó con 9 firmas más de la Logia de Integridad, y otras 12 de la Logia Sinceridad. En dicha reunión se leyó con gran alborozo por parte de los presentes una carta de apoyo enviada por uno de los Masones con mayor reputación de Inglaterra: Thomas Harper, miembro de la Logia de Reconciliación, en la que hacía una afirmación memorable:
De haber vivido nuestro ilustre Hermano, el Duque de Kent (ese auténtico Masón Antiguo), estoy seguro de que habría apoyado y abogado en favor de vuestra causa; pero confío en que vuestro llamamiento hará que se levanten otros muchos adalides, y estoy seguro de que tendréis éxito en vuestro digno y honorable esfuerzo por restaurar los Antiguos Linderos.
El grueso de la Logia Capitanes del Mar amenazó a la UGLE con abandonar la Obediencia si no se readmitía a los Hermanos expulsados de la Logia nº 31. El duque de Sussex empezaba a estar seriamente preocupado ante la posibilidad de una ruptura real de la Gran Logia Unida de Inglaterra, de modo que ordenó devolver los libros de Actas contabilidad a la Logia nº 31. No obstante, las relaciones entre esta Logia y Freemasons' Hall llegaron a tal grado de deterioro que, medio año después, los 31 miembros de la Logia Capitanes del Mar fueron igualmente suspendidos, y el 5 de Marzo de 1823 otros 26 Hermanos fueron también expulsados.

El 21 de Julio de 1823 se constituyó en la Taberna Shakespeare la Gran Logia de Liverpool, de la cual George Woodcock era Gran Maestro y Michael AlexanderGage su Diputado, y el 22 de Diciembre siguiente se redactaba y firmaba la Carta Magna de Libertad Masónica. Los rebeldes tenía intención de que su Gran Logia fuese reconocida por las Grandes Logias de Escocia e Irlanda, de modo que asistieron Ian Somerville, de la Logia nº 212 de la Gran Logia de Escocia, y Thomas Strong, de la Logia nº 548 de Irlanda, los cuales también firmaron la Carta Magna.

No obstante, este mismo año 1823 sucedería algo que empañaría irremediablamente las relaciones entre Liverpool y Wigan: el Gran Secretario, el liverpuliano John Eden, estaba encargado de recaudar fondos para la Gran Logia; y efectivamente recaudó fondos, pero no los entregó en su totalidad al Gran Tesorero, sino que se quedó una parte para sí. Las Logias de Wigan retrasaron sus capitaciones intencionadamente, y liverpulianos y wiganos comenzaron a no asistir a las Asambleas que no tenían lugar en la ciudad.



El proyecto «Liverpool Waters» en los muelles de la ciudad


Estas fueron las Logias de Liverpool involucradas en la rebelión:

Logia de Capitanes del Mar nº 140, del Puerto de Liverpool (Patente moderna). Jugó un papel muy comprometido al principio, pero la importancia de esta Logia se diluyó, especialmente desde que el licorero John Eltonhead, principal promotor de la revuelta en esta Logia, se reconciliase con la UGLE en 1827.

Logia de Marineros nº 466, del Puerto de Liverpool (Patente moderna). Esta Logia estuvo dividida, pues mientras unos Hermanos se unieron a la rebelión, otros se mantuvieron fieles a la UGLE.

Logia de Marchantes nº 442, de Liverpool (Patente moderna). Esta Logia estuvo igualmente dividida, aunque los rebeldes retornaron al seno de la UGLE en 1826. No obstante, en 1851 fue la primera que saboreó en cierta manera el éxito de su lucha: Freemason's Hall reconoció el derecho de las Logias a regular sus rituales siempre que fuesen consistentes con los Antiguos Usos y Costumbres de la Orden, lo que permitió a la Logias de Liverpool crear un rito caraterístico de esa ciudad: el Rito Bottomley, todavía hoy practicado con distintas variantes en la misma ciudad, y la Logia de Marchantes fue la primera en practicarlo.

Logia Unión Antigua nº 348, de Liverpool (Patente antigua). Esta Logia estuvo decididamente de parte de la nueva Gran Logia. En 1818 contaba únicamente con diez miembros, por lo que se vio directamente amenazada por la intención de Londres de subir a 7 el número mínimos de Hermanos exigidos a una Logia.

