Los asesinos de Hiram Abiff, o sus maestros de iniciación



En esta entrada del blog vamos a centrarnos en unos personajes del ritual masónico cuyo papel es fundamental en el Tercer Grado, pero a los que no solo no se presta la suficiente atención, sino que suelen ser considerados como unos vulgares criminales, cuando realmente tienen un trasfondo iniciático muy marcado. Nos referimos a los asesinos de Hiram Abiff.

Aunque lo que más nos interesa de ellos no es sus nombres (Jubelo Gibbs, Jubela Gravelot y Jubelum Abiram), sino su contenido iniciático, debemos dejar constancia de la etimología de los mismos. Como habíamos visto en De Noé a Hiram, la génesis del Tercer Grado, los nombres de los asesinos de Hiram son de raigambre astronómica. El relato de Hiram Abiff es el mito de Osiris bajo terminología bíblica, y el mito de Osiris está construido sobre acontecimientos astronómicos. Mientras el Sol alcanza su solsticio de verano en Libra, en la parte oculta del zodíaco se encuentra un triángulo de estrellas que materializan la conspiración contra el sol y que a partir de ese momento comenzarán a elevarse hasta llegar a su mayor altura en el momento del solsticio de invierno, muerte de Osiris / Hiram: Zuben-hak-Rabi, cuya deformación fonética dará Jubelum Abiram, Zuben-el-Gubi, que deribará en Jubelo Gibbs, y Zuben-Es-Chamali, que se deformará en Jubela Gravelot.

Desde un punto de vista iniciático, si bien estos tres Compañeros son los asesinos de Hiram Abiff, al mismo tiempo son también sus maestros de iniciación. Esto puede parecer paradójico, pero no lo es si entendemos correctamente la naturaleza antropológica de lo que está aconteciendo en el relato.

Ya hemos comentado en numerosas ocasiones en este blog que el Tercer Grado conmemora el trance astral, por lo que estamos ante una experiencia pagana y chamánica (puede leerse más en El Tercer Grado como "rite de passage" antropológico y en La Soga). Considero oportuno citar unos pasajes de Mircea Eliade que resultarán sumamente útiles para contemplar el martirio de Hiram Abiff desde una perspectiva antropológica[1]:
Un chamán tungús narró que, durante su trance iniciático, los ancestros chamanes le habían atravesado con flechas hasta que hubo perdido el conocimiento y cayó a tierra. Le arrancaron los huesos y los contaron. (…) Según los relatos de los buriates, el candidato es torturado por los ancestros chamanes, quienes le golpean y le cortan el cuerpo con un cuchillo, cociendo su carne. Durante la iniciación del chamán araucano, el maestro hace creer a los asistentes que cambia la lengua y los ojos del neófito, y que le atraviesa con una barra. Entre los indios patwin (California), el aspirante a la sociedad Kuksu se supone que es atravesado por el ombligo con una lanza y una flecha lanzadas por el propio Kuksu. En Malekula, la iniciación del curandero comporta, entre otras pruebas, el despedazamiento del neófito; el maestro le corta los brazos, los pies, la cabeza, y vuelve a ponerlos en su sitio.

Un hecho específico de las iniciaciones chamánicas es que, además de trocear al candidato, se le reduce al estado de esqueleto. Nos hallamos ante una arcaica idea religiosa, específica de las culturas de cazadores: el hueso simboliza la raíz última de la vida animal, la matriz de donde la carne surge continuamente. Es a partir del hueso de donde renacen los animales y los hombres. Tras completar su ciclo vital y perecer, su vida se reducirá a la esencia concentrada en el esqueleto. Y este esqueleto será la fuente de donde brotará de nuevo la vida y de donde renacerá el individuo. Reducidos al esqueleto, los futuros chamanes experimentan la muerte mística que les permite acceder al otro mundo, el mundo de los espíritus y de los ancestros, así como compartir su sabiduría. Realmente no nacen de nuevo, sino que son más bien revivificados, pues su esqueleto es devuelto a la vida al recibir una nueva carne.