Logia nº 31, de Liverpool (Patente antigua). Esta Logia fue el alma de la rebelión. Bajo la Gran Logia de Los Antiguos ostentaba el nº 20, siendo la Logia más antigua de Liverpool, y por ello era la Logia que actuaba de juez en caso de disensiones. Esta era la Logia de Michael Alexander Gage, auténtico corazón de la revuelta. Un elemento que añadió especial irritación a Gage fue el hecho de ser renumerada con el puesto 31 en el registro de la Gran Logia Unida de Inglaterra, lo que entregaba el privilegio de dirimir en caso de disensiones a la Logia de San Jorge. La Logia de San Jorge agrupaba a la aristocracia local, mientras que la nº 31 era un conglomerado de mercaderes llegados a Liverpool con la intención de mejorar su posición, lo que provocaba una rivalidad puramente clasista entre ambas Logias. No obstante, el problema volvió a plantearse con la renumeración de la Gran Logia de Wigan, que asignó a la Logia Sinceridad el número 1, quedando la Logia de Gage como Logia Liverpool nº 2. Ante este disgusto Gage optó por desentenderse de la Gran Logia de Wigan, aunque permaneció en la Masonería hasta 1842, siendo tenido en muy alta consideración tanto en Liverpool como en Wigan hasta su muerte en 1867. La Logia nº 31 estaba compuesta por auténticos devotos de la Masonería tradicional, y desechó siempre cualquier posibilidad de reintegrarse en la UGLE, manteniendo sus usos y rituales Antiguos hasta su desaparición en 1858.

Logia de Armonía nº 385, de Liverpool (Patente antigua). Esta Logia registró una memorable trifulca en una Tenida Extraordinaria celebrada del 2 de Diciembre de 1822. Habían venido Hermanos de las Logias Marineros, Marchantes y Unión Antigua para convencerles de que se uniesen a la nueva Gran Logia, pero la Logia resolvió mantenerse del lado de la UGLE.

Logia Armónica nº 380, de Liverpool (Patente moderna). Esta Logia estuvo igualmente dividida, pero se mantuvo nominalmente leal a la UGLE. Sin embargo, uno de los principales líderes de la revuelta, el joyero John Robert Goepel, procedía de esta Logia, a la que se reintegró en 1858, gracias a la intercesión de su hijo, entonces Venerable Maestro de esta Logia.



La Gran Logia de Wigan

Iglesia parroquial de Wigan

Hacia 1825 la actividad de los rebeldes parecía haber cesado en Liverpool. Aunque unas actas de 1827 de la Logia Sinceridad mencionan a Gage como Gran Maestro de Liverpool, el hecho es que Gage no quiso implicarse en la Gran Logia de Wigan, disgustado como estaba por la renumeración de Logias realizada en la fundación de la Gran Logia de Wigan. Otro importante líder de Liverpool, John Eltonead, se había reconciliado con la UGLE, lo que fue mermando el peso de los liverpulianos. La disminución del peso específico de los liverpulianos, junto con la inauguración de la línea de ferrocarril Liverpool - Manchester, provocó que el centro de gravedad de la rebelión se desplazase a Wigan, a mitad de camino entre ambas localidades. No obstante, unas actas de la Logia Sinceridad en 1832 aún consideraban una propuesta para entablar conversaciones con Gage con el fin de revivir la Unión masónica de Lancashire. Posteriormente, en 1837, los wiganos entablaron conversaciones con la Gran Logia de Stockport, otra incipiente Gran Logia rebelde creada en Stockport, al sur de Manchester, aunque una nube de incógnitas rodean a esta Gran Logia. Su primer Gran Maestro, Roben Hopwood, ni siquiera figuraba en la lista de miembros de la UGLE, y su Logia motriz parecía ser la Logia de San Juan de Stockport, aunque también sostenían haber concedido Patente a una tal Logia de San Albano en Manchester.

La actitud de las Logias de Wigan frente a Londres fue mucho más decidida y prolongada en el tiempo que las Logias de Liverpool. Para las Logias de Liverpool el problema afectaba esencialmente a los rituales y a la forma de trabajar, problema que además se vería definitivamente solventado cuando, tras la muerte del intransigente Duque de Sussex, la UGLE autorizó a las Logias a introducir modificaciones en sus rituales de modo que, desde 1851, las Logias de Liverpool pudieron crear el Rito Bottomley, trabajando ya según sus preferencias. Sin embargo, para las Logias de Wigan, en su mayoría de patente antigua, la Unión de 1813 había supuesto una traición a la verdadera esencia de la Masonería, y sus actitudes fueron auténticamente numantinas.

Estas fueron las Logias ubicadas en Wigan:

Logia de Sinceridad nº 486, de Wigan (Patente moderna). Esta Logia es mítica, pues fue la última Logia antigua que quedó en pie, y no aceptó reintegrase en la UGLE ¡hasta 1913! Desde el comienzo fue una Logia atípica, pues aunque su Patente fue emitida por los Modernos en 1786, durante el período 1789 - 1802 recibió a una decena de miembros proveniente de la Logia de Antigüedad (seguramente ingleses de otros condados más que irlandeses, ya que son citados como masones yorkinos), así como un Hermano escocés, y trabajaba según el ritual antiguo, al punto de que hasta 1913 mantuvo el Grado de Pasado Maestro Virtual y demás Grados del Arco Real yorquino.

Logia de Integridad nº 74 de Wigan (Patente antigua). Esta fue otra de las Logias que nunca regresó al seno de la UGLE, y permaneció trabajando según los usos y rituales antiguos, y con patente de la Gran Logia de Wigan, hasta su desaparición en 1880. En esta Logia se dio una situación curiosa: con el motivo de la renumeración llevada a cabo con la fundación de la Gran Logia de Wigan, a esta Logia se le asignó el nº4, lo que molestó a algunos miembros, que querían mayor preferencia (suponemos que el nº 3, dado que los números 1 y 2 corresponderían a las Logias Sinceridad y Liverpool -Logia nº 31 en el registro de la UGLE-). De modo que algunos Hermanos, que se sentían afrentados por ello, propusieron desentenderse de Wigan y retornar al seno de la UGLE. La Logia estableció entonces una multa de 10 chelines para todo aquel que cometiese la osadía de proponer cualquier tipo de entente con la UGLE, y 5 libras de multa -que era un auténtico dineral entonces- para los reincidentes.

Logia de Antigüedad nº 178 de Wigan (Patente antigua). Esta Logia no se adscribió a la rebelión, aunque uno de sus miembros, William Hesketh, sí se involucró y fue uno de sus Grandes Oficiales. Fue la única Logia de Wigan que permaneció fiel a la UGLE, aunque con una membresía siempre bajo mínimos. Esta Logia sigue activa en la actualidad.

Logia de Amistad nº 521 de Barnsley, Yorkshire (Patente antigua). En 1823 esta Logia estaba dominada por dos personajes de notable peso entre los rebeldes: George Woodcock y John Staniforth Beckett, el primero de los cuales mantenía correspondencia postal con Gage. Ante el comienzo de las hostilidades con Londres esta Logia se dividió en dos, una que se mantuvo fiel a la UGLE y mantuvo el número 521, y otra en la que se agruparon los rebeldes y retomaron el número 557, que era el que les correspondía bajo la administración Antigua. Curiosamente, a la Logia leal a la UGLE le fue retirada la Carta Patente en 1832, tras siete años sin pagar sus capitaciones. La Logia rebelde se fue distanciando de la Gran Logia de Wigan por razones poco claras, pero se negó a volver al seno de la UGLE, de modo que acabó trabajando como Logia independente y practicando sus rituales Antiguos hasta 1861, año en que cesó de existir.

Además, la Gran Logia de Wigan emitió patentes para las siguientes nuevas Logias en Lancashire:

Logia de Conocimiento nº 5  en Warrington; esta Logia abatió columnas hacia 1859.


Logia de Armonía y Perseverancia  de Ashton-in-Markerfield, que se mantuvo activa hasta mediados de los 1860.

Logia de San Pablo  de Ashton-under-Lyne, que también se mantuvo activa hasta mediados de los 1860.

Logia Filantrópica. Esta Logia, situada en Norfolk, al sureste de Inglaterra, se adscribió a los principios de Wigan, poniéndose bajo su jurisdicción. Gage era originario de Norfolk, y obviamente mantenía vínculos con esta ciudad.