Estos escasos ejemplos bastan para mostrar que los trances iniciáticos siguen muy de cerca el esquema fundamental de toda iniciación: 1) tortura por parte de demonios o de espíritus, quienes desempeñan el papel de «maestros de iniciación»; 2) muerte ritual, experimentada por el paciente como un descenso a los infiernos (acompañado, en ocasiones, de una ascensión a los cielos); 3) resurrección a un nuevo modo de ser: el del hombre consagrado, es decir, capaz de comunicarse personalmente con los dioses, los demonios y los espíritus. 



El sufrimiento que experimenta el futuro chamán no es gratuito, sino que tiene la consideración de una experiencia religiosa. Sea cual sea la naturaleza de los sufrimientos, son pruebas indispensables para su transformación mística, pues la muerte mística está siempre seguida de una resurrección. El valor iniciático de este sufrimiento corporal no proviene realmente de su magnitud o intensidad, sino de los motivos por los que se sufre y de la actitud interna con que se afronta. El maltrato que sufre Hiram Abiff no es sino un trasunto de los sufrimientos que debe experimentar el futuro chamán, pues tanto en un caso como en otro se trata de un proceso de renovación espiritual. 




Ahora bien, hay un elemento hasta cierto punto discrepante entre los maestros chamanes que torturan al candidato para que este experimente el trance místico con los tres asesinos de Hiram Abiff: mientras que en el caso de los chamanes son sus superiores quienes le despedazan, en el ritual masónico parecen ser sus inferiores (Compañeros). No obstante, debemos plantearnos dos cuestiones.

En primer lugar, el actual grado de Compañero se crea en 1725 para solucionar un problema originado por la Gran Logia: el Venerable Maestro y los Vigilantes debían ser elegidos de entre los Compañeros (que entonces eran los Maestros, pues solo había dos grados, Entered Apprentice y Fellowcraft), pero como los Compañeros (Fellowcrafts) únicamente podían ser creados en Gran Logia, no era posible crear todos los Compañeros necesarios para que las logias tuviesen sus Venerables Maestros y Vigilantes, por lo que se creó en actual grado de Compañero, que es más bien una segunda parte del grado de Aprendiz Entrado, pero que permitía a las logias hacer Compañeros nominalmente. Se dio así una situación confusa: algunas logias inglesas, aunque estuviesen bajo jurisdicción de la nueva Gran Logia, seguían confiriendo los viejos grados de Aprendiz Entrado y Compañero o Maestro. Otras conferían los grados de Aprendiz Entrado y Compañero en una misma velada, y posteriormente el de Maestro. Es más, el grado de Compañero podía significar una cosa para unas logias (por ejemplo, un Compañero en el sentido actual) y algo muy distinto para otras (un Maestro Masón). No sería hasta 1754 cuando la Gran Logia de Inglaterra emitiría una circular prohibiendo que un candidato fuese pasado a Compañero y elevado a Maestro en una misma tenida, y no será hasta 1777 cuando la Gran Logia prohíba igualmente iniciar como Aprendiz Entrado y pasar al grado de Compañero en la misma noche. Puede leerse más al respecto aquí. La popularización del actual grado de Maestro Masón, así como del sistema de tres grados, comienza a partir de la publicación de Masonry Dissected (1730).

En segundo lugar, debemos fijarnos con mucha atención en el texto original de Masonry Dissected (redactado en 1730) y compararlo con el texto del Ritual de Emulación (redactado en 1816). En el Ritual de Emulación podemos leer:
Fifteen Fellow Crafts, of that superior class appointed to preside over the rest, finding that the work was nearly completed and that they were not in possession of the secrets of the Third Degree, conspired to obtain them by any means, even to have recourse to violence.