Logia de San Juan. Nos ha llegado muy escasa documentación de esta Logia.

Logia de San Albano. Nos ha llegado muy escasa documentación de esta Logia.

Logia de Verdad, en Blackburn, patente emitida en 1846.

Logia nº 7 en Rose Bridge. Apenas existe documentación de esta Logia, pero sí existe la leyenda popular de que se reunía bajo el Puente de Rose Bridge, con dos Retejadores, uno a cada lado del camino.

Logia de Roby Mill. Sin documentación.


Los líderes rebeldes


Una de las cosas de las que uno se percata al tratar con la Masonería Antigua es la ausencia total de imágenes que tenemos de los protagonistas. Cuando se trata de Masones relacionados con la nobleza o miembros de la Royal Society, o cuando se trata de altos funcionarios, resulta sumamente sencillo encontrar sus retratos en internet. Sin embargo, con la excepción de los Duques de Atholl, los menesterosos personajes que manejaron la historia de los Antiguos resultan hoy en día para nosotros unos rostros desconocidos. No conocemos el rostro de Laurence Dermott, pintor de brocha gorda y forjador de la Gran Logia de los Antiguos, ni tampoco conocemos las facciones de Michael Alexander Gage, James Broadhurst, John Eltonhead, o John Robert Goepel, quienes capitanearían la rebelión de Liverpool.

Michael Alexander Gage era originario de Norfolk, en el sureste de Inglaterra, y había acudido a Liverpool ante la pujanza económica de la ciudad. Tenía formación de ingeniero pero se instaló como sastre, aunque entró en bancarrota en 1821. Gage fue siempre el auténtico alma de la rebelión, y a pesar de no ocupar Oficialía alguna en la Gran Logia de Wigan, estos siempre le tuvieron en la más alta admiración, al punto de que le invitaron en varias ocasiones a formar parte de la Gran Logia. Finalmente ejerció de topógrafo para el ayuntamiento de Liverpool, trazando el mapa de Liverpool más importante de su época.

Mapa de Liverpool diseñado por Michael Alexander Gage.

James Broadhurst era relojero de profesión, aunque en su juventud, tras casarse en 1795 y ser padre, y ante la necesidad de conseguir dinero rápido, se enroló en la Marina (durante las guerras napoleónicas el salario era el botín). Broadhurst se retiró de la Marina como héroe de guerra con la Medalla de Servicios Generales. Tras integrarse en la Logia de Marchantes, fue uno de los principales impulsores de la rebelión.

John Eltonhead era oriundo de Great Sankey (Lancashire). Se ganaba la vida como licorero y era el propietario de la Taberna del Castillo, aunque entró en bancarrota y en 1823 la taberna fue subastada. Eltonhead fue el Tesorero de los rebeldes durante la etapa liverpuliana de la revuelta, aunque se reconcilió con la UGLE en 1827. Murió en 1835, a los 55 años.

John Robert Goepel  era un joyero londinense que se instaló en Liverpool, y se entregó a la causa de los rebeldes, aunque nunca llegó a ocupar una Oficialía en la Gran Logia de Wigan. Fue siempre un cercano colaborador de Gage, aunque finalmente, en 1858, se reintegró a la UGLE, volviendo a la Logia Armónica, en la cual su hijo era Venerable Maestro.


El final de la rebelión

Thomas Dundas, Conde de Setland y Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra desde 1844 hasta 1870. Caricatura publicada en la revista Vanity Fair en 1869.

El paso al Oriente Eterno del Duque de Sussex en 1843 supuso un punto de inflexión en la Gran Logia Unida de Inglaterra, dado que a partir de este momento los Grados colaterales podrían incorporarse a la Masonería inglesa (los Grados colaterales eran una tradición Antigua, que no Moderna). Tanto la Marca, como el Capítulo Rosacruz, Templarios, Nautas, y toda una pléyade de Grados colaterales fueron apareciendo progresivamente con el paso de los años. Igualmente, la Gran Logia mostró mayor flexibilidad con las demandas de las Provincias. A finales de los 1840, el Gran Maestro Thomas Dundas reconoció el derecho de las Logias a regular sus rituales siempre que fuesen consistentes con los Antiguos Usos y Costumbres de la Orden, lo que permitió que se creasen una serie de ritos modificados y adaptados a los usos de las distintas Provincias de la UGLE. Concretamente en el puerto de Liverpool comenzó a tomar cuerpo el Rito Bottomley, un rito que, pese a parecerse a Emulación, había sido embellecido nuevamente con artificios retóricos, al tiempo que recuperaba símbolos antiguos que habían sido empleados tradicionalmente en Liverpool (cosa inevitable si tenemos en cuenta que se trataba de una zona con una profunda impronta irlandesa). La primera en practicar este ritual fue la Logia de Marchantes. La segunda fue una hija directa de esta Logia, la Logia Downshire nº 594. En 1860 se consagró la Logia Everton, que trabajaba igualmente en Rito Bottomley, la cual a su vez fundó en 1871 la Logia Toxteth. En los años siguientes otras Logias de Liverpool comenzarían a trabajar en este rito, aunque la última fue la Logia de San Pedro, consagrada en 1921. Todas las Logias introdujeron sus modificaciones particulares, representándose el ritual de forma peculiar en cada una.

La Gran Logia de Wigan fue languideciendo con el paso del tiempo, conforme las distintas Logias que la componían abatían columnas, lo que también provocó que esta Gran Logia tuviese un problema constante de deudas. A principios del Siglo XX únicamente quedaba una Logia con Patente de Wigan: la Logia Sinceridad nº 1. En 1913 la Gran Logia Provincial de Lancashire Occidental, en cuya jurisdicción se encuentra Wigan, designó al Coronel J.D. Murray para que invitase a la Logia Sincerity a retornar a la Gran Logia Unida de Inglaterra. Aunque la decisión no fue unánime entre los Hermanos, finalmente se decidió por reintegrarse en la UGLE. Técnicamente la Gran Logia Unida de Inglaterra era la heredera administrativa de la Gran Logia de Inglaterra, es decir, de los Modernos. Por ello la Logia Sincerity nº 1 hubo de cambiar el número que se le asignó en la Unión de 1813, el 486, por el que le correspondía a la última Logia en entrar en aquel momento, que era el 3677. Para sus miembros se siguió en mismo proceso que se hubiese seguido en 1760, de modo que hubieron de someterse a la antigua ceremonia del «remaking», pagando las tasas y sometiéndose a Iniciación, Pase y Elevación en una sola ceremonia. A la ceremonia acudieron los 23 miembros de la Logia Sinceridad, con el Gran Maestro de la Gran Logia de Wigan, John Mort, a la cabeza, el cual pronunció los juramentos en nombre de los restantes 22.


El último Masón inglés iniciado como Antiguo fue James Miller. Iniciado en 1908, fue el último Masón que se sometió al «Pase por la Silla» como requisito para ser exaltado al Arco Real, y en 1921 ocupó la Veneratura en la Logia Sincerity nº 3677. En 1951 escribió sus memorias, pasando a ser testimonio vivo de la historia de la Masonería.


James Miller, el último Masón iniciado como Antiguo (en 1908).





LA MARCA




Después de la Masonería Simbólica y el Arco Real, si hay un Grado universalmente extendido este es La Marca. Esto no es extraño, dada la importancia de sus enseñanzas en el sendero de la Iniciación.

La historia de La Marca está llena de anécdotas. Los primeros documentos que citan una protoceremonia de registro de marca datan de 1599, pero son todavía de naturaleza operativa. El momento en que realmente La Marca será creada como Grado masónico y tomará un notable protagonismo será en Escocia, durante los años en que la recién formada Gran Logia de Escocia (fundada en 1736) se esforzaba por convencer a las Logias operativas de que abandonasen la leyenda del Tercer Grado noaquita en beneficio de la hiramita.


La Gran Logia de Escocia

En el momento de la fundación de la Gran Logia de Escocia en 1736, de las 100 Logias aproximadamente que existían en Escocia, únicamente 21 eran especulativas, mientas que 12 eran operativas con masones aceptados, y 77 eran exclusivamente operativas. Ante la convocatoria para formar la Gran Logia de Escocia únicamente asistieron 33 Logias, que eran aquellas que contaban con miembros aceptados, mientras que las operativas no quisieron saber nada de la formación de una Gran Logia.