Quince Compañeros, de esa clase superior nombrada para presidir sobre el resto, al ver que el trabajo estaba casi completado pero no se hallaban en posesión de los secretos del Tercer Grado, conspiraron para obtenerlos por cualquier medio, incluso recurriendo a la violencia.
Como vemos, el Ritual de Emulación no deja duda: los asesinos de Hiram Abiff son Compañeros.

Ahora bien, la versión original de la leyenda, que encontramos en Masonry Dissected (1730), emplea unas palabras diferentes. En Masonry Dissected no se afirma taxativamente que los rufianes fuesen Compañeros, sino que dice que «se suponía que eran tres Compañeros» (supposed to be three Fellow-Crafts).

Examinador – ¿Cómo llegó a su Muerte?
Respuesta – En la construcción del Templo de Salomón era Maestro Masón, y a las 12 en punto del mediodía, cuando los hombres habían ido a reponerse, vino, como era su costumbre habitual, a inspeccionar los trabajos, y cuando hubo entrado en el Templo, había allí tres rufianes, que se supone que eran tres Compañeros del Oficio, que se habían plantado en las tres entradas del Templo, y cuando fué a salir, uno exigió de él la Palabra de Maestro, y él contestó que no la recibió de esa manera, pero que el tiempo y un poco de paciencia le conducirían a ella: aquél, no satisfecho con esa respuesta, le dió un golpe, que le hizo tambalear; fué a la otra puerta, donde siendo abordado de la misma manera y dando la misma respuesta, recibió un golpe más grande, y en la tercera su Quietus

Por otra parte, y esto se mantiene igual, en Masonry Dissected se afirma:

Examinador: ¿Cómo fue levantado Hiram?
Respuesta: Como lo son todos los masones, al recibir la Palabra de Masón.
Ex. ¿Cómo es eso?
R. Por los Cinco Puntos de la Fraternidad (del Compañerazgo, Fellowship).
Es decir, por una parte no se afirma de manera inequívoca que los asesinos fuesen Compañeros. Y, por otra parte, la Palabra de Masón se recibe por los Cinco Puntos, que todavía no se asocian a la condición de Maestro Masón, sino a la de Compañero.

Por todo esto se nos ocurre plantearnos lo siguiente: cuando los creadores de la leyenda de Hiram Abiff establecieron que unos Fellowcrafts (Compañeros) asesinaban a Hiram Abiff, ¿estaban pensando en Compañeros tal y como lo entendemos hoy en día, o pensaban en Compañeros tal y como se entendían originalmente, es decir, como Maestros Masones? Además, ¿por qué los asesinos de Hiram Abiff son supuestos Compañeros? Una cosa es segura: los autores del ritual eran perfectamente conscientes que estos tres supuestos rufianes no podían ser inferiores al iniciando, que en este caso es Hiram Abiff. El relato original también nos deja ver que Hiram Abiff no creía estar ante sus maestros, sino ante sus inferiores, pues le responde al primero que él no recibió el secreto así, y se permite aleccionar moralmente a su atacante diciéndole que «el tiempo y un poco de paciencia se la proporcionaría (la palabra)».

Mi opinión personal es que los autores del ritual estaban jugando con dos niveles de interpretación en un mismo relato. Por una parte, un relato más obvio, en el que la ambición de tres Compañeros les lleva a asesinar al insigne arquitecto. Pero, por otra parte, nos encontramos con otro nivel, en el que los supuestos Compañeros son en realidad otra cosa, que se corresponde con la verdadera naturaleza del ritual, que es la naturaleza antropológica: esos tres asesinos son en realidad maestros, chamanes ya experimentados, que vienen a asesinar y despedazar a Hiram Abiff para posteriormente reconstituirlo y revivificarlo, permitiéndole entrar ya en el plano astral.




[1]  Eliade, Mircea (1959). Initiation, rites, sociétés secrètes. París: Éditions Gallimard.