Masones escoceses. Obsérvese que llevan el Mandil por dentro de la chaqueta, al uso Antiguo (llevar el Mandil por fuera de la chaqueta es una costumbre adoptada por los Modernos).

La Gran Logia de Escocia creó entonces una serie de comités que irían a visitar a las Logias operativas con el fin de convencerlas de la idoneidad de integrarse en la Gran Logia. Con tal fin se concedió a las Logias la posibilidad de crear sus propios rituales, mandiles y estatutos, y se les ofreció todo tipo de libertades (aún hoy, las Logias escocesas disponen de estos privilegios, lo que convierte a la Gran Logia de Escocia en la organización masónica estatutariamente más anárquica del planeta). Esto gustó a los masones escoceses operativos, pero el problema surgió cuando los visitantes de la Gran Logia pasaron a explicarles el Tercer Grado hiramita.

En el momento de crear la Leyenda de Hiram, lo último que se le había pasado a los Modernos de Londres por la cabeza era qué pensarían los masones escoceses operativos. En aquellos momentos la Masonería constaba únicamente de dos Grados. En Londres el Grado de Compañero (que era donde se había desarrollado el Levantamiento del Maestro) era ya denominado como Grado de Compañero y Maestro. Sin embargo, en Escocia, sobre todo entre los operativos, los dos Grados seguían denominándose Aprendiz y Compañero. La leyenda que ilustraba el Levantamiento del Maestro en Escocia era todavía la noaquita.

Al explicar a los masones operativos escoceses el nuevo sistema de tres Grados y la Leyenda de Hiram Abiff, resultaba que ellos, que se enorgullecían de ser Compañeros, quedaban convertidos no sólo en asesinos, sino en asesinos del Maestro, que era el crimen más horrendo que un masón operativo podía cometer.




Era preciso solventar este problema de alguna manera, y la forma que encontraron los especulativos escoceses fue potenciar un Grado de intenso contenido esotérico que estaba siendo estructurado en aquellos años: La Marca. La Marca se trabaja en Grado de Compañero, y hoy en día se confieren sus dos Grados, Masón de Marca y Maestro de Marca, en la misma ceremonia, pero en esta etapa inicial ambos Grados se conferían de manera separada, de modo que los Compañeros eran avanzados a Masones de Marca, y los Maestros a Maestros de Marca. El argumento externo de este Grado que redimía a los Compañeros operativos del asesinato de su Maestro era el siguiente: se hacía al Compañero Masón de Marca, tras lo cual el compañero cometía el error de despreciar la piedra angular, que arrojaba a la cantera. Pero una vez que era pasado al Grado de Maestro, en el momento que necesitaba la piedra angular, recordaba que era la piedra que había despreciado anteriormente, e iba a la cantera a recuperarla. Dicho de otro modo, cometía su error como Compañero, pero se redimía como Maestro. Esto, junto con el conveniente aderezo teológico, satisfizo a los operativos escoceses, que paulatinamente fueron aceptando el Grado de Maestro.


Masón de Marca

El ritual del Grado de La Marca comienza con una breve ceremonia, de naturaleza operativa, en la que el Compañero (actualmente el Maestro) es hecho Masón de Marca, siéndole asignada una marca de cantero que le acompañará toda su vida. El Venerable Maestro le designa Masón de Marca (hoy en día sin Obligación), y le enseña cómo reclamar su salario ante el Primer Vigilante.

Hasta ahora, todo normal.



Modelos de marca de cantero.



Maestro Masón de Marca

La parte correspondiente a Maestro Masón de Marca comienza con la Obligación del Candidato (a diferencia del Rito de Emulación, donde el Candidato se arrodilla sobre una pierna, poniendo la otra en escuadra, aquí el Candidato se arrodilla sobre ambas rodillas, a la manera Antigua).

El Candidato y los Diáconos entran a la Logia provenientes de la cantera, portando cada uno una piedra. Un diácono lleva una dovela y el otro lleva un sillar cúbico, pero el Candidato lleva una piedra muy extraña, que no es oblonga ni cuadrada. No solo eso, sino que además esa piedra, a diferencia de las otras dos, no tiene marca de cantero.




Desarrollo de una tenida de Marca.

Logia de Instrucción de Marca.

Conforme los Sobrestantes van chequeando las piedras, comprueban si se ajustan a los planos y están bien terminadas. Con la piedra oblonga y la piedra cúbica todo parece ir bien, pero la extraña piedra que porta en Candidato causa el desconcierto entre los Sobrestantes, que se niegan a darle la contraseña para cobrar el salario. Sin embargo, dada la cuidadosa factura de esa piedra, los Sobrestantes no se atreven a desecharla por completo, de manera que la piedra es chequeada por ambos Asistentes Sobrestantes, y llega finalmente al Maestro Sobrestante.


El Maestro Sobrestante tampoco sabe para qué sirve la piedra que porta el Candidato. No se ajusta a sus planos, y además la piedra no está marcada, de modo que dictamina que la piedra sea arrojada a la escombrera.

A continuación llega la hora de cobrar, y los obreros se dirigen al sitial del Primer Vigilante. Pero el Candidato no es acreedor al salario, y no lleva la moneda, de modo que el Primer Vigilante le agarra por la mano y da la alarma: ¡Un impostor!

El Primer Vigilante se apresta a aplicar la antigua pena, cortándole la mano de un hachazo. Pero el Primer Diácono se lo impide, y conduce al Candidato ante el Venerable Maestro para que dé explicaciones. El Venerable Maestro considera que su error es fruto de la ignorancia más que de la mala fe, de manera que es clemente con el Candidato y lo manda de nuevo a la cantera para que siga trabajando.

Los trabajos prosiguen, pero llega un momento en que estos quedan interrumpidos. 

Antigua cantera al norte de Jerusalén, de donde fueron extraídas las piedras para la construcción del palacio de Herodes el Grande.

Los trabajadores necesitan la Piedra Clave para el Arco Sagrado del Templo del Rey Salomón, y no la encuentran. El Venerable recuerda que tiempo atrás diseñó un plano para dicha piedra. Finalmente encuentra el plano, y lo muestra a los Sobrestantes, que caen en la cuenta de que anteriormente habían rechazado la Piedra Clave por no saber para qué servía y cuál era su lugar en la obra. Se habían percatado de la belleza de dicha piedra, y por ello no se habían atrevido a descartarla, hasta que finalmente el Maestro Sobrestante estableció que fuese arrojada a la escombrera.

De modo que el Candidato y los Diáconos se dirigen nuevamente a la cantera a buscar esa piedra. La encuentran, y el Candidato la presenta al Venerable Maestro, quien le felicita por la exquisita factura de la piedra y le confía los secretos del Maestro de Marca. Se lee una carta en la que Hiram, Rey de Tiro, comunica al Rey Salomón que le envía a Hiram Abiff, pero a cambio le pide el salario de aceite, grano y vino para los siervos que cortan los cedros del Líbano.

El Venerable prosigue transmitiéndole los secretos del Grado y lee un párrafo del Salmo 118: "La piedra desechada por los constructores se ha convertido en la Piedra Clave". Posteriormente lee un párrafo del Apocalipsis: "Al vencedor le daré el maná escondido y una piedra blanca. Y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe".


El Simbolismo del Grado

En la Masonería actual Inglesa y continental el Grado de La Marca, aun teniendo un estatus privilegiado por su elevada membresía, no es requisito imprescindible para poder acceder al Arco Real, que es considerado únicamente como la culminación del Grado de Maestro. Sin embargo, en las masonerías de corte Antiguo (Irlanda, Escocia, Estados Unidos), La Marca es el cuarto Grado de la serie que culmina en el Arco Real.

La Marca profundiza en la evolución que sigue el alma humana conforme se adentra en los misterios de la Iniciación. Dentro de la simplificación que se impone al intentar plasmar en Grados algo tan sui generis como el proceso iniciático, suele presentarse este proceso como algo lineal, como estadios definidos ordenados. Sin embargo, en el transcurso de este proceso, pueden reinar la confusión, el peligro de extraviarse, el dolor de corazón y la incapacidad para reconocer al verdadero Centro, el horizonte que hay que dirigirse durante el proceso de Regeneración y Redención personal.