Introducción al Rito Escocés Rectificado. "La Matrioska de Willermoz", de Pavel Gómez del Castillo.

 


Pavel Gómez del Castillo


A pesar de mis casi veinte años en masonería, he de reconocer sé muy poco del Rito Escocés Rectificado. Sin duda, tengo una idea clara tanto de lo que es tanto el Ritual de Emulación como el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Sin embargo, los hermanos del Rito Escocés Rectificado siempre me habían parecido unos masones un tanto extraños. Aparte de su llamativo tricornio y la espada, me resultaba evidente que los masones rectificados vivían su pertenencia al rito como si fuese algo más, sin que me fuese posible precisar con claridad que era ese algo más. No obstante, a pesar de mi desconocimiento siempre los contemplé con cierto cariño por tres razones: la primera es que su concepto del G.A.D.U. es el mismo que el mío, el Dios de Abraham. La segunda es que tenía la certeza de que una logia del R.E.R., por la propia naturaleza del rito, desarrollaría un trabajo centrado en la espiritualidad, siendo impermeable a la política. Y la tercera es que viven su rito con una devoción que no se ve en los que trabajan en Rito Escocés Antiguo y Aceptado o en Emulación (a pesar del enorme trabajo de memorización que este último nos exige). Son extraños, estos chicos del Rectificado.

Al igual que en el resto de ritos, el R.E.R. ha ido construyendo su propia bibliografía en español con el paso de los años. Resulta muy difícil hablar de bibliografía rectificada en español sin mencionar el ingente trabajo de traducción y escritura de libros en torno al R.E.R. realizado por Ramón Martí. Sin embargo, quedaba por escribir un libro que sirviese de introducción al rito, de manera que el que sintiese curiosidad pudiese acceder, de manera clara y sencilla, a una idea precisa del contenido y naturaleza del mismo.

Tras leer este libro he de decir que me he quedado con la sensación de que el Rito Escocés Rectificado, si bien está encuadrado en las obediencias masónicas regulares, es un rito que excede lo propiamente masónico. En cierto modo, es como si los grados inferiores del sistema hundiesen sus raíces en la tierra de la masonería, pero la copa del árbol fuese algo muy distinto.

Pavel dedica la primera parte del libro a explicar la evolución de la masonería, desde que nace al abrigo de las órdenes monásticas hasta el momento en que los jacobitas exiliados se asientan en Francia. Resumir una etapa tan extensa y rica en detalles es una labor de alto riesgo, en la que la simplificación obliga a cometer inexactitudes. Aun así, son relativamente escasas, y ha salido bastante indemne. Sí es importante decir que ha dedicado los dos primeros capítulos a la regla, que es un elemento enormemente distintivo del R.E.R., y de hecho unos de los que más marcan la vivencia del rito a nivel personal. Visto con la perspectiva de la historia, la Regla de Wilhelmsbad introduce un nivel de exigencia moral hasta entonces inédito en la masonería, pues en los albores de la masonería el componente moral era un tanto secundario. Durante el siglo XVIII aparecían unas pocas (muy pocas) herramientas de las que se extraían enseñanzas morales, del mismo modo que en la católica Francia encontramos alusiones a las buenas obras (en la calvinista Inglaterra no). Pero el componente moral de la masonería, tal y como lo conocemos hoy en día, no fraguará plenamente hasta el siglo XIX. La Regla de Wilhelmsbad hace que la masonería bascule por primera vez de manera decidida hacia la moralidad, y además lo hace de una manera integral, cristiana y atronadora para aquel llamado a ser un masón rectificado. Me permito citar una frase del primer artículo que ejerce, en mi humilde criterio, de base intelectual del resto del texto: «Que tu corazón enternecido, y reconociendo los beneficios paternales de tu Dios, rechace con desprecio estos vanos sofismas que prueban la degradación del espíritu humano cuando se aleja de su origen».