Tablero de Trazo del Grado de Marca

No olvidemos que en una Tenida de Masonería cada uno de los Oficiales representa una parte del Alma humana (aunque esto se aprecie notablemente mejor en los rituales Antiguos que en las creaciones francesas). Los Sobrestantes no son la parte más burda del ser humano, como el cuerpo físico -representado, según Wilmshurst, por el Guardatemplo Exterior- o el cuerpo astral -representado por el Guardatemplo Interior-. Pero, a pesar de su naturaleza más elevada, desde luego tampoco son el Maestro. Tienen ante sí a la Piedra Angular, la piedra fundamental para construir el Arco Real, pero no la reconocen y no saben para qué sirve, aunque intuyen que no es una piedra normal debido a exquisita factura, y por ello dudan antes de rechazarla. No solo es una pieza de impecable fábrica: también se trata de una piedra sin marca. O dicho de otro modo, no es una creación humana; la Piedra Clave es creación divina, y estamos hablando de lo que de divino hay en el hombre. Pero, ignorantes de ello, el Maestro Sobrestante, dado que tampoco se ajusta a sus planos, ordena que sea arrojada a la escombrera.

Pero finalmente los obreros han de interrumpir su trabajo, pues les falta la piedra que necesitan para que el Arco se sostenga. En este momento el que interviene es el Maestro, la parte del ser humano más elevada, el Espíritu (Pneuma), y reconoce al Centro que da sentido al trabajo. Muestra el plano que había creado a los Sobrestantes, y les explica para qué servía la Piedra Clave. Finalmente los Diáconos y el Candidato regresan a la escombrera a recuperar la Piedra que habían arrojado.


Ruinas de la antigua Tiro.


No es casualidad que en ese momento el Venerable Maestro lea entonces la carta en que Hiram, Rey de Tiro, informa a Salomón de que le envía a Hiram Abiff, pues tanto Hiram Abiff como la Piedra Clave representan lo mismo: la chispa divina que hay en nuestro interior. Recordemos la descripción de la tumba de Hiram Abiff que da el ritual de Emulación:
«Se ordenó que nuestro Maestro fuese sepultado tan cerca del Sancta Sanctorum como la ley israelita permitía – en una tumba, tres pies al E. y tres pies al O. del centro; tres pies entre N. y S.; y cinco pies o más en perpendicular».
Si extendemos los brazos a los lados, abarcamos tres pies de distancia a la derecha (Este) y tres pies de distancia a la izquierda (Oeste). Si extendemos un brazo hacia delante y el otro hacia atrás, abarcamos tres pies hacia el Norte y tres pies hacia el Sur. Tres pies entre Norte y Sur se encuentra el tronco del ser humano. Cinco pies o más en perpendicular es la estatura de un ser humano.

Es decir, que el Centro (Hiram Abiff) yace sepultado en nuestro interior.

Y la Piedra Clave representa el mismo concepto. 


Representación del ritual de La Marca de 1795 con vestimenta de época. Obsérvese que portan las jarras de cerveza en la mano: en 1795 la cerveza no había sido proscrita todavía reglamentariamente del interior de las logias Antiguas.

En la misma carta, Hiram, Rey de Tiro, pide a Salomón que pague a los obreros su salario para que estos trabajen en la construcción del Templo. Habitualmente describimos al salario masónico como grano, vino y aceite: pan de vida, un nuevo orden espiritual y sabiduría. Sin embargo, el Ritual de Emulación nos muestra el momento de recibir el salario de una manera que no parece precisamente gozosa: el obrero debe aceptar su salario sin escrúpulos ni inseguridad, sabiendo que es el que le corresponde. Esto sucede porque el salario recibido en la Iniciación en pago al trabajo va de la mano de un dolor y remordimiento que el Candidato no esperaba en modo alguno. Por ello debe aceptarlo sin escrúpulos ni inseguridad, sabiendo que es el que le corresponde, pues en su camino de Redención recibe el pesar que le corresponde, ni más ni menos.

La lectura del Apocalipsis pone punto y final a la peripecia de La Marca: "Y en la piedra escribiré un nombre nuevo, que sólo conoce el que la recibe", pues al marcar la piedra, el hombre reconoce lo que de origen divino hay en sí mismo.