Tras los dos primeros capítulos dedicados a la regla, y otros dos dedicados a la evolución histórica de la masonería, en los que también trata el cisma entre Antiguos y Modernos, el libro entra en la leyenda escocesa. Los grados escoceses fueron llevados a suelo francés por los jacobitas exiliados tras las sucesivas derrotas sufridas en los levantamientos que siguieron a la Revolución Gloriosa de 1688. No era este libro el lugar para tratar la enorme herencia escocesa de la masonería, pero sí para poner el foco sobre el Discurso del caballero Ramsay (1736). A raiz de este Discurso, en Francia se extendió la idea de que la masonería recogía las enseñanzas transmitidas por los Hospitalarios que retornaron de las cruzadas, y posteriormente por los Templarios. Probablemente, la razón por la que esta leyenda tuvo tanto éxito es que los masones franceses eran de clase alta, mientras que los británicos lo eran de clase baja, y para esa clase alta era mucho más elegante verse como herederos de los templarios que no como meros sucesores de canteros operativos. En cualquier caso, la idea del origen caballeresco de la masonería tuvo un éxito tremendo, y una de las consecuencias es que en Alemania fraguó la Estricta Observancia Templaria.

Carl von Hund Carolus Eques ab Ense (1722-1776)

La Estricta Observancia Templaria, por la que el barón Von Hund tanto luchó, fue durante treinta años el cuerpo masónico de referencia en la Europa continental. A los grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, se había añadido la Maestría Escocesa, la calidad de Novicio y el rango de Caballero Templario. Sin embargo, acabó colapsando por una serie problemas de diversa índole. Por una parte, el pastor protestante Von Stark instituyó en el seno de la obediencia una clerecía que, en la práctica, era una élite espiritual de clérigos teurgos que entró en competencia directa con la autoridad de Von Hund. Pero lo que seguramente condenó a la Estricta Observancia Templaria fue el reconocimiento, en el convento de Wilhelmsbad (1782), de la falta de elementos históricos para establecer una filiación real con la Orden del Temple, por lo que reconocían no ser los legítimos herederos de dicha orden. Esto era poco menos que afirmar que ellos mismos habían sido un fraude. Como dice Pavel, «La Estricta Observancia Templaria estalló como una supernova. Ese polvo de estrellas dio luz en distintas latitudes a la familia de ritos cristianos que hoy se practican en masonería. (...) El Rito Escocés Rectificado fue uno de los que renacieron de sus cenizas...».


Jean-Baptiste Willermoz (1730-1824)

En el capítulo titulado La matrioshka de Willermoz descubrimos cómo se acaba configurando el Rito Escocés Rectificado; configuración que va de la mano del esfuerzo de Willermoz por encontrar un sistema iniciático que colmase sus expectativas. Willermoz estaba descontento tanto del oropel de la masonería como de la alquimia, y encontró, realmente por casualidad, la Orden de los Caballeros Masones Elus Cohen del Universo, fundada por el teurgo judeoespañol Martinès de Pasqually, autor de Tratado de la reintegración de los seres, doctrina esta que es fundamental en el R.E.R. El español tuvo dos discípulos notables: Louis Claude de Saint-Martin  (creador de la orden martinista) y Jean-Baptiste Willermoz, quien se integró en la Estricta Observancia Templaria, y posteriormente estableció la estructura del Rito Escocés Rectificado, adoptado por las provincias templarias francesas en el Convento de las Galias (1778). Sin embargo, Willermoz no pudo conseguir que se aceptase la estructura del rito tal y como él la deseaba. Debido al recuerdo de los problemas ocasionados por los clérigos de Von Stark, y temerosos de tener una élite que pudiese reproducir la misma situación, en el Convento de Wilhelmsbad no se permitió que la Gran Profesión formase parte del rito. «Nada por encima de la caballería», le dijeron. Aunque en realidad la Profesión no pudo ser eliminada, sino que solo se hizo más secreta. Y, en cualquier caso, el pináculo del sistema eran los Elus Cohen. El R.E.R. quedaba entonces estructurado del siguiente modo:
Primero, cuatro grados simbólicos (no tres) como escuela de virtud y sabiduría (Aprendiz, Compañero, Maestro y Maestro Escocés de San Andrés). (...) Segundo, una orden caballeresca donde cesa toda instrucción de la masonería primitiva y se enfatiza la operación de los misterios menores aprendidos, de acuerdo con las formas más puras de la Estricta Observancia Templaria (Escudero Novicio y Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa). Tercero, una orden secreta (los Grandes Profesos) donde se retoma la instrucción, ya sin velos, de los misterios mayores, de la ciencia sagrada. Por último, en el corazón de la matrioshka, la pepita de oro, la Orden de los Caballeros Elus Cohen del Universo, donde cesa la instrucción purificante para iniciar la operación...

La condición de Elu Cohen no está ligada ya a la instrucción, sino a la práctica. Y aquí nos encontramos con un elemento que para el masón de otros ritos resulta verdaderamente sorprendente: la teúrgia. «La teúrgia cohen se iniciaba mediante oraciones, ayunos, vigilias, la asistencia diaria a misa y la toma de la comunión», y en ella tienen lugar visiones crísticas, que Martinès de Pasqually describe como colores, centellas y escalofríos. Los teúrgos se referían a esta experiencia como La Chose (La Cosa), lo que denota la condición inefable del fenómeno. Estas visiones son parecidas a la visión de la Divina Misericordia por parte de la monja polaca sor Faustina Kowalska:



Las derivadas teológicas de estas experiencias místicas exceden en mucho la razón de ser de una mera entrada de blog, como es esta. El libro sigue tratando elementos cabalísticos, escolásticos, filosóficos, numerología o la Caída del Hombre. Se trata de una presentación, realizada con sencillez y transparencia, de todo el universo intelectual y espiritual del Rito Escocés Rectificado. Aunque todas estas facetas son comprensibles una a una, debido a que cada elemento abre sus propias enseñanzas de gran calado, el conjunto exige un considerable trabajo por parte de aquel que realmente desea penetrar en la cosmovisión de este rito. Sin duda se trata de una sabiduría que necesita de años hasta interiorizarla. Por ello, aunque el libro solo tiene 170 páginas, exige varias relecturas pausadas y espaciadas en el tiempo.

Como he dicho antes, este libro llena un gran vacío, pues hasta ahora no existía un libro que fuese realmente una introducción al Rito Escocés Rectificado y que tratase tantos aspectos. La matrioshka de Willermoz está escrito por alguien que no solo conoce profundamente el rito, sino que lo ama. Pavel escribe muy bien (si leéis otros libros suyos, como el estremecedor Soñar despierto, os sorprenderéis). E insisto en que la prioridad de Pavel ha sido mostrarlo todo con transparencia y de manera bien estructurada para facilitar la comprensión al lector. Recuerdo ahora que, en las conversaciones privadas con Pavel, cuando coincidíamos en logia, él siempre lamentaba el estilo enormemente confuso y difícil de Martinès de Pasqually, el cual le exigió muchísimo trabajo para desentrañar el contenido. Quizá por ello él ha puesto ahora la claridad como su gran prioridad. El único reproche que se me ocurre (reproche con la boca chica) es con respecto al título, pues si bien La matrioshka de Willermoz es un título ajustado a la realidad del rito, también puede provocar que el lector no avisado no repare en lo que este libro realmente es: una excelente introducción al Rito Escocés Rectificado. Cualquiera que desee conocer, aunque sea por encima, este rito tan particular, debe tenerlo en su biblioteca. No os defraudará.


Jean-François Var intenta explicar en cuatro minutos lo que es el Rito Escocés Rectificado


Programa de El Candelabro dedicado al Rito Escocés Rectificado